Jueves, 3 de abril de 2014 | Hoy
Por Pablo F. Gavazza
Los fresnos de Azcuenaga amarillean por estos días. Las tardes se acortan y las mañanas resultan más frescas en general. La gente camina y va por la calle mirando apenas lo que ofrecen las hojas que se desploman girando desde las ramas. Los negocios de Mendoza rellenan lo que era una sucesión de casas comunes y las calles aledañas dejan libre la llegada o partida de la gente que va a sus trabajos como siempre o que llega como siempre, también, de sus trabajos. Algunas señoras mayores barren las hojas y las queman en las esquinas sahumando la tarde y otras u otros dejamos que nos crujan en las suelas para que entreguen ese sonido casi iluminado que se apaga de a poco junto con el día.
El amarillo de infancia y de sabiduría que ostenta Azcuénaga se atardece solo, por estas horas, en la vaguedad de su ajena condición de hallarse cuestionado.
Hay una tristeza que se adelanta y que aprieta contra el rincón de la enfermedad. Yo vivo en el Barrio Azcuénaga que se nombra como si fuese un lugar de asesinos y delincuentes que le exponen masa encefálica a los pibes chorros que tienen la desgracia de quedar en manos de los monstruos.
Hay una cobardía que le hace decir al resto de la ciudad que la decadencia reside en lo amarillo del otoño de aquel lejano lugar. Claro, está en todos lados, bien lo saben, pero lograron ubicar a los esquivos personajes.
Todo está mal y todos están cansados. ¿Todos estamos cansados?
Todos están cansados de que "estos pendejos choritos de mierda te roben en esas motos de mierda también y que vienen siempre de a dos y que le dejan la mitad de lo que roban a la cana". ¿Todos estamos cansados?
Ay, todos estamos cansados de las muertes de los pibes inocentes. ¿Todos estamos cansados?
"Y claro, si se rompió el contrato social".
"¿El qué?"
"Hay que llevarlos al campo y fusilarlos y van a ver que se termina esta porquería..."
El rojo del sacrificio campea en los medios de comunicación y en las redes sociales, la expiación y la audacia de los métodos, La audacia?
La disolución se estampó contra el asfalto de una calle de aquí nomás Qué golpe para la ciudad! Todo ha cambiado. El centro dirá, los foros culturales y sociales dirán y los poderes dirán y toda la ciudad dirá: "La decadencia y la cobardía está allá en el Barrio aquel... lleno de gente asesina".
Pero otros dirán que menos mal que los valientes de aquel barrio comenzaron con la cosa. Con la cosa de matar. Con la cosa de defenderse de los hijos de puta. Porque si uno no hace nada...
Desde el sur vienen los choritos a veces asesinos y a veces no. Tal vez vivan aquí a la vuelta quién lo sabe? La villa llena de paco y merca baja a los barrios como si nada para "trabajar". Parquefield le paga a la policía para que los espere cuando descienden del colectivo, otro barrio le paga tambien un adicional a la policía para que trabaje de policía. Nosotros los matamos y les rompemos la cabeza contra el asfalto y el centro y los medios debaten interesada y concienzudamente. La disolución está gritando en la calle, está llamando a la puerta de cada habitante de esta ciudad como un verdadero botón de pánico.
Rosario es una ciudad hermosa realmente. Es como una mujer hermosa. Hay que tratar de dilucidar lo que vive adentro de la cabeza de esa bella figura.
Adentro de la cabeza de la bella figura vive el gobierno color azul que representa el poder. El azul del conocimiento y del misterio? Es el que debiera manejar lo que sucede por todos lados o al menos en la mayoría de ellos. El Gobierno de las cosas.
El gobierno de las cosas no puede gobernarlas porque el azul de su poder no domina al rojo del sacrificio y la expiación y porque la disolución que lleva el amarillo se adelantó y estalló en un barrio, por suerte alejado del centro.
El gobierno está asustado por lo que sucede.
El barrio está asustado y hay miedo en las calles.
El otoño arrancó claramente con toda su sabiduría, nosotros somos los que estamos extraviados.
Hace mucho tiempo que venimos perdiendo masa encefálica.
Los milicos.
El uno a uno y el déme dos.
La desaparición de los ferrocarriles.
La energía privatizada.
Los teléfonos.
La televisión.
Las elecciones y nuestros votos.
El neoliberalismo.
La derechización hipócrita de la sociedad.
Las cuotas de la licuadora y aquellos otros votos.
Los viajes.
El "Algo habrá hecho".
Los subsidios indiscriminados.
La justicia sin venda en los ojos.
Las religiones que absuelven y comparten poder.
Los choros grandes e impunes, esos señores.
La abolición de las escuelas técnicas.
Las computadoras de los chicos que tantos docentes no saben usar.
El Fútbol y sus analistas ocupando desmedidos espacios -sus sofistas y la estrategia-.
Los edificios del narcotráfico y del narcoconsumo.
La ciudad concedente de los proyectos que benefician a pocos.
La gente que opina y no participa.
La gente que está cansada, harta, y que no se mueve de adelante del puto aparato, sea televisor o computadora.
Una hoja de fresno caerá -llevada desde Azcuénaga- por el viento azaroso, justo en Corrientes y Córdoba. Su vaga luz, su decadencia, girará hasta el suelo de la peatonal. Tengo la ilusoria esperanza de que su mensaje de disolución y cobardía no haga que las personas, los políticos y menos el gobierno, se refugien en los despachos y los bares para hablar, nada más, de semejante barbaridad.
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