Domingo, 24 de enero de 2016 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › SANTANDREA HACE "RODAJAS DE Mí" (MEMORIAS DE LA DIVA OCULTA DE FONTANARROSA).
Con "Rodajas de mí", Silvina Santandrea abre la temporada teatral con la dirección de Adrián Giampani y la participación especial de Franco Fontanarrosa. Un gran homenaje al humorista rosarino pero también un despliegue enorme de talento sobre el escenario.
Por Julio Cejas
Partiendo de la base de aquella propuesta estrenada en el marco de los Cuatro Cuartetos, donde se homenajeaba la figura del Negro Roberto Fontanarrosa, Silvina Santandrea, Adrián Giampani y Franco Fontanarrosa, retornan "corregidos y ampliados" en "Rodajas de mí", espectáculo que abre la temporada teatral, desafiando a las altas temperaturas de este veranito rosarino. Desde el punto de vista de la estructura y el armado, en líneas generales, la propuesta transita por los mismos carriles dramáticos del texto original al que se le agregaron los cuentos "Sara Susana Báez, poetisa" y "Memorias de una estrella".
En el medio del espectáculo llega el inevitable homenaje al autor de tantos personajes recordados, que ahora aparecerán en una pantalla, por momentos demasiado redundante, mientras Franco Fontanarrosa - un músico exepcional que ha tocado ya con grandes instrumentistas del extranjero- ejecuta en su bajo los acordes de la célebre marcha centralista, música celestial para uno de los canayas más famosos del mundo.
Un clima de suspenso prepara la llegada anunciada de Sara Susana Báez, la diva esperada por su público, cuya imagen se repetirá incesantemente, a través de una pantalla que insiste en devolverle fragmentos de su gloria.
Pronto y respondiendo a la voz que la presenta, irrumpe con ese discreto encanto que tienen las divas, casi levitando sobre el escenario, hasta encontrar un impedimento para el libre desarrollo de su show: Un músico que intenta probar su instrumento y al que nadie habría invitado según Sara: "¡Invitan a cualquiera!", grita después de pedirle que se retire.
Este obstáculo es el que opera de disparador, no hay diva que soporte a otra persona en el escenario tratando de robarle la luz que le pertenece por trayectoria y por talento. Al menos es lo que todas las divas piensan de sí mismas.
En este sentido este irreverente músico que sin saberlo va a aportar el ingrediente más explosivo para el lucimiento de nuestra amada Sara Susana Báez, será el partenaire apropiado para que la estrella demuestre su capacidad de seducir a los espectadores contando intimidades de su vida desopilante y muy rica en todo tipo de avatares.
La estrategia de este espectáculo pareciera abrevar en aquel incidente que provocaba un hecho inesperado en el protagonista del recordado monólogo de Chéjov "Sobre el daño que causa el tabaco". Aquella supuesta conferencia sobre los estragos del tabaco, le servía al improvisado conferencista de pantalla para argumentar, lo que en realidad le urgía contar para hacer su catarsis, de la misma manera que este impedimento a la diva por concretar su show le proveerá los elementos necesarios para hablar de lo que realmente la protagonista quería hablar.
Chéjov le hace decir a su personaje: "Ya que no podemos ser felices, por lo menos vamos a estar entretenidos. El aburrimiento es terrible, no me extraña nada que el hombre sea el único animal capaz de pagar para que algo o alguien le entretenga por unos instantes".
Por eso nuestra estrella en cuestión va a recurrir permanentemente al alcohol para soportar semejante responsabilidad que implica impedir el aburrimiento de sus seguidores, después de todo, ellos también han pagado para que ella los mantenga entretenidos.
Pero Silvina Santandrea va más allá del entretenimiento, compone un personaje que trasciende la propia escritura en la que está basado el trabajo original: Pela auténticas rodajas de sus vivencias como actriz y como mujer y las reparte generosamente.
A lo largo de su despliegue por gran parte del espacio escénico del teatro La Comedia, Santandrea se mete en la piel de Sandra Báez para recuperar otras pieles: La de Bárbara Stupenda que vive preocupada por la imagen y por las cirugías, aquella entrañable ama de casa que es la Mirta, la piel de aquellas criaturas que transformaban los cuentos infantiles en aventuras eróticas, tantas rodajas. Tantas.
Una actriz forjada en el teatro de bares, con las inevitables influencias de Andrea Fiorino, Alejandra Gómez, y tantas otras comediantes rosarinas, va a desplegar una energía que tiene su cable a tierra en la presencia del músico Franco Fontanarrosa y en la contención de un director experimentado como Adrián Giampani.
La voz, el cuerpo y la gestualidad de una cada vez más atrapante Silvina Santandrea, son la clave del éxito de un trabajo que se configura con aristas marcadamente locales, especialidad del autor que sigue pintando su aldea para ser totalmente universal.
Todos los interesados en probar estas sabrosas "Rodajas de mí" (Memorias de la diva oculta de Fontanarrosa), deberán acercarse al Teatro La Comedia (Mitre y Cortada Ricardone), los sábados de enero a las 21.30 horas, dentro del Ciclo "Un verano fresquito", que incluye los viernes en el mismo horario, la performance Temporada alta, del grupo Rosario Stand Up.
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