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Domingo, 24 de enero de 2016

CIUDAD › BARES, RESTORANES, PARADORES Y LANCHAS VAN A PéRDIDA POR LA CRECIDA Y LOS CAMALOTES.

Lo que el agua se llevó este verano

Aseguran que la temporada está perdida. Ya no queda playa en la Rambla I y II, y sólo un poco de arena en La Florida. Los balnearios tienen poca concurrencia y los comercios casi no recaudan. Hay miedo a víboras y alimañas que llegan en los camalotes.

 Por Juan Giosa

La crecida del Río Paraná, y la llegada imparable de gran cantidad de camalotes con animales, bichos y roedores inusuales en nuestro paisaje tradicional, no sólo produjo el flagelo de las inundaciones en varias zonas de la costa rosarina y de las islas, sino que también perjudicó la actividad comercial que se desarrolla a lo largo del paseo ribereño rosarino. Los más afectados fueron los comercios de la Rambla Catalunya, que aseguran que la convocatoria descendió casi un 90 por ciento en comparación con años anteriores.

En un recorrido por los distintos sectores que conforman la costa de la ciudad, el panorama es desalentador. Principalmente, es en el balneario público conocido como Rambla Catalunya I y II donde más están sufriendo esta situación. Así le reconocieron a Rosario/12 los encargados de los distintos bares, restaurants y pequeños locales gastronómicos que se encuentran allí.

Mucha gente corriendo o en bici se puede observar por el corredor costero a la media tarde de un Jueves, pero solamente de paso. Son pocas las personas que disfrutan de la reducida zona de playa y algo similar pasa con los bares, donde solamente algunas mesas están ocupadas. La presencia de los camalotes y el miedo a la aparición de algún animal peligroso o la abundancia de insectos hizo que la convocatoria masiva haya mermado considerablemente. Además, la crecida llegó hasta el nivel de los locales e incluso dejó bajo agua algunas partes de los mismos, por lo que varias mesas debieron ser trasladadas por medidas de seguridad. Los modernos "foodtrucks" ubicados sobre la Avenida Carrasco tampoco escapan a la realidad de la falta de clientela.

Mario Cornaglia, actual concesionario de la rambla, le admitió a este diario que si bien la actividad hace años que viene cayendo por distintas circunstancias, esta nueva situación les trajo grandes complicaciones desde el punto de vista económico. "Obviamente que el tema de los camalotes y el miedo que tiene la gente nos jugó en contra. Recién hace 15 días que tuvimos suerte con el viento y pudimos dejar operativas dos playas, que están limpias y sin vegetación", contó el empresario.

Actualmente, las dos zonas habilitadas para el baño son las que se encuentran entre los bares Caracolas y Primavera, y la que está entre Primavera y NaturalMystic. Estas playas cuentan con el servicio de guardavidas, quienes aseveran que no han tenido mayores problemas con alimañas o víboras peligrosas, salvo algunas culebras que reconocen como inofensivas. Un solo caso de Yarará fue denunciado cerca del lugar, pero rápidamente fue contenido y no se registraron víctimas.

Por el contrario, desde la plaza seca de la rambla para el lado de la Florida y hasta el bar Mordisco esta clausurado por la presencia de escalones de hormigón que pueden resultar peligrosos para los bañistas.

"Si bien hoy con esas dos playas abiertas el escenario es otro, porque comenzó a llegar gente, viene menor cantidad que a lo que acostumbramos", se lamentó Cornaglia. Durante la noche la situación es la misma, ya que los bares como Natural Mystic que solían llenar su capacidad incluso durante la semana, hoy no consiguen ocupar todas sus plazas.

Una de las causas a las que atribuyen esto, es la desinformación que se transmitió desde los medios y "el mensaje que se pasó en un primer momento de que toda la Rambla estaba cerrada y no era así". También acusan que se agrandó demasiado el tema sobre la presencia de ratas, serpientes, arañas, alacranes y animales salvajes en toda la costa, cuando lo que observan son los bichos o iguanas que ven comúnmente por esos lugares.

Además, destacó el esfuerzo de los propios empleados del lugar: "En toda la Rambla hay más o menos 130 trabajadores, entre los comercios y los bañeros. Esto se está manteniendo gracias al laburo de cada uno de ellos". Fueron los propios guardavidas los que pusieron una valla de contención para evitar la afluencia masiva de camalotes en la zona de baño, y junto con los encargados de los establecimientos gastronómicos pudieron retirar recién hace 15 días, cuando cambió el viento, la gran cantidad de estas plantas acuáticas que llegaban a meterse dentro de los locales costeros.

Al presente, están esperando que la Municipalidad pueda colaborar para limpiar una parte del río donde se concentraron tantos camalotes que se hace imposible removerlos sin una maquinaria pesada, como puede ser una retroexcavadora o remolcadora. Según denunciaron algunas personas del lugar, esta acumulación se puede deber a la infraestructura del Club Remeros, guardería de embarcaciones pegado a la rambla, que genera un gran tapón donde chocan y se empiezan a amontonar, provocando que comiencen a irse de sur a norte, en dirección de los bares y la playa.

Distinta es la situación del balneario La Florida, que según Lucas de la Torre, presidente de la Empresa del Estado Municipal "Costanera Norte", no tuvieron mayores inconvenientes por la crecida. Aseguró que no registraron ningún problema en lo respectivo a la llegada de camalotes con alimañas y víboras. Esto se debe a que hace tiempo colocaron una barrera de contención, similar a la que se utiliza en los casos de derrame de petróleo, que detiene el ingreso de todo tipo de vegetación. La única contrariedad que reconoce es el hecho de que la parte de playa se hizo más angosta por la subida del agua.

En lo relativo a la convocatoria de este verano, asegura que no están teniendo ningún problema ya que nunca debieron cerrar el balneario y están manteniendo la línea de presencias históricas que tienen en esta etapa del año.

Por otro lado, desde el 1º de Enero se encuentran suspendidos los traslados en taxi-lancha hacia los paradores de las islas del Banquito San Andrés, que salían desde la Estación Fluvial. Desde ese puerto emitieron un comunicado donde consideran que "los muelles de destino se encuentran inhabilitados para recibir pasajeros". Por el momento sólo se ofrecen paseos en lancha de una hora de duración, que cuestan $200.

Por esta circunstancia, los paradores de las islas consideran que la temporada está perdida. "Desde ya podemos anticipar que todo enero y febrero vamos a estar cerrados. Nos quedarán algunas semanas de marzo, pero con los chicos en las escuelas se hace difícil", había dicho a principios de este mes Juan Carlos Della Gaspera, administrador del parador Vladimir.

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La llegada de los camalotes alejó a la gente de las playas y temen que siga en febrero.
Imagen: Alberto Gentilcore.
 
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