Viernes, 2 de enero de 2015 | Hoy
Por Héctor Cepol
Linda noche para estirar las piernas. Una chicharra en el jardín, estrellitas, una vereda que elige el rumbo, y allá vamos. El cuore tranqui, ensimismado, como chupando un chocolate. A la distancia uno que viene y una sensación ligera de calle invadida. Pero volvemos al chocolate, a corretear mentalmente. Aunque vigilamos. Trae pequeñoburguesamente un perrito, no inquieta, pero viene pegado a la pared. Nosotros también. Otra ráfaga de sabor dulce nos envuelve pero con cierto aire a despedida como los soldados en la estación. Está más cerca y no larga la pared. ¿Se creerá dueño de la calle, de la noche? Estamos a tres metros.
No exagero. Son tipos peligrosos, títeres y a la vez hacedores de fragmentación social. Porque, carajo, no está lloviendo, es de noche y no hay solazo, es una pura defensa animal del territorio. Y no se te acercan con prepotencia, sólo con firmeza autoritaria, y antes de eso con falsa amabilidad, y antes, con cara de poker.
-Pero este pasó esas etapas.
-Disculpe me dice con la mirada y un gesto elocuente con el brazo , tengo la derecha.
Sí, casi roza la pared con ese brazo. Pero no somos vehículos, somos seres humanos.
-No diga, ¿anda con registro para circular?
Y ahí, este falto de toda urbanidad, extrajo (porque no sacó, los delincuentes siempre extraen) extrajo una cimitarra y cortó en dos la noche.
Me agaché y saqué mi Kalashnikov AK 47 y lanzé una ráfaga.
Se agachó, extrajo un lanzamisiles y gatilló. Me hice a un lado pero en dos saltos volví al jardín y saqué mi tanque alemán Leopard 2A5. Quiera que no, le dio tiempo para aprestar un helicóptero Apache. Ahí dije, basta, si querés violencia ..., largué el tanque y con los vecinos solidarios que ya se habían asomado montamos a caballo y lanzamos un ataque como aquel de los mujaidines afganos con lanzamisiles en Rambo III (...aquellos admirables combatientes de Bush que, bueno después le derritieron las torres gemelas, nada es perfecto).
Fue un ramalazo. En un instante volvió la noche tranquila, y él estaba a un paso, y me hice a un lado.
-¡Buenas noches!, le dije.
-¡Buenas noches...!, me dijo.
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