Domingo, 3 de marzo de 2013 | Hoy
CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA
Por Adrián Abonizio
* Era una cámara primitiva y los cuatro amigos la estaban probando. Inventaron una historia que sucedía en una casa y era acerca de un tipo que se quería masturbar pero siempre era interrumpido. Un timbre, la llegada de amigos, el teléfono. Una inocencia llana, de juegos escolares. Había primeros planos de una revista con modelos y una simulación bajo el pantalón del onanista. Luego, este mismo apareció en tevé ya era actor y el tape fue grabado a continuación. Pasaron los años y todo se olvidó hasta que un amigo de la infancia le pidió algo para mostrar en una comida familiar de cómo su amigo había triunfado. Le dió el VHS olvidando el contenido preliminar. Aún recuerda a su amigo cuando se le fue devuelto: "Mi vieja todavía está deprimida".
* Son las diez de la mañana del domingo y bajo el balcón hay un ruido a fierro y piedra. El se asoma y comprueba que son los que acomodan los autos haciendo una changa de reparar una vereda. La dama, enturbiada por el sonido le murmura de que por qué no los echa a la mierda. "Porque son pibes que se están ganando la vida". Ella mete la cabeza rubia bajo la almohada y se queja desde abajo: "!Y a mi qué me importa, echalos!". El se entristece, baja las persianas enciende el aire y sabe que a esa mujer la está empezando a querer un poco menos.
* Por Avenida del Rosario, desde la Mandarina hasta San Martín, los perros de la calle han enloquecido. Habrán bebido un potaje de agua de lluvia radioactiva, habránse envenenado, quien sabe. Pero desde hace un mes el comprueba que todos invariablemente, aún los más cachazudos, corren a los autos tratando de morder las llantas. Y que cuando alguno cae, herido de muerte en la batalla los demás lo empujan hasta sacarlo de la senda. Lo jura ante sus amigos, pero no le creen.
* Son tripas de perros eso que cuelga en una soguita en una casucha tras el puente que lleva a Pueblo Nuevo. "Brujería", se dice él, que hace los cuernos mientras gira subiendo a Circunvalación. "Son las de los Perros Locos", como dió en llamar al fenómeno que cuenta a sus amigos que siguen sin creerle.
* "Cambio, cambio", susurra el arbolito. Todos juran que trabaja para la mafia, para los capitalistas de juego. Que es un antipatria. Especulador. Algunos lo miran con repugnancia. Solo él sabe que si logra ahorrar un poco más podrá dejarle paga la casita allá en La Tablada a su nieto, antes que el cáncer lo estrague del todo. "Cambio, cambio", dice por lo bajo y saluda a alguno. "!Cambio, cambio!". El tiempo vuela.
* Pasan tres monjas. Una alta, erguida, las otras dos encorvadas. El pibe se fija bien y murmura que la primera no lleva una cruz grande en el pecho, apenas una muy chiquita y que las restantes dos grandes, visibles, horrendas. "Es el peso de sus pecados", dice el padre. "Claro, debe ser como cargar bolsas de arena todo el tiempo". "Sí, exacto", contesta. El pibe piensa. "Por suerte nosotros creemos que Dios no es un asesino". "Sí, por suerte", culmina el padre con una gran sonrisa por el trabajo bien hecho.
* Hay un tipo con un agujero en la laringe que tapa con un pañuelo y su cadenita. Utiliza un pequeño micrófono enchufado a un receptor. No obstante se le entiende casi nada. La voluntad y la amistad de los que están en la mesa hacen que todo parezca un diálogo. Aprueban y colaboran. El, veterano de hipocresías varias, se conmueve al ver la escena.
* En un campito hay pibes jugando al fútbol. La pelota se va y justo pasa cerca un ex jugador medianamente conocido por su maltrato con la pelota y con los rivales. La quiere parar pero le rebota; luego de un zapallazo la devuelve con bronca, como cuando jugaba y el balón queda lejos de los pibes. Es la misma escena, veinte años más tarde, veinte kilos más. La cámara oculta lo vuelve a captar en la toma para vergüenza del Cosmos y el Sagrado Equilibrio de las Esferas.
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