Miércoles, 31 de diciembre de 2014 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. LLEGARíA EL SILENCIO, DE LAURA ROSSI
Ganadora en la categoría Novela del Concurso de Narrativa Río Ancho Ediciones, la obra propone un universo que se parece al imaginario social de la dictadura que fueron construyendo quienes no la vivieron o la sufrieron demasiado cerca.
Por Beatriz Vignoli
Es posible que la verosimilitud del realismo fantástico, no sólo para el lector sino (en primera instancia) para quien escribe, dependa de que algo de lo narrado sea creíble como verdadero. Por eso, se nutre de historias reales que se hallan en los lindes de lo posible.
Y mucho de lo que sucedió en el país bajo la última dictadura es tan tristemente inverosímil como la más delirante de las ficciones. La constante huida a la deriva que emprenden Paula y Horacio, la pareja de "turistas" que protagonizan la tercera novela de Laura Rossi, Llegaría el silencio (Río Ancho Ediciones, 2014; ganadora en la categoría Novela del Concurso de Narrativa Río Ancho Ediciones 2013), es algo que muchos militantes políticos han tenido que hacer para sobrevivir. Rossi consigue transformar aquella anécdota en algo a mitad de camino entre la distopía de terror y la novela de dictadores. Suma una alegoría ("el muro") que une el pasado reciente y la sociedad contemporánea; narra desde múltiples puntos de vista. Estos compensan la inevitable escotomización de la realidad que se produce bajo un régimen de silencio. ¿Qué narrar cuando ya no hay sociabilidades?
Los ingredientes están equilibrados y la mezcla se saborea a lo largo de las 145 páginas. Aunque se agúe un poco entre los tópicos del boom latinoamericano o se espese en el ejercicio de una voz inocente (algo que ya hizo Faulkner inimitablemente en el primer capítulo de El sonido y la furia), Llegaría el silencio es una novela muy bien escrita, el virtuosismo de cuya prosa literaria vuelve interesante la aridez concentracionaria que transitan sus deshumanizados personajes.
La acción transcurre en 1984, no sólo un dato histórico sino tal vez un guiño literario a la distopía totalitaria por excelencia: 1984, de George Orwell. Y transcurre en Olivares, el típico pueblito ficticio del terror metafísico, devenido por obra del terror político en una institución total, súper vigilada, donde los chismes están prohibidos por decreto. Pero el intendente, con la intención oculta de controlar los rumores sobre su patética vida privada, instituye un precursor analógico (y literal) de las redes sociales en Internet.
El universo de Llegaría el silencio se parece al imaginario social de la dictadura que fueron construyendo quienes no la vivieron o la sufrieron demasiado de cerca. Las prohibiciones de la época se extreman al punto de que casi nadie puede festejar un cumpleaños. Precisamente esta estética expresionista de la novela potencia su valor de denuncia. Al igual que su novela anterior, Baldías (2013, Erizo Editora, finalista del Premio Clarín Novela en 2012; suerte corrida el año anterior por su primera novela, Suturas), Llegaría el silencio insinúa una tesis sociológica sobre la responsabilidad moral de las redes de complicidades en la reducción de personas humanas a "hilachas" que pueden ser barridas sin que nadie pregunte. La novela es una distopía opresiva y enigmática cuyas respuestas se encuentran afuera del texto, en lo que el lector sabe sobre los desaparecidos.
Laura Rossi nació en San Miguel (Buenos Aires) en 1980. Es licenciada en Letras y magíster en Gestión de Proyectos Educativos. Desde 2009, vive en Rosario, donde asiste a los talleres de escritura de Tomás Boasso y de Marcelo Scalona, quien es el autor del prólogo de la novela e integró el jurado del concurso donde salió seleccionada.
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