Jueves, 2 de octubre de 2014 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › FOTOGRAFIA. ESTA TARDE INAUGURA LA MUESTRA EL ADENTRO, EL AFUERA
Tomando como protagonistas a cinco internos de la Unidad de Detención 3, Héctor Rio le dio forma a un relato fotográfico que transcurre a ambos lados del límite carcelario. Todo en formato analógico y un cuidadísimo blanco y negro.
Por Edgardo Pérez Castillo
En medio de la vorágine propia de su labor como reportero gráfico, Héctor Rio encontró un motivo inspiracional que lo devolvió a la fotografía artística. Así, después de tres años de trabajo de registro (y de otros dos que le permitieron ordenar el relato), Rio le dio forma a El adentro, el afuera, muestra que gira en torno a Diego, Adrián, Jorge, Antonio y Darío, a quienes retrató tanto en reclusión como en sus actividades ya por fuera de la Unidad de Detención 3 de Rosario. Desde esta tarde (a las 19) y hasta el próximo 31 de octubre, esas imágenes quedarán en exhibición en la Sala de las Miradas de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085, planta baja).
Desarrollado entre 2009 y 2012, el trabajo que nutre a El adentro, el afuera comenzó a tomar cuerpo como relato durante los talleres que el reportero gráfico suele realizar junto a Adriana Lestido. El disparador, en tanto, había alcanzado a Rio algunos años antes. "La idea surgió cuando fui a hacer una nota para Rosario Express al pabellón evangélico en la Unidad 3. Entramos con el pastor y me sorprendió ver a un tipo grandote que lo abrazó llorando. Al mes de hacer esa nota, volviendo a casa en el 125, que da la vuelta a La Redonda, vi a este tipo grandote y me llamaba la atención que miraba la calle con una mirada diferente al resto. Ahí me surgió la inquietud de pensar cómo sería el último día de alguien en la cárcel", relata Rio a Rosario/12.
Con esa incógnita como motor, el fotógrafo se contactó con las autoridades de la Unidad 3, que se mostraron abiertos a la propuesta del fotógrafo, que pronto descartó aquella idea primaria: "Lo que yo imaginaba no existe, los pibes no salen de un día para el otro, tienen salidas transitorias, laborales. Así empecé a trabajar con el gabinete pedagógico buscando pibes que estaban por salir en libertad. Al principio iba a trabajar siete historias, de las cuales quedaron cinco. Trabajé más o menos un mes con cada uno de ellos, nos encontrábamos adentro del pabellón, tomábamos mate, los esperaba a la salida, iba a la casa. Cuando empiezo un trabajo no lo guiono, tengo en claro lo que voy a buscar pero no sé cómo. Lo que me interesaba era mostrar a los pibes tratando de salir de la cárcel, cómo recomponían su historia. Pero no era muy claro lo que quería. Porque tampoco me interesa la historia como algo lineal".
Dos años después de haber concluido el registro, a comienzos de 2014 Rio asistió a un nuevo taller de Lestido, en Mar Azul, donde terminó de definir que esas cinco historias confluirían en un único relato. "Así está montada la muestra, como una única historia --remarca--. También con esta ambigüedad en la que no sabés si lo que ves es el adentro o el afuera. Porque para estos chicos es difícil el proceso de salir, encontrarse con el afuera después de estar tanto tiempo ahí adentro".
Sin descripciones o epígrafes que anclen la imagen a su contexto, la muestra de Rio cumple con su objetivo de poner al espectador en una línea de frontera, a interrogarse en qué lado del umbral nacieron las imágenes. "Hay imágenes que parecen que son la cárcel y a lo mejor es su casa. Uno de los chicos cuando volvió a la casa de su mamá se armó el mismo cuarto que tenía en la cárcel. Eso es lo que me interesa: más que mostrar algo muy concreto, me interesa que las imágenes movilicen", explica Rio, que optó por un soporte analógico y un cuidadísimo blanco y negro.
Al respecto, el fotógrafo concluye: "Me gusta revelar el negativo. Me interesa tener el soporte del negativo. Si bien lo digital está incorporado al trabajo profesional, en la fotografía de autor me interesa más tener el soporte físico. Además me gusta la sorpresa. El momento de revelar implica encontrarte con imágenes que a lo mejor hice veinte días antes. Y al blanco y negro lo pienso mucho mejor que al color. Es, si se quiere, una cuestión subliminal".
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