Jueves, 14 de septiembre de 2006 | Hoy
"31 Minutos", primer noticiero infantil latinoamericano, resultó un éxito inesperado. Uno de sus creadores, habló con Rosario/12.
Por Fernanda González Cortiñas
En el programa piloto que presentaron ante el Consejo Nacional de Televisión de Chile, un desconocido reportero, Juan Carlos Bodoque, seguía "La Ruta de la Caca". "¿A dónde va después que uno tira la cadena?" preguntaba a cámara con tono inquisidor y gesto circunspecto mientras acompañaba el viaje escatológico con los inefables "testimonios de vecinos" que se quejaban del hedor de las aguas servidas, y la consulta obvia a los especialistas en la materia, que aportaban posibles soluciones para el problema. A las autoridades les gustó tanto la idea de que un títere de colores hablara de temas "serios" en TV, que decidió otorgarle un subsidio para concretar las primeras veintiún emisiones. Pero ya en formato completo, con un conductor con ojos de botón, un comentarista de espectáculos de madera --en el sentido literal del término-- y una pelota con lentes a cargo de los comentarios deportivos, todos parodiando impiadosamente los lugares comunes del periodismo catódico, 31 Minutos --tal el título elegido para este primer noticiero infantil latinoamericano, en obvia alusión al famoso telediario conducido por Mike Wallace--, resultó un éxito de proporciones inesperadas. Tanto, que Pedro Peirano y su socio en la productora Aplaplac, Alvaro Díaz, debieron pergeñar tres temporadas más, ya con fondos de Televisión Nacional de Chile. A partir de 2004, el canal infantil Nickelodeon adquirió los derechos y lo transmite a los países más importantes de América Latina, incluida la Argentina y Brasil, donde la versión en portugués de 31 Minutos ocupa el segundo puesto de los programas más vistos del canal.
Licenciado en Comunicación en la Universidad Católica de Chile, historietista, fanático de los Muppets, Peirano llegó a Rosario para hablar de esta experiencia en el marco del XIII Festival Latinoamericano de Video y III Foro de Comunicación y Cultura.
--¿Cuál es la historia detrás de 31 Minutos?
--En realidad yo estudié periodismo sólo para dejar tranquilos a mis padres. Lo que a mí siempre me gustó es el humor. De modo que luego de hacer algunas revistas en la universidad y algunos programas olvidables en canales de cable que ya no existen, cuando salió la posibilidad de hacer 31 Minutos, busqué mis libros sobre los Muppets y me tiré de cabeza a trabajar en la idea. Con esto quiero decir que desde el principio fue un programa de factura totalmente artesanal. Nosotros hacíamos todo: los títeres, los guiones, la música, los escenarios, la utilería, el vestuario, la iluminación, las cámaras, todo, y por supuesto, también manejamos a los títeres y les ponemos las voces. Yo soy Tulio Triviño.
--¿Cuál fue la consigna al plantearse una continuidad en el tiempo?
--La consigna era sencillamente hacer un programa divertido sin que fuera espantoso. Por supuesto, los primeros fueron espantosos y nada divertidos. Era como una mezcla de conceptos. Poco a poco fuimos descubriendo que lo que teníamos era una comedia de personajes y que debíamos explotar cada carácter. Así fuimos despuntando la personalidad de cada personaje y agregando otros, cubriendo como distintos niveles de "infantilidad". Ahí está Tulio, un niño caprichoso y vanidoso que conduce el noticiero; luego Juanín, su productor, un niño un poco más grande y más responsable, y Bodoque, que es como el único adulto del show. De todos modos nos planteamos que el grupo de trabajo fuera básicamente, un grupo de amigos. Por eso no hay esposas ni hijos; por eso, a pesar de las características de personalidad de cada uno, son amigos. Sí decidimos mantener dos tópicos fijos: ecología y Derechos del Niño. El resto gira sobre cualquier tontería. Cuanto más tonta la idea, mejor. Creo que el secreto para hacer un programa que les enseñe algo a los niños es justamente que no parezca educativo. A diferencia del programa que hacíamos antes, Plan Z --una especie de CQC--, en 31 Minutos lo importante es la gente que se ríe de nosotros, y no al revés. Para mí si 31 Minutos tiene algo de educativo, tiene que ver con que enseña a perdonarnos, enseña a los niños a perdonar a sus papás, a entender que después de todo, somos humanos, con nuestras virtudes pero sobre todo con nuestros defectos. Mi hermana que es psicóloga infantil siempre me decía que lo que hacía falta en la tele para niños no eran temas "didácticos", cosas como enseñar a leer o a contar, sino educación afectiva; aprender a querernos como somos, a convivir.
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