Son las 10 de la mañana cuando el llamado de Rosario/12 interrumpe la jornada de estudio de Mariano Loiácono. De haberse concretado en otro horario, el resultado hubiera sido seguramente el mismo: la dedicación absoluta del trompetista nacido en Cruz del Eje, en 1982, ayuda a comprender la meteórica proyección de un artista que ya es reconocido como uno de los músicos más importantes del jazz argentino y cuya trayectoria incluye también un paso firme por el terreno de la música clásica (formando parte de la Orquesta Sinfónica Juvenil de la UNR y de la Orquesta de la Opera de Rosario). Versátil, inquieto, prolífico --tanto en sus propias creaciones como en su participación en proyectos ajenos--, en 2015 Loiácono volvió a darle vuelo a su formación de quinteto y registró (en vivo, en Thelonious) el disco Black soul, que fue reconocido por la crítica especializada como uno de los mejores del jazz argentino del último año, y que esta noche a las 21 presentará en el Teatro Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río).

Un repaso cronológico por la discografía reciente de Loiácono permite encontrar un antecedente directo de Black soul en What's new, publicado en 2011 por Rivorecords. Luego de aquella edición, en 2012 publicó Warm valley junto a la pianista Paula Shocron y un año más tarde editó Hot house con su noneto. Acompañado ahora por Carmona (contrabajo), Lo Vuolo (piano), su hermano Sebastián Loiácono (saxo tenor) y Eloy Michelini (batería), con esta nueva obra logra plasmar la vitalidad y riqueza alcanzada con el quinteto.

"Pensé que era el momento de hacer un registro, que estaba sonando en buena forma, que la música estaba bastante madura para tomar el riesgo de hacerlo en vivo", reconoce el trompetista, que se rodeó de músicos con trayectorias personales de peso para darle forma a una obra donde se afirma además como compositor, incluyendo cuatro obras propias a una lista que se completa con "I want to talk about you" de Billy Eckstein, "To kill a brick" de Woody Shaw y "We'll be together again" de Carl Fischer. "Hace unos años estaba tocando más versiones de standards. Por una cuestión de elección, me parecía que en el momento era lo que me correspondía hacer, así lo sentía. Pero fue tomando más protagonismo mi música, lo que fue llevándolo a un terreno más particular, porque uno tiene que tratar de hacer funcionar esa música de manera que al incorporar un tema de otro compositor de jazz no quede fuera de lugar, que no quede como una ensalada de música que no se sabe bien lo que es", sintetiza respecto a una convivencia que, en vivo, puede ampliarse a autores como Billy Strayhorn o Billy Harper.

- En tu formación hay una fuerte presencia de la música clásica, mientras que en los últimos años tu actividad estuvo ligada al jazz. Pensando fundamentalmente en tus composiciones, ¿sentís el contacto entre esos dos universos?

- Sí, lo siento todos los días, también cuando estudio, porque estudio todos los días una técnica de trompetista clásico, que a mí me parece fundamental y es algo que tengo siempre a mano. Hasta sigo estudiando los conciertos clásicos de trompeta. Obviamente no al nivel que los estudia un trompetista que se está dedicando a éso, pero trato de tenerlo en dedos, de ver la forma de evolucionar la técnica, estar al día con éso. Porque después hago convivir esa técnica con el lenguaje de jazz. Y supongo que compositivamente, si bien no lo pienso, no lo puedo ver, seguramente en algún lado está, por la cercanía que tengo con esa formación, porque me gusta, porque escucho cosas clásicas, ópera, es algo que me gusta y voy a escuchar. Al momento de escribir supongo que todo eso va a influenciar cuando el lápiz se ponga a trabajar.