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Lunes, 31 de octubre de 2005

CULTURA / ESPECTáCULOS › LA LEYENDA DEL ZORRO O EL ZORRO SEGUNDA PARTE

Cambios detrás del antifaz

 Por Leandro Arteaga

La leyenda del Zorro

(The Legend of Zorro)

EEUU, 2005

Dirección: Martín Campbell.

Guión: Roberto Orzil, Alex Kurtzman, Ted Elliott, Terry Rossio.

Fotografía: Phil Meheux.

Música: James Horner.

Montaje: Stuart Baird.

Intérpretes: Antonio Banderas, Catherine Zeta-Jones, Rufus Sewell, Nick Chinlund, Adrián Alonso, Pedro Armendáriz Jr., Michael Emerson.

Duración: 129 minutos.

Salas: Monumental, Showcase, Village.

Puntos: 5 (cinco)

La habilidad norteamericana para reutilizar sus mitos conforme a sus necesidades -arriesguemos a decir- "de estado", no termina de asombrar. El Zorro, justiciero enmascarado que encarna un ideal de aventuras de ya legendaria trayectoria, se vuelve en este film partícipe voluntario y comprometido con el "modo de vida americano".

Lejos del disfrute que nos propiciara la anterior película, La máscara del Zorro, film inolvidable para todo amante de las máscaras, las espadas y la aventura, en La leyenda del Zorro el personaje se nos aparece envuelto en banderas de barras y estrellas, ante un campesinado que pugna, de modo eufórico, por su derecho a ingresar como estado libre al conjunto de los Estados Unidos de América. Ahora el Zorro es garante de esa elección "popular", mientras sobrelleva los requerimientos de una vida en familia y los avatares propiciados por un grupo terrorista -sí, terrorista- de procedencia no muy clara, que intenta destruir un futuro que saben cierto: la democracia norteamericana como potencia imparable y hegemónica.

Recordemos que aquí el héroe ya no es Don Diego de la Vega, sino Alejandro (Antonio Banderas), su discípulo, casado y con hijo. El Zorro deberá hacer los malabares necesarios como para saber conciliar su costado enmascarado con su rol de padre. Zorro sabe que los tiempos nuevos lo están relegando, por ello pedirá a Santa María que le propicie fuerzas para poder volver a cabalgar. No está demás agregar, si bien es obvio, que un "sí" eclesiástico será el que reúna a la familia indisoluble.

Si uno trata de desatender el costado reaccionario del film -sello de fábrica del Hollywood pro-Bush- La leyenda del Zorro encuentra su atractivo en las hazañas esgrimísticas y acrobáticas del personaje. Lo que nos remite a los mejores momentos del cine de aventuras, y al nervio divertido que supone ver al héroe en peligro. Pero, en verdad, ello sólo no alcanza. Históricamente, el Zorro siempre ha ocultado su rostro, oscuro y verdadero, en la figura y disfraz de un aristócrata. En este film es este planteo el que, justamente, se revierte.

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Cuando sale la luna..., la verdad es que se ve poco y nada.
 
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