Miércoles, 3 de diciembre de 2008 | Hoy
Por Silvana Di Paolo
Algunas cosas se parecen a la vida de tales maneras que no parecen formar parte de ella, más bien parecen, digamos un clon de lo que nos toca.
Quien ha jugado al tenis alguna vez, no interesa si bien, mal o de manera espantosa, sabe cuanto un match de tenis se parece a la vida diaria.
Tomemos por ejemplo un partido de singles, un jugador a cada lado de la red, cada uno con su arma (su raqueta) y su equipo. Una red que limita el lugar de cada uno y una pelota que pasará de un lado a otro.
Nos plantamos en la cancha como si todo dependiera de nosotros, decididos a ganar, que es lo que todos queremos, y que comience el juego.
Caso 1: El favorito
El rival es imbatible, gana siempre, nos puede, no nos da chance, cuando quisimos reaccionar el partido se nos fue, la derrota será contundente. No hubo opción.
Caso 2: El que no conocemos
No sabemos como juega, vino desde abajo pero llegó a donde estamos, cuidaremos los primeros puntos, mediremos al rival y esperaremos el momento de sorprender, podemos ganar.
Caso 3: El devolvedor
Tiene firmeza, tiene paciencia, no tiene un gran drive ni un gran revés, pero ojo, a no distraerse que nos gana por cansancio.
Caso 4: El provocador
Es agresivo, busca siempre el momento de atacar y sabe definir los puntos, es necesario que sepamos devolver la gentileza, será un gran partido.
Podríamos seguir dando ejemplos de jugadores y tendríamos tantos como clases de personas hay en este mundo, pero podríamos también sacar algunas conclusiones.
Y yo digo:
La única lucha que se pierde es la que se abandona...y le agregaría que no hay victoria más disfrutada que la que se obtiene después de haber estado mucho tiempo pensando la estrategia. Y si además el azar se pone de nuestro lado podemos ganarle hasta al favorito, y por suerte la vida nos da revancha y espera de nosotros que sepamos aprovecharla.
Y match point. Y fue buena, y festejemos, que la pelota anterior ya pasó y la que va a venir todavía no está.
Y hace diez días se jugó la final de la Davis, y ¿qué pasó?
¿Será que abandonamos la lucha antes de empezar porque creímos que ya habíamos ganado?
¿Será que la estrategia planeada no fue suficiente porque menospreciamos al rival?
¿Será que el azar se encontraba paseando por las calles de Madrid?
¿Será que algunas veces nos ponemos tan argentinos que de verdad nos creemos que dios es argentino?
Será lo que será, y lo que tenga que ser.
Pero no será que dejaremos de jugar y de reconocer que los nuestros son grandes jugadores.
Esta vez no se dio, pero por suerte, y repito, la vida te da revanchas, ojalá estemos ahí para saber, la próxima vez aprovecharla.
Que la pelota anterior ya pasó y la que esta por venir todavía no llegó.
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