Para quienes vienen desde el centro de Rosario, la esquina de Boulevard Rondeau y calle Vila se encuentra tres cuadras antes de la mansión que aloja actualmente al Centro Municipal Distrito Norte "Villa Hortensia" (Warnes 1917). Pocos saben que en Rondeau y Vila, allá por los años 60 (hasta que se mudaron, a fines de la década, a la calle Génova 422), Juan Grela y Aid Herrera alquilaban una casa a la que convirtieron en el más influyente espacio de gestión independiente en la historia del arte moderno de la ciudad. Un viaje en el espacio y en el tiempo es posible hasta fin de mes; hasta entonces, los documentos pertenecientes a la familia Grela-Correa reunidos por la investigadora Nancy Rojas contarán una parte de la historia de aquella experiencia.

Distribuidos en cuatro bellas vitrinas de la sala de ingreso al auditorio de la restaurada casona de casi un siglo y medio, se despliega un conjunto comentado de fotografías, libros anotados, cartas, catálogos, programas y obras gráficas en pequeño formato que dan cuenta de una sólida aventura estética anclada localmente y cuya ambición parecía inscribirla en el contexto amplio del arte universal.

Galería El taller: Una iniciativa de auto-gestión pedagógica y expositiva en los años 60, desarrollada por Juan Grela y Aid Herrera, se acompaña de un libro catálogo gratuito editado por el CMD Norte, con textos e investigación de Nancy Rojas, que incluye una cronología, documentos fotográficos y copias facsimilares de algunos escritos del maestro Grela (así lo llaman los artistas rosarinos que fueron los alumnos y, eventualmente, los expositores de su taller). Además de la enseñanza de la plástica, el taller (denominado Galería El Taller en 1964) desarrolló exposiciones y conferencias, además de conciertos del coro que dirigía Dante Grela (hijo de Juan y Aid). La lista de ex alumnos suele reducirse a las firmas que ganaron relevancia sostenida: Emilio Ghilioni, Rodolfo Elizalde, Norberto Puzzolo, Aldo Bortolotti y Juan Pablo Renzi (cofundadores del Grupo de Arte de Vanguardia) o Juan Tortá y Carlos Gatti (por mencionar dos que figuran en la muestra).

Pero en los creativos catálogos, que son grabados originales en madera estampados a una tinta por los propios artistas, la muestra en curso repone nombres como el de Eufemia de Slullitel. La exposición se complementa con otra en el primer piso del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, en el marco de la muestra Ejercicios; en un documental de Gastón Miranda que se proyecta en el cuarto piso, cuenta Claudia del Río que cuando le preguntó a Hugo Padeletti quién era la mejor artista de Rosario él respondió: "Eufemia de Slullitel".

Además del valor histórico de la información y de los testimonios del libro, hay en los objetos expuestos un aura conmovedora. Los nombres preservados, tallados en negativo con trazo fantasioso en la madera, expresan la voluntad de perdurar de Bernardo Minks, Emiliana Olivier, José María Lavarello, María Esther Remorini y una misteriosa "Lausana". ¿Qué fue de esas personas? Algunos libros de la biblioteca están abiertos en reveladores detalles.

En una nota al margen del Tratado de la pintura, de Leonardo Da Vinci, Grela califica de "monstruosidad académica" un pasaje donde el autor de la Gioconda pide que "no haya en la obra nada que no pueda ser comprendido por la razón". Así, de igual a igual, se batía el maestro de los rosarinos con el gran hombre del Renacimiento.