Puede aceptar que lo califiquen de "renacentista", por lo variado de sus talentos, pero "legendario", como dice el material de prensa que adelanta su presentación en Rosario, eso sí que no. "Hombre, si todavía no estoy tan viejo", bromea Oscar Chávez nacido hace nada más que 70 años en la ciudad de México. "Oriundo" del teatro (estudió en el Instituto Nacional de Bellas Artes), fue actor, director y dramaturgo, pero los obstáculos para la producción sostenida lo hicieron emigrar hacia territorios donde fuera, si no más sencillo, por lo menos más barato poder expresarse. Por primera vez en la ciudad --y como parte de una suerte de "avanzada cultural" que, con el auspicio de la Embajada de México, promete extenderse en el tiempo--, Oscar Chávez, "El Caifán Mayor" (como lo llaman cariñosamente algunos de los músicos jóvenes en su país, algo así como El Padrino), se presentará esta noche en el Teatro El Círculo.

En el marco del ciclo "México en Rosario" --que incluye una muestra doble, con grabados de José Guadalupe Posada e Imágenes de la Revolución Mexicana, ambas expuestas en la ex sede del Banco Nación, San Martín 750--, hoy a las 20.30, y acompañado del tradicional ensamble Los Morales, Chávez hará un repertorio como él: alegre, romántico, culto y profundamente crítico.

--¿En la mayoría de artículos que en internet se puede leer sobre usted se subraya su aporte al "rescate" del folklore en México. Si México, que es casi un sinónimo del concepto folklore, necesita ser rescatado, ¿qué queda para países como la Argentina, con un bagaje cultural mucho menor, escueto?

--(Risas)... sí, yo también creo que lo que tenemos en México en materia de folklore es realmente prodigioso, pero creo que aquí también se hace mucho, que lo que tienen lo defienden a capa y espada, y eso es lo que vale. Lo que ocurre en México es que como hay tanto, casi no se nota cuánto hay olvidado, rezagado, o simplemente, desvirtuado. Yo podría vivir diez vidas como las que he vivido y no podría ocuparme ni de un poquito de todo el folklore de mi país. Lo que pretendo con mi trabajo es rescatar la canción tradicional, no la popular comercial, para eso están los que creen que la música es un negocio. Pero lamentablemente esa música es la que le da al país la imagen que tiene en el exterior: la de un machote con sombrero, una botella de tequila en la mano, dando de gritos y pegándole tiros al aire. Y México puede ser muchas cosas, pero eso, seguro que no es. Es tristísimo pero es así, y a uno, que conoce de esto, le da una pena terrible porque México tiene un patrimonio musical riquísimo; donde vayas hay sonidos distintos, músicas que tienen que ver con memorias distintas".

Chávez se ríe cuando se le adjudican dotes de "antropólogo musical" y asegura que en un país como México no es una tarea difícil. "Allá levantas una piedra y encuentras algo que hable de los orígenes. Sólo hay que andar con las antenas paradas. Además, también hay mucha gente que estudia el tema, muchos investigadores que registran estos materiales. De todos modos, afortunadamente la música sigue viva por sí misma, a través de la tradición oral, a pesar de la invasión bárbara, de toda esa basura que llega con la complicidad de los medios".

--Sin embargo, pareciera que en función de esa "vecindad nociva" es que los mexicanos han generado una auténtica "cultura de la resistencia"...

--Es verdad, hay como una resistencia intrínseca. En México se nace odiando a todo lo emparentado con el imperio, aborreciéndolo culturalmente. Pero ellos de todos modos se siguen llevando lo mejor. Todo lo que nos quitaron todavía es nuestro, desde el punto de vista cultural. En nuestros países hay mucha gente analfabeta o con escasísima educación, pero todos tenemos memoria. Y eso se les olvida a los imperios, que en su afán por absorberlo todo, luego no saben que hacer con eso.

--¿Y qué pasa con la intelectualidad mexicana?

--Hay un sector de gente que sigue resistiendo desde la cultura, un grupo medio undeground, como dicen los gringos, pero ahí están, ahí estamos, molestando. Es una batalla permanente, es no callarse nunca.

Desde el barzón y los corridos de principios del siglo XX hasta los rockeros de Molotov o Café Tacuba, México posee una enorme tradición de canción "rebelde", de música que resiste frente al poder.

"Creo que siempre, desde la época de la colonia, en mi país ha habido canción de protesta; quizá cambian las formas de llamarla, pero siempre hay gente que está enojada con el imperialismo y está dispuesta a denunciar su avance sobre la gente --explica el músico--. Ahorita en México hay un gran boom de esas bandas que imitan los modismo de las gringas. Ver eso, la verdad, es muy doloroso. Pero también hay gente joven que nos ha tomado un poco como ejemplo y parece seguir un camino similar al que hemos transitado nosotros". Y esto es tan así, que hace poco, la voz de Oscar Chávez apareció en el último disco de La Castañeda, una de las bandas más relevantes del rock azteca de la década del 90. "Bueno, algún defecto tenía que tener", se ríe el cantautor que prestó su impresionante voz para el tema ("la rola", dirán los mexicanos) "Nancy llaga". "Los chicos me llamaron y probamos. La verdad que fue una fusión afortunada", cuenta Chávez, siempre risueño.