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Miércoles, 3 de junio de 2015

OPINIóN

La lucha y la justicia

 Por Pedro Salinas*

Estamos a apenas días del jueves 4 de junio, fecha en la cual se

cumplirán seis meses de la histórica jornada en la que se dictaron las

ejemplares condenas a quienes asesinaron a nuestros compañeros Jere,

Mono y Patóm, en lo que se constituyera como el punto de inflexión de

una ciudad sitiada por la violencia y la impunidad: el Triple Crimen

de Villa Moreno. Ironías del destino, justeza de la historia o mera

casualidad: exactamente medio año después nos enfrentamos a un nuevo

desafío: las audiencias orales de apelación, precisamente, de aquellas

históricas condenas. Este jueves 4 y viernes 5 de junio, tendrán lugar las audiencias orales de apelación, en las que por un lado esperamos se confirmen las condenas dictadas por el Tribunal para los asesinos de nuestros compañeros, como así también se revea la absolución a Daniel

"Teletubi" Delgado y Brian "Pescadito" Sprio por la portación

ilegítima de arma de fuego (considerada de guerra).

Llegamos a estas audiencias en un contexto por demás inquietante: si

la sentencia del juicio oral y público por el Triple Crimen de Villa

Moreno podía apreciarse como un avance en el angostamiento de la

impunidad con la que se manejan estas bandas narcocriminales, como la

posibilidad de haber puesto a la Justicia tan siquiera por una vez a

la altura de las lamentables circunstancias históricas que nos

atraviesan, el reciente acuerdo abreviado (o "negocio jurídico", como

lo bautizó el cuestionado Juez de Instrucción Juan Carlos Vienna) con

el líder y algunos integrantes de la banda Los Monos opacan

incontestablemente aquellas apreciaciones.

Hablamos del contraste que se establece entre un proceso judicial que

en sus tres largos años de ejecución transparentó absolutamente todas

y cada una de sus instancias. La vocación que sostuvimos incólume fue

la de que el proceso judicial no sólo desemboque en una condena

efectiva para los asesinos de nuestros compañeros, sino que además sus

distintos pliegues, sus marchas y contramarchas se expongan

públicamente, que el proceso mismo esté al alcance de la ciudadanía

toda, y que el desempeño de cada uno de los actores, en cada una de

las instancias, sea también objeto de reproche público o no (es que de

eso se trata, para nosotros, la democracia. Y la democracia debiera

alcanzar a todos, sin privilegios de poderes o castas constituidas).

Probablemente es eso lo que molesta (o atemoriza) a quienes

intervinieron en la defensa de algunos de los procesados por el

asesinato de los pibes, y que se han cansado de confundir la "presión

social" con el escrutinio público de un proceso que de ningún modo

debería circunscribirse a los sombríos pasillos de Tribunales. Tan

probable como que son los mismos que en este caso celebraron el

acuerdo abreviado que, entre otras menudencias, bajaron la acusación

de uno de los acusados de ejecutor material de homicidio agravado a

partícipe secundario. Y en ello residen las dos formas de la Justicia:

una, la que venimos reivindicando y construyendo hace más de tres

años, que en un contexto de agobiante crecimiento de la violencia

encontró en la movilización una herramienta para que el proceso

judicial no se subsuma a las oscuridades de los Tribunales, con sus

mezquindades consabidas, con su "presión corporativa" que ningún

abogado defensor osa denunciar. La otra: la que unos pocos entretejen

desde el poder de sus inaccesibles despachos, y los resultados están a

la vista, nos eximen de cualquier consideración.

El proceso de movilización incesante que logró visibilizar el caso, la

vocación de esquivar el circular camino de la venganza para

predisponerse a luchar por Justicia, coronó aquel 4 de diciembre de

2014 con una sentencia inédita en nuestra provincia, que graficó con

contundencia las potencialidades de una experiencia popular nacida

desde el corazón mismo de los entornos periféricos, esos mismos

territorios donde otros solo ven conflictos y la explicación de todos

los males. Esos mismos territorios desde donde nosotros supimos

mostrar no sólo la voluntad para torcerle el brazo a la impunidad,

sino también que los otros mundos posibles empiezan en éste, y que de

eso se trata la construcción cotidiana de #CiudadFutura, la que

vivimos hoy y queremos para mañana.

Por eso, vamos a volver a Tribunales a defender lo que es nuestro,

pero también de Jere, de Mono, de Patóm y de todos los rosarinos:

justicia, la forma que nosotros le dimos desde la ignominia del

presente.

Porque dijimos que en este rinconcito de la Patria hacer Justicia es

hacer Historia. Y porque definitivamente lo hicimos. ¡Vamos a

defenderlo!

*Dirigente del Movimiento 26 de Julio.

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