Casi 150 páginas excelentes por decenas de colaboradores integran el número doble 12-13 de la revista Mancilla, que Nancy Rojas, Ezequiel Gatto y Adriano Peirone presentan este sábado 9 de julio, a las 19, en la Facultad Libre de Rosario (9 de julio 1122). "Mancilla es una revista de crítica cultural, con base en el ensayo como género", comenta a Rosario/12 Juan Laxagueborde, uno de los siete integrantes del comité editorial de la revista surgida en Buenos Aires en 2011 y que patrocina Fundación Proa. Los otros seis son Cecilia Eraso, Fermín Alvarez Ruiz, Magdalena Demarco, Florencia Minici, Nicolás Maidana y el artista y curador Santiago Villanueva, "personas nacidas en los años ochenta que provienen de actividades diversas en torno al arte y las humanidades", resume Laxagueborde.

"La revista plantea discusiones o propuestas sobre cuestiones literarias, urbanísticas, sociológicas, filosóficas", enumera, y señala: "Todos somos lectores de revistas como Ramona, el Diario de Poesía, El Ojo Mocho, Artefacto; además algunos de nosotros hemos colaborado en dos revistas de comienzos de este siglo: Planta y El Interpretador".

Justamente Ramona es el tema en "Las flores y las cebollas", del crítico de arte Claudio Iglesias, que bosqueja quizás un autorretrato generacional a modo de perfil de lector: un pibe de barrio, hijo de psicoanalista e ingeniero, yendo de Flores al IUNA con una fotocopia de Walter Benjamin en la mochila. "Cierta imaginación sociológica, cierta intuición ensayística" es según Laxagueborde la búsqueda.

La de Mancilla es una escritura viva y con rigor conceptual a la vez; el placer de leerla, más allá de la gran calidad de los variados estilos, se debe a que estos autores de la generación del milenio se adueñan de sí al tomar la palabra; se paran ("con una pata en la tradición y otra en la vanguardia", dice Juan) en el mapa del mundo cuando firman.

"No somos parricidas, no pretendemos el cinismo, no pretendemos encontrar lo nuevo y criticar lo viejo", afirma Laxagueborde. Sin embargo, no hay en Mancilla ese tipo de resumen no firmado que se da en llamar editoriales, ni siquiera para organizar los diversos temas abordados: la relación causa-efecto (muy bien documentada) entre agronegocios e inundaciones; el Apocalipsis; amistad y política; cuestiones libertarias, y la década del 2000 en el arte contemporáneo argentino (dossier que incluye un archivo de textos de catálogo de exposiciones de la época, entre ellas una de la artista plástica Mariela Scafati, quien ilustró la tapa de este número).

"Con mis largos treinta y tres años", escribe el fogueado Iglesias (autor de Rubias teñidas, Baltasara Editora, 1985). La reseñista se imagina un vinilo larga duración de 33 revoluciones por minuto: aquel frágil long play, LP o elepé. Pero la tecnostalgia de Lucrecia Lionti, artista tucumana que publica la primera nota de su vida en una prosa que extrañamente deslumbra, acaricia un irisado CD.

"Los Dos Mil también fueron para mí la escena rosarina", anota Lionti recordando "esa sensación de años intermedios entre dejar de tener 20 para empezar a tener 30" (que fue, cuenta Juan Laxagueborde, el momento en que los editores fundaron la revista; la palabra es "jóvenes", pero no hay que decirla). El humor y el lirismo de Lionti se complementan con la imaginación lanzada a volar por Cecilia Eraso en su inspirador trabajo sobre la poesía visionaria y por Nicolás Maidana, que resucita de su letargo a la ciencia ficción y en un hermosamente inverosímil gesto de novelista fecha su obra en 2025.

Acaso sea esto un homenaje al entrevistado de este número, el escritor de ficciones distópicas Marcelo Cohen. Otro lujo es la prosa poética de Martín Gambarotta, autor canónico de la poesía de los '90, quien retoma en "El justicialista" el universo de imágenes de Punctum. Dos figuras tutelares son Enrique Symms y Daniel Link, quien publica su presentación de las obras completas de Roberto Carri. Esto (se dijo la reseñista) es lo que necesitamos leer antes de seguir escribiendo.