Viernes, 17 de diciembre de 2010 | Hoy
Por Rubén Naranjo*
24 de Marzo: el espanto y la muerte. El dolor de las víctimas no cesa. No. Por el contrario, se renueva a diario cuando se perciben los ecos de palabras desdibujadas en la bruma del tiempo, cuando algún gesto reaparece en un nuevo rostro, cuando una fotografía, piadosamente escondida en un libro, ofrece una imagen querida. Entonces la palabra, el gesto, la imagen, irrumpen en la mesa familiar, se enredan en nuestros pasos, nos tiñen los ojos, acallan nuestras voces, nos toman las manos y nos hacen marchar. Pero hay silencio y soledades. Cuesta avanzar con tanto dolor que no cesa.
El 24 de marzo todo es igual y distinto porque son miles y miles los hombres y las mujeres que ganan la calle para homenajear a las víctimas, afirmar sus luchas y reclamar el castigo que merecen los verdugos. Y éstos, envueltos con el descolorido ropaje de la democracia claudicante, mimetizados casi con seres humanos que construyen el presente y el futuro con honestidad, gozan de la impunidad que les otorgaron leyes e indultos indignos, legales en los marcos institucionales pero degradantes en la consideración de los valores humanos.
24 de Marzo: imponer la muerte.
La cacería humana organizada e instrumentada por las FFAA en nombre de espúreos intereses económicos y de trascendentes valores occidentales impulsados desde la Iglesia Argentina , conmovieron los cimientos de la sociedad. Los métodos utilizados para concretar los crímenes y la cantidad de víctimas, definen el espacio de la barbarie que algunos individuos eligen ocupar.
Durante el proceso militar se aplicaron tormentos que superaron por su crueldad y sadismo a los que practicaron las huestes del nazismo. No tenemos conocimiento que aquellos asesinos hayan torturado utilizando picanas a bebés de pocos días de vida con el propósito de arrancarles confesiones a sus padres; tampoco que hayan empalancado a menores de edad.
Otras hazañas de los represores argentinos fueron arrojar al mar a mujeres y hombres vivos; introducir ratas en la vagina de las detenidas; seccionar y mutilar cuerpos con máquinas eléctricas.
Los actos de servicio señalados no fueron espontáneos, ejecutados por integrantes de las fuerzas represivas que actuaban de acuerdo a propias determinaciones sino la consecuencia del cumplimiento de disposiciones programadas y elaboradas minuciosamente por los mayores responsables de la conducción política en los llamados "años del terror".
En efecto, los integrantes de las Juntas de los Comandantes justificaron con variados argumentos los aberrantes actos cometidos. Lo manifestaron en el Juicio que el Estado les inició en 1984 y cuyo fallo final estableció distintas penalidades, llegándose a la sanción de cadena perpetua para dos de los asesinos cuyos nombres son sinonimia de abyección: Videla y Massera.
Los integrantes de los grupos de tareas cumplieron su nefasta misión secuestro, violación, robo, asesinatos en diversos ámbitos: fábricas, escuelas, hospitales, facultades, sindicatos; en la calle, de noche, a la luz del día, a pleno sol. Para la concreción del terrorífico designio que definía la existencia de tales grupos contaron con la necesaria infraestructura disponiendo de lugares preparados especialmente
clandestinos y públicos- pertenecientes a las fuerzas armadas, a las de seguridad, es decir, al Estado.
También los máximos jefes de la cacería ocuparon edificios pero ya no se trató de comisarías o de cuarteles o de casas particulares sino de imponentes edificios, lujosas mansiones, valiosas propiedades.
24 de Marzo: Córdoba y Moreno. La casa de la muerte.
El austero edificio que ocupa la esquina fue sede, durante el período del proceso militar, del Comando del II Cuerpo de Ejército cuya jurisdicción abarcaba las provincias de Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos.
Los crímenes cometidos contra la población de tan amplio territorio fueron programados en la sede de ese Comando. Los distintos jefes que se sucedieron Díaz Bessone, Galtieri, Jáuregui, Trimarco, Espósito, Ferrero, Sexton, Guerrieri, Mazzeo y Lucena (todos ostentaban el grado de general) son responsables de las macabras acciones cuyas articulaciones conllevaron a la instauración del genocidio en nuestra región, en plena concordancia con el producido en el resto del país.
