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Miércoles, 31 de diciembre de 2014

CONTRATAPA

Año Nuevo

 Por Candela Sialle

El calendario que sustituyó al juliano fue obra del papa Gregorio XIII. Por su intervención el Año Nuevo comenzó a festejarse el 1 de enero remplazando al 21 de marzo seguido hasta el momento, en conmemoración de la asunción al trono de Diocleciano Augusto, emperador de Roma ( 285 305).

Corría 1582 y en la atmósfera renacentista el Cristianismo cocodrilo despertó para no ser convertido en cartera. Dio un golpe de timón y entre otras misivas transformadoras conminó a las naciones católicas a encuadrarse tras la referencia del nacimiento de Jesús. Este acontecimiento pasaría a regular los festejos del Año Nuevo. Paulatinamente todos los Estados católicos incorporaron el calendario que nos rige actualmente. Los rusos fueron los últimos. Se decidieron por el calendario gregoriano en 1917. Rusia oficializa el catolicismo junto al "sucio trapo rojo".

Los sabios chinos gozan de laxitud. El Año Nuevo chino adolece de nomenclatura rígida. Comienza entre el 21 de enero y puede prolongarse hasta el 21 de febrero. Es la Luna nueva de Acuario el acontecimiento que irá a determinarlo. El Rosh Hashaná (cabeza de año) judío empieza en el mes de Tisri del calendario hebreo, que equivale a septiembre u octubre del nuestro gregoriano. En cambio el Año Nuevo musulmán, irrumpe en el mes de Muharram, para nosotros, fines de enero/ principio de febrero. Tailandia, Camboya, Birmania y Bengala celebran el Año Nuevo entre el 13 y 15 de abril. El Año Nuevo Etíope es el 11 de septiembre.

La ciudad de Buenos Aires, por la ley 1550 sancionada en 2004 instituyó el 21 de junio como Año Nuevo de los pueblos originarios. Ese día los niños quedan exceptuados de concurrir a clase.

Kant decía que el sujeto sufre de tres apetitos malsanos: Ehrsucht (sed de honores), Herschucht (sed de dominio) y Habsucht (sed de bienes). Las tres pulsiones atraviesan el acto de definir fechas y a partir de ellas, idear cómputos sobre el devenir. El cálculo, el dominio sobre el tiempo pasado, presente y fundamentalmente futuro, es problema filosófico remanido y más remanida aún, la angustia existencial que lo anima.

En ninguna Patria, lejana o presente, se advienen los hombres de fe a aceptar la quinta definición propuesta por la Real Academia Española para el verbo perder: vencido. Por ello se soslaya la pérdida y se sobrevalúa, ¿se celebra? lo que vendrá.

Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto se alzó con ocho premios Goya. Victoria Abril/ Gloria, es la destinataria de la nota de una suicida: "Sé todo lo feliz que puedas", lee en la escena final de la película. El tiempo abierto y su después genera pánico pero la certeza de lo irreversible enloquece. De aquí, eso de "lo pasado pisado".

De todos los vecinos de la Historia, occidente es el peor. Esta convencido de eso es mejor no saber, aunque eso no deje de estallarle como masacres áulicas o como consumo de armas para defensa doméstica en las dimensiones mas altas de cualquier lugar y tiempo. Proporcional a esta clausura sobre el pasado es su incertidumbre sobre lo próximo. De uno u otro lado, occidente perece como animalito sufriente permeable a los dichos de emperadores de goma.

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