rosario

Martes, 11 de octubre de 2011

CONTRATAPA

Me quiero nada, poquito, mucho

 Por Javier Chiabrando

Abróchese los cinturones que este es un texto obsceno: voy a hablar bien de la Argentina. Sí, leyó bien, voy a hablar bien de nuestra vapuleada patria de la que todos huimos alguna vez, sea en sueños, sea de cuerpo presente, sea obligado por los que sacudían un sucio trapo negro. Y es la primera de una serie de notas que después serán editadas todas juntitas en un libro que será best sellers y que me volverá otro famoso y rico artista argentino. Parafraseando a Dalí ("Los dos grandes golpes de suerte que le pueden suceder a un pintor son ser español y llamarse Dalí.") yo digo: famoso, rico, Chiabrando, y ¡nada menos que argentino! Que me corran de atrás. Usted se preguntará qué autoriza a este tipo, que apenas escribió algunas contratapas que me hicieron reír como loco/a, a hablar de la patria como si fuera su vocero. Bueno, en principio puedo comparar porque viví en cuatro paisetes europeos: Francia, España. Suiza e Italia. Sí, no me envidie. O envídieme, qué tanto, que te envidie un argentino es motivo de orgullo.

Esta nota surgió porque un amigo me contó que en Ecuador hacen campaña para levantar la autoestima de su gente. Al principio me sonó raro, pero luego me di cuenta de que era nuestro destino. No hay que ser sociólogo (no lo soy) para darse cuenta de que nuestro país viene siendo boxeado por los que instalan en el inconsciente colectivo que jugamos en la B con chances de irnos a la C a diario. Algo había que hacer. Y lo estoy haciendo. Por ahora yo solito, luego seremos millones, cientos de millones, porque los argentinos seremos cuarenta pero valemos por doscientos, sin contar derrotistas, alarmistas, carriotistas y los que creen esa zoncera del riesgo país.

Ya hablé en otra nota que Vattimo, Hart, Negri, Stone, y otros, vienen a este upite del mundo a estudiar nuestros movimientos sociales. ¡Vienen a estudiar a los argentinos! Y ahí lo tiene a Stiglitz, (Premio Nobel de economía y sin haber inventado la convertibilidad), diciendo que Europa debería copiar el modelo argentino. O sea que en la cadena sucesoria, los que influyeron sobre Europa fueron los romanos, Napoleón, los yanquis, y ahora nosotros. Así nomás. Y los europeos empezaron a obedecer; empezaron por los piquetes y los kilombos; algo es algo. Yo creo que no falta mucho para que la CIA secuestre a un argentino y lo diseccione para entender semejante teorema existencial. A nosotros nos hicieron creer eso de "compre a un argentino por lo que vale y véndalo por lo que cree que vale". Bueno, es hora de que digamos que comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo que va a valer algún día es más negocio que acumular oro. Y si refucila, levante la cabeza, que por ahí Dios le está sacando fotos (en su defecto es un satélite espía). Si se encuentra en una reunión y alguien apela a chistes baratos sobre argentinos, saque a relucir sin pudor a Borges, a Maradona, a Fangio, al Che, hable de los Vigo Mortensen que encuentran acá su verdadera casa y que los japoneses se mueren de ganas de ser argentinos para tener tango y comer bife de carne de vaca y no brote de soja, que es justamente lo que comen nuestras vacas cuando escasea el pasto.

¿Acá hay inseguridad? Dese una vuelta por la periferia de París a la medianoche. ¿Este es un país corrupto? Lea los diarios de gallegolandia y vea de lo que son capaces en la patria madre que nos reparió. ¿La clase política le da vergüenza? Averigüe sobre un tal Berlusconi. ¿Usted cree que Brad Pitt es más guapo que Echarri? Luciana Salazar no será tan alta como Pamela Anderson (y esa malla roja con la que corría por la playa dejando su humanidad saltar y saltar, le chingaría de sisa), pero Luciana tiene ese no sé qué de prima con la que uno juega al doctor. ¿Cómo van a idolatrar a alguien que se llama Lady Gaga? ¿No sabemos jugar al béisbol? Bueno, pegarle a una pelota con un palo no es nada de otro mundo. Lo difícil es darle con el pie y clavarla en un ángulo. Y de cabeza ni hablar. ¿No tocamos jazz como los neoyorquinos? ¿Y ellos cómo le harán a la chacarera? ¿No nos sale la ensalada como a un chef francés? ¿Para qué tanta dedicación con una ensalada estando rodeados de carne argentina?

