CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. WAYNE KRANTZ Y GABRIELA ANDERS, JUNTOS EN ROSARIO
El guitarrista estadounidense y la cantante argentina, en pareja desde hace más de una década, decidieron conformar un proyecto de dúo donde buscan descubrir los puntos de encuentro de sus extensas trayectorias indidivuales.
› Por Edgardo Pérez Castillo
A pesar de llevar más de una década como pareja, y de haber colaborado en discos de una y otro, la cantante Gabriela Anders y el guitarrista Wayne Krantz nunca habían avanzado en un proyecto musical auténticamente compartido. Hasta que este año decidieron iniciar un camino de experimentación en el que sus recorridos personales van confluyendo hacia una voz propia. Esta noche, a las 21.30, la dupla llegará a Plataforma Lavardén (Mendoza 1085) para dar un nuevo paso de este flamante camino.
Egresado a fines de los 70 de la prestigiosa Berklee School of Music (a la que regresaría luego como docente), Wayne Krantz ganó prestigio dentro del jazz estadounidense con una ductilidad que le permite ir más allá de las amplias fronteras del género. A lo largo de su extensa trayectoria tocó con Steely Dan, Michael Brecker y Billy Cobham, y viene de editar el elogiado Good piranha bad piranha. Por su parte, Gabriela Anders (hija del reconocido saxofonista Jorge Anders) tuvo una temprana formación de conservatorio en Buenos Aires y, posteriormente, se perfeccionó en arreglos y composición en Nueva York. Allí la cantante fue destacándose a partir de su vinculación con el latin jazz, la música brasilera y los acentos sudamericanos. Después de su debut, Wanting, editado en 1998, Anders publicó otras cuatro placas hasta llegar a Cool again, lanzada este año y que (como toda su obra) puede escucharse en gabrielaanders.com.
Y aunque los recorridos individuales nutren, lógicamente, a esta novedosa propuesta de dúo, el repertorio se basa en composiciones originales, desde donde enfrentan un terreno despojado. "Aunque yo uso algunos loops y percusión, Wayne está solo con la guitarra", explica Anders a Rosario/12, y aclara: "Para mí también es un desafío, porque siempre toqué con una banda. Para mí es como estar un poco en el aire. Hasta ahora las experiencias han sido muy lindas, se está afincando algo, creando un sonido".
Experimentado, el guitarrista se entusiasma igualmente con lo que esta propuesta despierta: "Es shockeante empezar algo nuevo. No hay forma de prepararse. Uno trata de ensayar y buscar que las cosas salgan como desea, pero es imposible hacer éso. Entonces las funciones mismas se convierten en la experiencia. Para nosotros quedó claro rápidamente que esta idea que teníamos desde hace tanto tiempo, pero que nunca habíamos concretado, es en realidad una gran oportunidad para avanzar hacia un montón de direcciones a las que ambos queríamos movernos desde hace mucho tiempo. Estamos realmente esperanzados y excitados al respecto".
Para el guitarrista, el proyecto junto a su mujer le significa además la posibilidad de correrse del rol que históricamente ha asumido: el de líder. "Gab es tan buena música, tan experimentada, que es un alivio --distingue Krantz--. Como líder, tu atención suele estar siempre en la banda, cómo la banda suena, qué hace el baterista, qué hace el bajista, en ver qué está bien o mal. Pero con Gab es diferente, no tengo que hacer éso. Ella también es líder, entonces es una experiencia fantástica. Estoy realmente entusiasmado al respecto".
A nivel musical, el bagaje acumulado por la dupla va confluyendo a partir de las libertades que las composiciones permiten. "Lo que nos une es la parte de improvisación --especifica Anders--. Venimos de diferentes lugares, por eso también se forma algo interesante, porque traemos cosas muy diferentes. De repente hay momentos de silencio, te asustás un poco, porque no está la base rítmica. Es más íntimo, pero tiene bastante poder, porque Wayne es muy creativo con la parte rítmica".
Y si de bases rítmicas se trata (o, mejor, de su ausencia), es el propio guitarrista el que reconoce allí una de las claves del dúo. "Para mí una de las cosas más difíciles fue ajustarme a no estar tocando con el acompañamiento de una batería. Fue una adecuación muy grande para mí, pero estoy feliz de ver que no me llevó tanto tiempo ajustarme a esa situación. Puedo decir que también estoy empezando a tener ese espacio disponible, porque soy un gran fan de la batería, pero sé que ocupa un espacio tremendo a nivel de sonido. Al no tener esa presencia, me estoy imaginando la posibilidad de tener ese espacio abierto para nosotros dos. Es realmente interesante", explica Krantz.
Y, entusiasmado, concluye: "Una de las razones por las que siempre nos llevamos bien musicalmente con Gabriela, porque incluso sin haber tocado antes en dúo yo grabé en sus discos y ella en los míos, es que nos reconocemos uno en el otro. Aunque venimos de músicas muy diferentes, musicalmente hay ciertos valores en los que estamos de acuerdo de una manera muy profunda. Nos aproximamos a la música de modos muy diferentes pero hay ciertas creencias primarias sobre lo que está bien y mal en la música, qué es excitante y qué no lo es. Realmente compartimos éso. Entonces sí, en esta situación de dúo estamos completamente habilitados para conectar esa relación musical. Es algo realmente formidable".
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