Martes, 31 de agosto de 2010 | Hoy
CARTELERA › DOBLE MUESTRA HOMENAJE A FEDERICO KLEMM
Dueño y difusor de una valiosa colección de arte moderno, Klemm instaló en Argentina un modo posmoderno de ver el arte. Sus trabajos podrán verse en el museo Castagnino + Macro.
Desde el jueves 2 de septiembre al 31 de octubre, en las dos sedes del Castagnino Macro, tanto en el Museo Municipal de Bellas Artes (Oroño y Pellegrini) como en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Oroño y el río) se podrá disfrutar de El banquete telemático de la pintura, doble muestra homenaje a Federico Klemm.
Con la curaduría de Roberto Echen (subdirector artístico del Castagnino Macro) y con Carlos Espartaco como curador invitado, la muestra, producida en Rosario, cuenta con la colaboración de Fernando Ezpeleta y Valeria Fiterman (Fundación Klemm). El Macro expondrá más de veinte obras del artista, de las series Mitologías, La Madre, Sansón y Dalila y Retratos; se podrán ver varios de los programas que Klemm condujo para la televisión y apreciar el vestuario usado para los mismos. Al mismo tiempo, en la sala central del Castagnino, se exhibirán retratos de Federico Klemm realizados por varios autores. Una edición de textos de Carlos Espartaco enmarcará la muestra.
Nacido en Checoslovaquia y radicado en Argentina en 1948, Federico Klemm fue un niño prodigio, crítico de arte a los 14 años y realizador, en su juventud, de cortometrajes sociopolíticos. Formado como pintor, actor y cantante lírico, participó en happenings del Instituto Di Tella y del Centro de Arte y Comunicación (CAyC) de Buenos Aires. Fue un pionero de la performance y cultivó, como Andy Warhol, el "retrato en video". Falleció en 2002.
El curador local de la muestra, Roberto Echen, se propone "trabajar Klemm desde ese espacio con el que se identifica la propuesta Macro, de reconocimiento a artistas y obras que son resistidas o prejuiciadas, que han sido evitadas en su momento y que, por lo menos en el caso Klemm, todavía no resultan favorecidas o (al menos) incorporadas plenamente a los discursos habituales del arte, situándose en lugares límites, en bordes difíciles de abordar. Klemm sobre todo. Mito mass mediático colocado entre la veneración y el escarnio, la risa y el deseo".
Galerista, excelente coleccionista, generoso mecenas y personaje algo estrambótico ("personaje, sí", reconoce Echen), Federico Klemm era muy difícil de tomar en serio como artista en su época; y esto, aún no conociéndolo y viendo sólo la obra. Creó su técnica propia, el tipo de idea que deslizada en los oídos de cualquier crítico en algún cocktail detona un reflejo de "buenas noches, un gusto haberlo conocido". Sin embargo, reconocidos críticos de arte de su no tan lejano tiempo dedicaron extensos y elogiosos ensayos a sus fotopinturas de tema mítico. Sobre su serie Sansón y Dalila, escribió Fermín Fèvre: "Al abordar el tema de Sansón y Dalila, Klemm recurre a la cita posmoderna. El pasado es revisitado, hallando en él una problemática actual. Esa cita es, al mismo tiempo, una recreación libre, imaginativa y abierta. Se sintetizan en ella los conceptos esenciales de la narración original, de la que se extrae su sustancia".
De Klemm se cuenta que ofrecía espléndidos banquetes. Sabía ganarse amigos. También luchó por la valoración de obras de grandes artistas argentinos como Silvina Benguria, Marta Minujin, Guillermo Kuitca, Lucio Fontana, Emilio Petorutti, Alfredo Hlito y Roberto Aizemberg. En el raro caso de una joven periodista rosarina que cuestionó la articulación curatorial de una muestra de su galería, Klemm respondió con sentido del fair play. Sabía reírse de sí mismo. "Quedamos muy sorprendidos por el desopilante humor desplegado por Beatriz Vignoli en la crítica o nota referente a la muestra Analogías. De Magritte a Jeff Koons. Nos hemos reído como pocas veces en nuestras vidas", comienza su carta del 4 de octubre de 1994 al diario The Buenos Aires Herald, que la publicó íntegra, por una decisión de su editor Andrew Graham Yooll.
"Nuestra intención, a la manera de Peggy Guggenheim o Leo Castelli quienes jerarquizaron el arte norteamericano frente al arte mundial, comparando a Matta con Gorky, a Pierre Soulages con Franz Kline o a de Kooning con Dubuffet, es analogar las propuestas del arte argentino a las existentes dentro del contexto internacional. Como dijo Galileo: Eppur si muove", dice en otros pasajes del original en castellano de la citada carta, con una convicción que hoy se extraña: "Continuaremos luchando a través de nuestra labor de galeristas, en ferias nacionales e internacionales, indagando junto con la crítica especializada, en la producción artística internacional y en la teoría del arte, para llevar la idea de una Argentina creativa y en búsqueda de su identidad cosmopolita a través del arte".
En la página web El banquete telemático, del sitio de la Fundación Klemm (fundacionfjklemm.org) puede apreciarse una selección de sus programas televisivos, donde expresaba y contagiaba su pasión por el arte con un histrionismo singular. Dueño y difusor de una valiosa colección de arte moderno, Klemm instaló en Argentina un modo posmoderno de ver el arte. También puede haber sido el último moderno: el último capaz de pararse orgullosamente en una radical singularidad. Un ser inolvidable.
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