Por si no lo sabe, yo integro el RERE, Revisionismo Revisionista (se aceptan donaciones en dinero o alimentos no perecederos). Así como el revisionismo revisionó la historia, nosotros revisionamos el revisionismo. Y hemos averiguado cosas tremendas, convenientemente ocultas por los revisionistas cuando se volvieron la historia oficial. Cuando Juan Moreira fue atravesado por la espalda por Chirino, no dijo "Chirinoooooo", sino: "Por lo menos me mata un argentino y no un gringo mangiatagliatelli". Hay documentos escondidos en la caja fuerte de la Sociedad Rural que demuestran que los ingleses de las invasiones no cantaban Lily Marlene, sino: "nada quema mejor que un buen litro de aceite argentino hirviendo arrojado por hermosas manos mestizas". En las barrancas de San Lorenzo vive un nieto de un nieto de un testigo de la batalla homónima que recibió del abuelo del abuelo la confesión de que la frase completa que dijo el sargento Cabral en su agonía fue: "Muero contento, olé, hemos batido al enemigo, olé, en el amor, olé, en la guerra, olé, en el fútbol, olé, y en la pureza del español que hablamos y hablaremos; olé y olé".

No son pocas las tareas que se ha impuesto el RERE. Una es demostrar la veracidad del rumor que dice que fue un argentino el que inventó la paella al cocinar un guiso de arroz con lo poco que tenía: arroz, azafrán robado al almacenero de la esquina por creerlo tabaco, y una liebre alimentada a pasto argentino que pesaba ocho kilos pelada; pero en lugar de cocinar el guiso en una olla, lo hizo en un disco de arado, sospechosamente parecido a un invento gallego posterior: la paellera. El sushi también es argentino. ¿Qué otro ciudadano del mundo lograría reunir alguna vez las condiciones de muerto de hambre, corte de gas e imaginación al por mayor? El inventor fue un habitante de la Isla Maciel durante un temporal. Al fin de cuentas fue mezclar un pescado traído por la correntada con un poco de vino de tetrabrik y además avinagrado (se asemejaba al ácido sulfúrico). No lo patentó por inmundo. Lo único que hicieron los japoneses fue enrollarlo y obligarte a comerlo arrodillado.

¿Y qué me dice de Obama? ¿Sabe que se duda del lugar dónde nació? Según nuestros informes, Obama sería tataranieto del Negro Falucho y habría nacido en la villa 1114, vendía garrapiñada en la cancha de River hasta que se dio cuenta de que era más negocio irse a los EEUU, porque un país que puso a Bush de presidente es capaz de ungir al primer chocolatinero que pase por la esquina. Y le tocó a él. Quizá no sea verdad, pero, ¿con tanta diáspora, cuánto tiempo cree que va a pasar antes de que un argentino argentino sea presidente de un país europeo? Escribió Hernán Casciari en una carta a su hija: "Papi nació en un lugar maravilloso. Si escuchás en la tele otra cosa, es mentira. Papi nació en un país al que nunca le fueron bien las cosas, pero que huele a tierra mojada y en el que, mires para donde mires, siempre hay algo que es verde y alguien que es tu amigo". Otro romántico. Pero lo de "alguien que es tu amigo" no es joda. Viaje y vea: el mayor problema del primer mundo no son las burbujas financieras que explotan y dejan a medio mundo en bolas, sino que hace tiempo han dejado de hablarse y de tocarse de tanto engordar de cuerpo, alma, cerebro, ingreso per cápita y miedo al extranjero. Vaya y vea si no me cree, y de paso pídale que nos devuelvan lo que se afanaron los conquistadores y las empresas que vinieron a embolsar lo que quedaba en pie.

Ahora el RERE está ocupado en investigar el mayor de los rumores: Colón era argentino. ¿Cómo?, dirá usted, eso sí que es imposible. ¿Cómo alguien va a nacer en un país que aún no existía ni había sido descubierto? (Aclaremos que existía pero no había sido encontrado por los gallegos; acá estaba, aún sin nombre). Un tal Tito habría sido enviado al pasado para matar al verdadero Colón, ocupar su lugar y quedarse con el honor (en Tecnópolis hay una réplica de la máquina que se usó, pero le pusieron un cartel de "Churrera virtual" para cortar con la demanda de pedidos de viajes a la época del menemato, no se sabe si para comprar cualquier porquería al dos por uno o para meterle una bomba al turco). Hablando de Colón, dicen que lo único que sabía de marinería era sentarse a pescar en las barrancas de Génova. De la historia de Tito, James Camerón (Juan Camero, otro argentino, pero este se fue de chiquito) copió Terminator. Eso sí, Schwarzenegger no es argentino; nadie es perfecto.

*escritor y músico

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