No son pocos los estudios actuales que ratifican los innumerables beneficios de la música clásica sobre el desarrollo psicomotriz de los niños. Desde la invención de la musicoterapia, pasando por los efectos del llamado "Efecto Mozart", hasta la llegada a estas costas del mágico "Método Suzuki", las noticias sobre el tema se han reproducido en los últimos tiempos, a tono con el creciente interés de los padres en que sus hijos desarrollen sus potenciales al máximo.

Acompañando esta idea, la Secretaría de Cultura de Rosario ha tenido una iniciativa más que interesante: hacer que los niños se interesen por la música de la mano de un gran maestro, en este caso, un rosarino que brilla en el mundo: Eduardo Delgado. Con la estricta consigna de que vayan acompañados de un chico, los adultos podrán disfrutar de un concierto didáctico a cargo del maestro, hoy, a partir de las 16, en el teatro El Círculo (Mendoza y Laprida).

"Este espectáculo lo he hecho varias veces en Japón, en Hiroshima, en Osaka y en Tokio, siempre con una interesante respuesta del público --cuenta el pianista--. Este concierto está pensado de tal manera, que los chicos comprendan que la música es algo que nos pertenece a todos, que es algo que todos podemos disfrutar, que todos podemos entender, que todos podemos aprender a hacer".

Estructurado en torno a piezas clásicas de Mozart, Bach, Schumann, Vivaldi y Beethoven, entre otros, esas que todos, inclusive los niños, han escuchado aunque sea una vez, el concierto se desenvuelve entre fragmentos de los grandes clásicos e intervenciones del maestro dando testimonio de su propia experiencia, contando alguna anécdota histórica o explicando pedagógicamente los secretos para convertir el sonido en ritmo y el ritmo en música.

"Los chicos son como esponjas. Mucho más sencillamente que nosotros los adultos, pueden captar el sentido de una pieza, sus interpretaciones son maravillosas --explica el músico--. Yo siempre he creído en los beneficios de la música. Lo que ocurre es que la gente es un poco incrédula con estas informaciones. Se ha comprobado que los chicos que escuchan cierta música clásica mientras estudia mejoran su rendimiento. Además, la música es un bien que está al alcance de cualquiera, uno no tiene que tener una formación especial, ni ser un intelectual. Por eso, en este concierto hago piezas que hice en mis primeras presentaciones, cuando tenía siete años".

Y para que la fiesta tenga el tono imaginable, Delgado ha invitado a la Orquesta Infantil de Radio Clásica, "con ella vamos hacer tres temas juntos: una sonata de Schumann, 'Adiós Nonino', de Piazzolla y 'Alfonsina y el mar', de Ariel Ramírez, "porque el oído de los niños sabe reconocer, incluso mejor que los grandes la buena música, y la buena música no tiene género. Con esto, Delgado completa una propuesta que tiene por finalidad acercar a los niños a la música, en un doble sentido: como escuchas y como potenciales intérpretes.

"Creo que si un chico ve a un grande haciendo algo que le gusta, probablemente piense que es muy difícil y que esperará a crecer para intentarlo. Pero si ve que alguien de su edad puede hacerlo, seguramente eso lo alentará a intentarlo --dice el maestro, en diálogo con Rosario/12--. Es importante que los adultos creemos el interés, hagamos surgir la curiosidad en los niños, para que ellos sean quienes empiecen a seleccionar lo que escuchan y sepan diferenciar lo bueno de lo malo. Lamentablemente el panorama de lo que escuchan hoy los adolescentes es terriblemente pobre. La verdad que escuchar hoy a Beethoven o a Mozart como timbre de un celular es algo tristísimo. Esos nuevos ritmos, hechos con computadoras, están muy lejos de educar el oído, todo lo contrario. Y con esto no quiero decir que solo la música clásica es buena. De ninguna manera. Hay buena música en todas las épocas, en todas las culturas, en todos los géneros. Lo que sí es cierto es que la música clásica es una excelente puerta para ingresar al mundo de la música.

En cuanto a su propia experiencia, a sus primeros acercamientos a la música, Delgado tiene recuerdos que se remontan en el tiempo, incluso hasta momentos en los que, según los expertos, no debería tener memoria. "Tuve el privilegio de tener una mamá maestra de música, de modo que desde bebé escuchaba muy buena música. En ese sentido pienso que desarrollé un oído fino, tanto, que a los tres años ya corregía las notas equivocadas de sus alumnos: me sentaba al piano y con las piernitas colgando les decía cuál era la nota que tenía que tocar".