Sábado, 17 de enero de 2009 | Hoy
Por Miriam Cairo
Tesis: La lectura de un diario puede resultar una experiencia totalizante al producir la unificación de todas las dimensiones que conforman la realidad. Esta experiencia es accesible a partir de un salto cualitativo de la conciencia. La locura resulta un bien preciado.
Contranoticia: La noticia es objetiva y exterior a la conciencia. Es de carácter cuantitativo pues proviene de la realidad empírica y, por lo tanto, es factible de ser repetida por cualquier otro medio periodístico. En ella predomina la razón y permite el testimonio de terceros. Las voces constatables de los testigos y los protagonistas la vuelven una experiencia compartida en la superficie. Por su parte, las contratapas (las contranoticias) difunden la experiencia interior, subjetiva, incomunicable, cuyas señales indirectas atraviesan el organismo social y sus apariencias. Estos testimonios de la realidad profunda, no constatable, nunca podrán ser repetidos por ningún otro medio periodístico. La contratapa se vuelve así una primicia.
Seres son: Recordemos que el diario está expuesto de continuo a la realidad material, inclinado a la documentación y las fuentes confiables, es un informador exhaustivo de los acontecimientos exteriores, pero éste, el diario de los trashumantes, dedica una página, día tras día, a las noticias no verificables, a los hechos no documentados, a las aseveraciones dudosas, a los eventos interiores de seres que se debaten entre ser reales o ficcionales. Pero seres son, y con eso basta. A través de ellos, el escritor promueve y el lector interpreta una serie de contenidos que permiten una apertura hacia aspectos desconocidos de la realidad. La imaginación es, por lo tanto, una facultad del conocimiento, ya que nos permite conocer realidades no oficializadas. Las noticias reenvían convencionalmente al lector a algo que le es externo. La contratapa los reenvía a sí mismos.
Metamorfosis: Mientras que los personajes de las noticias tienen pies y cabeza, figuran en los padrones electorales, o en el veraz, o en el messenger, los personajes de las contratapas (al menos, los de las mías) provienen tanto de la prominente realidad como de las capas profundas del espejismo. Los primeros, al tomar contacto con el aire que respiro, dejan tras de sí su parte más terrena. Al habitar el espacio lexical y la atemporalidad del pensamiento, no son por entero los mismos que almuerzan en su casa, que suben al taxi, que esconden sus miedos en los hoteles alojamiento. Por el contrario, aquellos seres que provienen de la dimensión más etérea, en contacto con mi soplo carnal dejan tras de sí su esencia voluble y adquieren una consistencia casi terrena.
El revoltijo de Morin: Unos y otros (seres de las noticias y seres de las contra-noticias) completan el cosmos, por lo que relegar a éstos últimos al universo de los salones literarios, excluirlos del mundo de las noticias, sería un acto segregacionista. Inmersos en el revoltijo prodigioso de la complejidad, subyugados por los rizos de Morin, orientados tras la realidad discontinua de Lyotard, atravesados por las científicas metáforas cuánticas, hoy no podemos caer en la violencia xenófoba ni en el reduccionismo retórico. Para eso están las grandes potencias y los sellos editoriales. El diario de los trashumantes es plenamente conciente de ello y publica en consecuencia. Merced a este diario, el mundo que leemos se completa.
El lector: El perfil de nuestro lector es una mujer, un hombre, que no se conforma con el contorno de las cosas. Un lector, una lectora que transita con donaire los dos mundos, las dos orillas. Entra y sale de lo evidente, como entra y sale de lo oculto, con pies de hombre, con vuelo de mujer, con luz propia. Es decir que la realidad excede sus contornos porque el lector activa la abstracción y obtiene así el más alto nivel de funcionamiento de su conciencia.
En estas páginas, las crónicas periodísticas se leen junto con los textos estéticos porque nos resulta claro que hay un universo no evidenciable sobre el cual, el sujeto que cada mañana compra el diario, también debe ser notificado.
Conclusión: Como sabueso de interiores, como cronista de las hormigas, como rastreadora de los ínfimos acontecimientos que no desvelan a la historia, me encuentro en la cima del frenesí creador puesto que mi estética descalabrada (por sus reminiscencias dadaístas), mi extética lúbrica (por sus insolencias eróticas) encuentran compañeros de viaje que también anhelan dejar atrás la mera acumulación de anécdotas para dar paso a la reflexión simbolizante de la dialéctica.
Estos textos, a través de los cuales recorremos los rincones menos transitados de la realidad no plantean un enfrentamiento entre lo real y lo suprarreal sino que los integra en sus voluptuosas esferas semánticas y escépticas. Y así debe ser porque la metáfora disuelve la tensión entre lo evidente y lo velado. Rompe los límites aislantes. De tal modo que, al incluir en su existencia esta última página, el diario de los trashumantes lleva su misión informadora a la cumbre más alta, dando espacio a una realidad dialéctica, sensorial, que se integra naturalmente a la materialidad cotidiana.
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