"Yo soy el que tiene el poder de decidir la vida y la muerte y usted, que se llama igual que mi hija, va a vivir, así lo dispongo yo", manifestó el general Leopoldo Fortunato Galtieri, cuando era el titular del II Cuerpo de Ejército, a una detenida.
En el informe de la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) se consignan la existencia de 45 Centros Clandestinos de Detención (CCD) en la jurisdicción del II Cuerpo de Ejército, es decir, dependientes de esa jefatura.
En el Anexo III del libro Nunca Más publicado por la editorial de la Universidad Nacional de Buenos Aires (EUDEBA) conteniendo parte del informe de la CONADEP, se citan así:
CCD 008 Seccional 14 de Rosario, 011 Aeropuerto de Fisherton, 013 Servicio de Información Policía de Santa Fe, 014 Alcaidía de Resistencia, 028 Base Aérea Paraná, 036 Brigada Caballería Blindada Paraná, 040 Brigada Investigación Resistencia, 092 Tiro Federal de Santa Fe, 094 Quinta de Funes, 102 Paso de Los Libres, 103 Puerto Iguazú, 134 Comisaría 4ta.
Santa Fe, 135 Comisaría 8va. Santa Fe, 143 Comisaría 3ra. Corrientes, 150 Delegación Policía Federal de Paraná, 163 Fábrica de Armas de Rosario, 174 Granadero Baigorria SUPRA (Santa Fe), 194 Matadero Municipal de Corrientes, 213 Puerto Gaboto, 217 La Rivera, 254 Compañía de Ingenieros 7 de Goya, 256 Jefatura de Policía de Rosario, 260 Guardia de Infantería Reforzada Unidad I Santa Fe, 270 Comisaría de Goya, 278 Compañía de Comunicaciones 121 de Goya, 283 Regimiento 29 de Infantería de Monte Formosa, Regimiento 121 de Rosario, 300 Suprefectura de Goya, 312 Hospital Piloto de Santa Fe, 319 Comando Radioeléctrico de Santa Fe, 336 Hípico de Goya, 337 Alcaidía de Mujeres de Formosa, 338 Destacamento San Antonio de Formosa, 341 Regimiento Corrientes, 347 Unidad 7 de Resistencia, 350 Jefatura de Rafaela, 351 Guardia de Infantería
Reforzada de Santa Fe, 352 Monte Vera. Dep. La Capital, Santa Fe, 354 Policía Federal de Santa Fe, 355 Secc. Reconquista de Santa Fe, 357 La Calamita, 365 Servicio de Informaciones Policía de Posadas. (págs. 1 a 15, Octubre, 1984).
En los centros señalados se produjeron actos infamantes. Ciento de hombres y mujeres fueron asesinados en sesiones de tortura, otros fusilados en supuestos enfrentamientos. La denominada "Masacre de Margarita Belén" ejemplifica este procedimiento. Previo al traslado los detenidos fueron sometidos a feroces tormentos en la Jefatura de policía de Resistencia, hecho denunciado por testigos otros detenidos en la misma repartición en la noche del 13 de diciembre de 1976 en el juicio a los comandantes.
Es posible narrar patéticas historias de cada uno de los centros clandestinos instalados en la jurisdicción del II Cuerpo de Ejército, cuya jefatura tuvo su sede en el edificio de Córdoba y Moreno. Allí se organizó el festín de la sangre. Es la casa de la muerte.
24 de Marzo: la Memoria y el Olvido.
Los responsables de la cacería y los ejecutores de las infamias no pudieron imaginar que después de tantos años se les exigiría rendir cuentas por sus crímenes. Pero sí, es posible porque las víctimas jamás olvidan a los verdugos, tampoco a los actos que cometieron. Jamás se desvanece la cara del individuo que impunemente sometió, martirizó, torturó y asesinó. Está siempre frente a las víctimas.
Quienes aspiran a que todo palidezca, se pierda en el tiempo, se borren las huellas, se obvie el pasado, son quienes empuñaron las armas homicidas. Entre víctimas y verdugos hay una lucha permanente. Es la que se establece entre la Memoria y el Olvido.
La Memoria es el pueblo, el Olvido es el poder. La casa de Córdoba y Moreno es Memoria.
*Esta nota fue publicada el 23 de marzo de 1999 en Rosario/12. Hoy, día de la tan esperada inauguración del Museo de la Memoria en el edificio que fue sede del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército, deja al descubierto toda su vigencia. Así como la larga lucha de tantos y tantas luchadores por la memoria y la justicia.
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