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Miércoles, 3 de junio de 2015

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. LAS AGUAS CáRDENAS, DE ROBERTO RETAMOSO

Autocrítica política novelada

La obra del escritor y docente rosarino busca relatar la historia reciente más allá del blanco y negro de la historieta maniquea, dándole el espesor y la riqueza de claroscuros que sólo puede infundirle la literatura.

 Por Beatriz Vignoli

Según el diccionario de la Real Academia Española, el adjetivo "cárdeno" nombra tres colores distintos según el soporte. En general, significa "de color amoratado"; dicho de un toro, se refiere al "de pelo negro y blanco", y dicho del agua, a la "de color opalino". Las aguas cárdenas, primera novela de Roberto Retamoso, publicada en la colección Ciudad y Orilla del sello rosarino Homo Sapiens y presentada el sábado, juega desde el título con estas ambigüedades y matices como alegoría de una valiente propuesta: relatar la historia reciente más allá del blanco y negro de la historieta maniquea, dándole el espesor y la riqueza de claroscuros que solo puede infundirle la literatura.

Unas aguas teñidas de sangre pueden también relucir al sol del presente. Al igual que en sus libros de poemas y de crítica literaria, Retamoso apuesta a la obra literaria y al discurso crítico en torno a ella como espacios discursivos donde matizar las duras luces y sombras de la Historia oficial. Con cautela, habiendo sido parte y sin negar la división entre militares asesinos y víctimas inocentes instalada en los discursos por la justicia y la memoria de la última década, el autor se atreve a construir una invención novelística que sirva como ejemplo de que una mayor complejidad es pensable en cuanto al reparto de responsabilidades políticas. Cuando su alter ego en la ficción plantea su autocrítica ante un grupo de militantes veteranos del peronismo de izquierda, las reacciones son adversas, anticipando quizá las de los lectores. Pero el protagonista de Las aguas cárdenas cuenta con otra audiencia en esa reunión: los militantes jóvenes de hoy.

Roberto Retamoso (Rosario, 1947) se graduó como profesor en Letras de la Universidad Nacional de Rosario en 1975, poco antes del golpe de Estado. Habiendo estudiado en una universidad que vivió la efervescencia de los movimientos estudiantiles surgidos ante la dictadura anterior (la de Onganía), Retamoso fue docente allí en 1974 y 1975, año en que fue separado de su cargo hasta que la democracia lo repuso en sus funciones en 1984. Doctor en Humanidades y Artes con mención en Literatura por la UNR desde 2003, actualmente es titular de dos cátedras en la Escuela de Letras donde se formó. La memoria de su época de estudiante es revivida con templado afecto en la novela. Muchos de los bares que menciona siguen estando; algunas de las personas a quienes nombra con su nombre y apellido, también. Otras, no. El homenaje de la dedicatoria fue expandido a canciones por Pablo Read, quien prepara un disco de música popular inspirado en el libro.

Con una estructura narrativa sólida que le permite navegar entre los diversos géneros del ensayo crítico sobre poesía, el diario íntimo, la crónica, las memorias, la historia y la novela misma, Las aguas cárdenas es un libro necesario. No en el sentido filosófico (podría no haberse escrito, lo que sería una pena) sino por lo que aporta al debate sobre la opción por la violencia armada de las organizaciones políticas en los 70, a la cual en el libro se alude más precisamente como una militarización. Sus pasajes historiográficos transmiten con precisión la complejidad de la época, recuperando los términos correctos para sus diversas identidades y educando a los lectores mucho mejor que cualquier mitología heroica. Con una prosa de muy alta calidad y desplegando saberes de diversas disciplinas, guiños e intertextos (véase en la segunda página la alusión a Zama, de Di Benedetto), en lo narrativo la novela da un salto cualitativo.

Se trata de rescatar una figura ejemplar precisamente por lo insignificante, absurda e ignota; una figura que justamente por lo insustancial de su existencia, por lo tragicómico de su porte y por lo gratuito de su muerte pueda revelar la injusticia en estado puro. El Mono Cárdenas cumple esa función. La novela no se trata de él, sino de un doctor en Literatura que escribe sobre él, buscando recuperar su historia olvidada. El Mono pudo ser a las hagiografías montoneras lo que Don Quijote de la Mancha a las novelas de caballería: un baño de humildad, un mazazo de parodia capaz de liquidar una época. Una bomba. No lo es; pero, como los buenos trabajos académicos, el libro crea las condiciones para que futuros investigadores continúen la tarea, a través de las puntas que abre. De entre las cuales no es menor un cierto humor peronista, ni los secretos para lograr un buen asado.

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Roberto Retamoso es doctor en Humanidades y Artes con mención en Literatura por la UNR.
 
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