Martes, 13 de diciembre de 2011 | Hoy
Por Homs
I
Ira de los elementos.
Inestabilidades reaccionando en contexto.
Vaso de soda a trasluz.
Desquicios y equilibrios implicados.
Materia suicida envestida en impropia liviandad.
Despliegue impresionista que cabe en un instante.
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Burbujas que asoman por sobre el borde del vaso, brinquen mientras puedan. Ejecuten su acrobacia libertaria. Estréllense contra el espacio.
El costado más caníbal del agua, en poco tiempo, las reabsorberá en una fase tan fulminante como purificadora.
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Tifones en los sifones.
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Sifones máquinas de Dios llevan a cabo operaciones complicadísimas sobre la materia.
Burbujas hostias del credo.
Transustanciación elemental.
De antimateria a elixir.
Licuación del dogma, renacer del milagro.
Servirse, a las seis de la mañana, un vaso de soda.
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No lo olviden. Una cosa es el agua con gas de botella y otra muy distinta la soda de sifón.
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Lo inmediato es el ímpetu de las burbujas estrellándose contra el cráneo.
¡Oh chorro de soda! Ajenjo legal.
Licor de gas que le aligeras la grieta al parietal.
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Pop como icecream soda.
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Soda en el seno del cuerpo, reino de la tensión y de la bilis, de los humores malignos en pugna con los benignos, corderos todos del mismo rebaño.
Soda malherida por las esquirlas ácidas del aparato digestivo.
Soda Cerati a domicilio. Altísima calidad. Tarda en llegar y al final hay recompensa.
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En los prados del hielo los manantiales son de agua de Seltz.
Una vez estuve ahí. La cantidad de colores que en esas burbujas ví me configuraron la cabeza hacia la belleza. Es todo lo que tengo para decir. No es sencillo de explicar, y tampoco creo que explicar sea medio, fin o principio, más bien comodidad, facilismo, prosa.
II
La noche era espantosa, y tanto llovía.
El hombre había dado estrictas órdenes de no ser interrumpido por causa alguna y, encerrado en su despacho, trabajaba con papeles de neto corte administrativo.
Pensaba tomando un trago de soda.
Estaba convencido de que debía firmar sin cavilar más.
Apoyó el vaso sobre el escritorio pero no llegó, siquiera, a destapar su estilográfica.
Del fondo inerte de las paredes, de las leves líneas del empapelado, un estilete se filtró para acabar con su vida, desapareciendo después como la burbuja de aire dentro de la masa madre.
Las pericias han dicho que la herida, certera, provino desde atrás, rasgándole el cuello encima del hombro derecho. De acuerdo al parte médico también se detectó la hora aproximada del deceso.
Los sirvientes afirman no haber notado nada extraño. El silencio de los perros, tan celosos a todo movimiento mínimo extraño en la casa y el jardín.
En fin.
A la banalidad extrema del argumento se le agregan detalles más o menos confusos. Es sencillo. Es lengua en funcionamiento a niveles pragmáticos ultraprimarios.
Sólo hay que narrar.
Prosigan sin mí. Hasta acá llegué. Sabrán disculpar.
Tengo sed.
Sed de soda.
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