El flamante disco A siete jardines del sol marca un nuevo rumbo para Sur du monde, el grupo que conforman Pablo Cravzov en guitarras y voz, Sebastián Martino en guitarra y voz, Manuel Mori en bajo y Walter Randisi en batería. En este tercer trabajo, la banda rosarina demuestra una madurez que se traduce además en la apuesta a un esquema de producción que sumó a Billie Gómez, Patricio Claypole y Ezequiel Fructuoso en la grabación, a Dani Pérez en la mezcla y a Pol Nada como productor artístico en "El jardín" y "Febrero", dos de las siete canciones que conforman al disco. Posibles de ser encuadradas dentro de rock-pop, las composiciones tendrán esta noche su presentación formal con el show que, desde las 22, la banda ofrecerá en McNamara (Tucumán 1016), donde reversionarán temas de sus dos primeros discos y sumarán además algunas sorpresas.

Para el cantante Pablo Cravzov, A siete jardines del sol evidencia el crecimiento del grupo, que buscó aquí potenciar la experiencia adquirida durante la grabación de Onírico y Tres. Publicado por Fluorescente discos, con el apoyo de Espacio Santafesino, este nuevo material marca un salto de calidad respecto a sus predecesores. Pero, además, abre un nuevo rumbo para el grupo, según admite el cantante y guitarrista: "Musicalmente estamos cambiando. Este disco fue como un salto estético en otra dirección. Si bien sigue estando nuestra impronta, estamos buscando alejarnos quizás un poco de las guitarras, de la forma de componer o arreglar las canciones. Fue un proceso más consciente, porque sabemos hacia dónde queremos apuntar. A lo largo del tiempo van cambiando las inquietudes artísticas. Y como básicamente somos una banda de canciones, los temas nacen de una forma bastante tradicional, con la guitarra o el piano. Después vamos incorporando los sonidos a medida que vamos arreglando las canciones, y en éso tenemos en cuenta qué tipo de estética queremos darle al trabajo que estamos haciendo en ese momento".

El carácter colectivo de la creación también marca a las letras de este nuevo trabajo. "La composición fue mucho más colectiva, y en algunas canciones nos sentamos juntos a hacer las letras --explica Cravzov--. Hay una canción, 'Voyeur', que escribió Walter, el baterista. Por ahí el tema de las letras me cuesta explicarlo, porque creo que para mí son un trabajo muy inconsciente que hacemos, por ahí con libre asociación por lo que va diciendo la música. No nos planteamos qué escribir, salvo en un tema como 'Laberinto', que habla sobre la identidad y donde nos imaginamos cómo sería el caso de un nieto de desaparecidos que no conoce su identidad, imaginamos qué sentiría antes de saberlo. Tiene que ver con una idea específica sobre un tema que sigue siendo una gran tragedia para nosotros. Pero en el resto de las canciones no está esa lógica de escritura sobre un tema predeterminado".