Miércoles, 2 de noviembre de 2005 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › UNA EXPOSICION EXTRAORDINARIA DE POSADA Y MANILLA
La muestra, que se puede visitar hasta fin de mes en el ex Banco Nación, está compuesta por casi un centenar de grabados mexicanos.
Hay algo de kistch en la visita, hay que decirlo. Atravesar el fastuoso corredor central del edificio de San Martín 750 y toparse con un típico altar de muertos mexicano es, por lo menos, una experiencia rayana en lo surrealista. Y es que quien visite la megamuestra que ayer, Día de Muertos, inauguró el Centro Cultural Bernardino Rivadavia en la ex sede del Banco Nación, se encontrará con que al final del recorrido, en el corazón de esta monumental exposición doble que auspicia la Embajada de México, se ha montado un enorme tabernáculo desbordante de panes, calaquitas de azúcar, banderines de papel, veladoras y cacahuates. Y allí, en el medio de tanto color, una foto en blanco y negro del finado "agasajado": el Che Guevara.
"Quisimos que el homenajeado fuera el Che porque hay un vínculo familiar con él muy curioso --explica Angel Cedeño Vanegas, uno de los titulares de la colección Vanegas Arroyo, que integra la muestra José Guadalupe Posada/ Manuel Manilla, que por primera vez visita el país--. Mi tío, Arsacio Vanegas Arroyo estaba vinculado al movimiento 26 de Julio a través de María Antonia González. Así fue que a pedido de los cubanos, se convirtió en el entrenador físico en México de la expedición revolucionaria que en 1956, a bordo del Granma, partió de Tuxpan rumbo a Sierra Maestra".
Bisnieto de Don Antonio Vanegas Arroyo, principal editor de la obra de Posada y Manilla, Cedeño Vanegas es uno de los responsables de la mayor colección de grabados de estos dos maestros, quizá dos de los artistas más influyentes en el arte contemporáneo mexicano.
"Posada nació en Aguascalientes en 1852, el mismo año que mi bisabuelo --cuenta Cedeño Vanegas--. Allí aprende el oficio de litógrafo en la imprenta de Trinidad Pedroza, que por aquéllos años, los '70, años de elecciones, publica El Jicote, un pasquín en el que satiriza a la clase política. Posada hace ahí sus primeras caricaturas y por eso mismo, ambos deben emigrar a León, con taller y todo. En 1887, una inundación lo lleva a probar suerte en la ciudad de México, donde establece su taller a pocas cuadras del negocio de mi pariente, así que la relación no tardaría en surgir".
La muestra, que se puede visitar hasta fin de mes, está compuesta por casi un centenar de grabados, entre imágenes religiosas, anuncios de espectáculos, ilustraciones de noticias --casi siempre relacionadas con sucesos policiales-- y caricaturas políticas. "Lo que traemos aquí son hojas impresas en la editorial Vanegas Arroyo a fines del siglo XIX, y en dónde se reflejan acontecimientos de la época, desde la llegada de un circo, pasando por la noticia de una mujer que mató a sus padres, hasta una visita presidencial --explica el bisnieto ilustre--. Es una muestra bastante completa de lo que se editaba a principios del siglo pasado en México".
Con viñetas alegóricas, las ilustraciones son abigarradas, plenas de detalles, de un expresionismo libre, diametralmente opuesto al academicismo naturalista de moda entre los artistas de la época. Sin duda un vanguardista, la extraordinaria imaginación de Posada, unida a un ácido sentido del humor, han llevado su obra a trascender en el tiempo y superar las fronteras hasta convertirse en un ícono. De hecho, en la muestra de Equipo Crónica que paralelamente se desarrolla en el Centro Cultural Parque de España, sobre el final de la muestra, una de las obras de la célebre dupla Valdés/Solbes, rinde tributo a las famosas calaveras de Posada.
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