A casi nueve años de su formación, Guauchos actuará por primera vez en Rosario, cuando esta noche a las 22 se presente en McNamara (Tucumán 1016). Fundada en Formosa en 2005, en los últimos años la banda que integran Federico Baldus (voz y guitarra), Lucas Caballero (guitarras y voces), Juan Miguel Castellani (guitarra rítmica), Albano Caballero (bajo) y Juan Manuel Ramírez (batería, percusión y efectos) comenzó a ganar un justo reconocimiento de público y crítica. Con una propuesta que propone extender y fundir los límites de rock y folclore, el grupo se hizo un lugar en los festivales más importantes del país, en ambos géneros.

Sólida, la propuesta de Guauchos esquiva fórmulas ya transitadas en la mixtura de rock y folclore, proponiendo un repertorio personal que se enriquece por influencias diversas, y que se nutre de las raíces mismas de la cultura formoseña. "Formosa está atravesada por la cultura guaraní que viene de arriba, por la zamba salteña, por el chamamé correntino y chaqueño -explica Lucas Caballero-. Nosotros venimos de una familia de tradición folclórica, y en la adolescencia nos acercamos al rock. En el 2005 aparece esta propuesta de hacer composiciones propias que cruzaran esos universos".

Lanzados a ese camino, los músicos se libraron al juego, según recuerda el guitarrista: "Empezamos a hacer un montón de experimentos, a reveer las canciones de manera desprejuiciada. La música de los Guauchos es el reflejo de éso, de ese desprejuicio. Más que de fusión nos gusta hablar de expandir los propios límites de cada género. A un rock se lo puede deformar un poco y transformarlo, lo mismo con una zamba o una chacarera".

En los últimos años, la banda comenzó a trascender las fronteras de su provincia con una propuesta sonora cuidada, potente y rica en matices. Una propuesta que sigue teniendo como fuente inspiracional a su lugar de origen. "Formosa es el lugar al que siempre volvemos y se imprime en la composición de las canciones. Somos mucho de ir al monte, estar ahí, bajo el sol caminando, viendo a veces el atardecer, contemplando. Todo eso va tiñendo la música que hacemos", indica Caballero, y agrega: "Las letras de los Guauchos hablan de todo un poco. Siempre decimos que, al tener esta historia de tocar tantos años juntos, nuestras canciones también son catarsis. Pero sin lugar a dudas a nosotros nos marca mucho el paisaje que tenemos, inclusive la velocidad y forma de ser del formoseño, que es pausado, duerme la siesta, es tranquilo. Creo que las canciones sirven también para éso, para mostrar paisajes sociales y geográficos".

Con su último disco, Pago, la banda reforzó aún más una situación poco frecuente: la de lograr idéntica aceptación en los ámbitos de rock y folclore. Para el guitarrista, hay nombres históricos que permitieron que propuestas como la de Guauchos lograran esa aceptación: "Lo que está bueno es que podemos tener un espacio en los dos ambientes y convivir de manera pacífica. Hace mucho que eso empezó a pasar, con músicos como el Chango Farías Gómez, que empezó a introducir instrumentos del rock y a invitar a músicos del ambiente a tocar folclore. Eso era a fines de los 60, con el MPA, Peteco Carabajal, Jacinto Piedra, Verónica Condomí, gente que nos fue enseñando a transgredir. Y también educando al público, como punta de lanza de una nueva forma de escuchar el folclore, de actualizarlo a los tiempos que corren. El folclore representa la cultura de un pueblo y creo que el pueblo también va cambiando, se va modificando. Está bueno que eso también se refleje en la música, en nuestro folclore ancestral".