Escrita en 1986 por el británico Willy Russel (responsable además de la adaptación cinematográfica de 1989), Yo amo a Shirley Valentine se transformó en una pieza fuerte del teatro argentino. Con una primera versión interpretada por Alicia Bruzzo en 1991 (y que tuvo una reversión en 2005, con Bruzzo como directora), la obra recobró vigor con la puesta que Valeria Ambrosio montó en 2015 y que tiene como protagonista a Betiana Blum, responsable de interpretar a esa ama de casa que, un buen día, acepta rebelarse contra sus autocondicionamientos.

Porque la transformación de Shirley va más allá del quiebre de rumbo de una mujer que se descubre en soledad. Y allí radica la clave del texto de Russell, que se corre de una problemática estereotipada para abordar un yo universal. "El rol y el lugar de la mujer han cambiado mucho desde que se escribió la obra, sin embargo lo que no ha cambiado es este maltrato que hacemos con nosotros mismos, cómo las relaciones se estancan. Pero uno puede salir de éso, y ella lo muestra", apunta Blum, reconociendo allí una de las claves para que la pieza se convirtiera en clásico, y con la que el sábado a las 21 subirá a escena en La Comedia de Mitre y Ricardone.

Protagonista solitaria en una versión que apela a diversos dispositivos tecnológicos, Blum le da vuelo a una pieza que encuentra en el humor el camino para tocar temas sensibles. "La obra plantea la valoración, la aceptación, que esta mujer hace de sí misma. No es un tema fácil para el ser humano, generalmente tendemos a ser bastante exigentes, hablamos mal de nosotros mismos, nos tratamos mal. Imaginate de qué manera podés llegar a tener una vida plena, feliz, si no te aceptás. En la vida todo está por hacerse y, de pronto, se apaga todo. Empezamos a identificarnos con los roles que tenemos que representar, respondemos nada más que a los horarios, entonces la vida se torna oscura, no hay sorpresa. Ella toma conciencia de éso, de cómo las cosas han ido cambiando. Pero es una historia de éxito, porque ella logra salir. Ella es una heroína de lo simple, sale de éso como puede. Eso es muy conmovedor", explica la actriz, que concluye: "El humor es importante porque cuando uno se puede reír se eleva sobre el problema. Creo que una definición bastante sencilla entre la tragedia y la comedia es que, en la primera, te pegás la cabeza contra la pared y no hay salida. En la comedia te elevás y mirás de arriba, entonces ves más, tenés más información. Ahí hay otra visión de la vida".