Martes, 5 de junio de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › UN ROSARINO EN LA RECIENTE EDICION DE ARTE BA
"Pedazos de las personas que amamos", del rosarino Adrián Villar Rojas, fue uno de los proyectos seleccionados por el Premio Petrobras.
Por Beatriz Vignoli
Primera pregunta: ¿Cómo representar un universo sin salir de casa? Segunda pregunta: ¿Cuáles son las causas de un suicidio? La ficción puede ser un laboratorio donde buscar la respuesta (humanamente imposible) a esta segunda pregunta, y la escultura otro donde poner en escena a ambas. El experimento puede ser tan románticamente lúgubre como apasionante si se toma en cuenta "todo lo que tiene que suceder para que se produzca el suicidio".
"Explota un planeta a millones de años luz. Un resto se convierte en meteoro y cae a la tierra. Él y ella se van de vacaciones en carpa. Hacen el amor bajo la luna, como sus ancestros homínidos. Ella raspa su nombre y el de su amado en el meteorito caído; al rasparlo, se infecta con una bacteria y muere. Él va a la casa del dealer y compra heroína. Luego va al cementerio y se recuesta sobre la tumba de su amada. Al fin se mata con una sobredosis de esa droga, igual que Kurt Cobain. Debajo de la casa del dealer hay un triceratops sepultado desde hace millones de años. La carpa de los amantes tiene forma de pirámide. Las pirámides egipcias fueron construidas por esclavos, muchos de ellos judíos. Es posible que alguno de ellos haya querido morirse, igual que Cobain. Es posible que una libélula se haya posado sobre el ojo abierto del dinosaurio recién muerto. El globo ocular de un triceratops recién muerto de una muerte espantosa y sangrienta es esférico y se parece por eso a una bola 8. La bola 8 es negra como el espacio entre los astros de una galaxia, negra como el plato donde hice pintar un retrato de mi perro muerto, negra como la mochila que el amante lleva en sus vacaciones y que tiene dibujada la cara de Cobain. Todo esto sucederá dentro de muchos años, cuando Thom Yorke también esté muerto. Un universo de tristeza", resume Villar Rojas.
Este artista nacido en Rosario en 1980 fue uno de los ocho seleccionados para mostrar en la reciente edición de Arte BA su proyecto presentado al premio Petrobras, en el marco del concurso para artistas con menos de 5 años de trayectoria. "Yo partía de una hipótesis: representar una porción de universo como un dios doméstico", cuenta a Rosario/12.
La obra, "Pedazos de las personas que amamos", fue bautizada así a partir del título de una canción del grupo The Raptures y desplegó en una mesa de 6,40 m por 4,40 m un sistema narrativo en 3D que desarrolló sólo algunas de todas estas posibles conexiones entre obsesiones. La narración ofrecía distintos tiempos transcurriendo simultáneamente en el mismo lugar. "Estaba poseído por las posibilidades del trabajo -se entusiasma Adrián-. Este sistema no es lineal en lo narrativo, se abre. Podés meter lo que quieras. Si yo presentaba la realidad sin límites, vista como si fueras Dios, era infinito y todo tenía el mismo nivel de importancia. El espectador se vería sobreexpuesto, sometido a esta densidad de información".
La vasta obra incluye unos 400 objetos diminutos que fueron el resultado de dos meses y medio de trabajo de seis personas. Es decir, de cinco asistentes permanentes además del autor: Malena Cocca, Mariana Telleria, Virginia Negri, Natalia Babini y Juan Manuel Hernández. Se suma Nicolás Bacal en audio, respondiendo al desafío de manipular grabaciones de cantos de pájaros de tal manera que sonaran como melodías de Nirvana y de Radiohead. Colaboró además Sergio Monn, más conocido como el Vampiro, pintando el perro del plato y otros objetos clave. Vampiro fue el autor material de la portada ideada por Adrián Villar Rojas para Macro emerge, megaexposición donde también colaboraron este último y Hernández. La tía del artista realizó tres tortas para esta nueva ocasión: una con una explosión nuclear, otra en forma de montaña y otra donde acampan parejas de homínidos en actitudes amorosas más bien contemporáneas.
Otra torta de la tía del artista es el modelo de una foto de la serie "del abducido". Este diario íntimo de un chico raptado por extraterrestres es la precursora en 2D de la nueva obra de Adrián Villar Rojas. "Las fechas del diario se proyectan hacia adelante: 2010, 2050... Para entonces, muchos de los que vieron la obra van a estar muertos. En toda mi obra, juego a actuar: proyecto personajes y cada personaje desarrolla su tarea. Siempre hay un tercero, un otro imaginario o real. A pesar de que soy perfeccionista, mi juego es torpe en forma deliberada, porque trato de hacer evidentes los rastros de los mecanismos que revelan la artificialidad de los sistemas de representación", declara. Como en el juego serio de un niño, en estas dos obras recientes la fantasía es una ficción que depende de la suspensión voluntaria y provisoria de la incredulidad. En "Pedazos..." el mecanismo era evidente a cada paso: "La droga era azúcar; todo quería ser y nada era". Incluso había reglas. Los dispositivos de la luz y el sonido tenían que provenir de la mesa misma y ser visibles. Como toda regla artística, estas producían sus propias excepciones. "Algunos objetos cumplían una función a la vez iconográfica y simbólica", cuenta. Había también caprichos: un florero con ramas donde se posaban pajaritos, rastros de un universo doméstico.
La casa es central en el universo de Adrián Villar Rojas. Otra canción de The Raptures dio título a su serie de dibujos "Las casas de los amantes celosos", un éxito comercial a partir de su exposición en noviembre de 2004 en la galería Ruth Benzacar como premio a la segunda edición del concurso Curriculum Cero en 2003. (Algunas de las 60 piezas de la serie se vieron en Rosario en la trastienda de la librería Imaginen Todo.) "El amor, el fin del amor, el fin del mundo" son siempre sus temas. "Necesito mucho la palabra", dice y a esta altura ya está claro cuáles son sus gustos e influencias: la música grunge, el manga y el animé japoneses, cierto cine coreano.
Cuando Adrián Villar Rojas dice "tristeza" está nombrando un pathos particular, una particular tensión entre los polos de lo tremendo y la ternura. La industria japonesa del dibujo, animado o en historietas, lleva la marca del horror de Hiroshima y ha insuflado un alma a Hollywood, empezando por Spielberg y sus monstruos entrañables o feroces. Todo eso le ha sido dado a Adrián Villar Rojas y también un hermano escritor, Sebastián, y también la escena de las cheerleaders que agitan pompones casi fúnebres en el videoclip de "Smells like Teen Spirit" de Nirvana. En ese registro anímico y cultural trabajan además de Adrián Villar Rojas otros artistas jóvenes como la pintora Evangelina Cipriani. Para traducir "Pedazos..." a palabras se necesitarían a Kurt Vonnegut o a Ballard: alguien capaz de hacerse cargo de la mirada de Dios. En El imperio del sol brilla un relámpago: es la bomba atómica. "Creí que era Dios sacándonos una foto", anota el niño en su diario imaginario. Bueno, eso.
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