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Fin zona urbana: 7 puntos

(Farolitos. Independiente, 2015)

A contramarcha de las bandas que asumieron al rock barrial como postura para cobijar obras de poco vuelo, Farolitos hizo de la geografía distrital un auténtico lugar de militancia. En este disco, su visión crítica suma matices y amplían el acercamiento a otros géneros, búsqueda que explicitan en "El fuego que nos arrima", citando afinidad a murga, rocanrrol, chaya y chamamé. Y hay también aires reggae y tangueros ("El club de la mistonga"), candombe charrúa en "Olé olé olé!", balada en la bella "Espejito de mi alma" y una versión de "Días y flores", de Silvio Rodríguez. Con oficio para la construcción de estribillos pegadizos y tribuneros, la banda logra sus mejores momentos cuando se corre de los clichés de esa festividad rockera que hace a su esencia, sí, pero que ya le queda chica. E.P.C.

Equilibrio: 6 puntos

(Shotgun. Rosario Suena, 2015)

Nacida en ese semillero que significa la Escuela de Rock municipal, Shotgun le dio forma a un Ep engañoso: si bien son cinco las canciones que lo integran, el trío brinda más de 35 minutos de metal potente, que va de las líneas clásicas del género hasta la explosividad del hardcore. Con generosos pasajes instrumentales, cada tema propone progresiones climáticas que buscan respaldar líricas existencialistas, de una madurez poco frecuente en autores veinteañeros. Y si bien el desempeño de Fabián Bocos como cantante es más que digno (saliendo airoso tanto en los fraseos rap-core como en el ataque a los agudos), la banda no logra desentrañar un conflicto más bien propio del género: no es el español un idioma cordial para lograr fluidez y musicalidad entre tanta potencia y distorsión. E.P.C.