Viernes, 2 de enero de 2015 | Hoy
PSICOLOGíA › EL INCONSCIENTE EN EL SIGLO XXI Y EL CONGRESO MUNDIAL QUE VIENE.
El autor de la nota es director de la Asociación Mundial de Psicoanálisis que realizará próximamente su congreso. Aquí se presenta también el significativo afiche sobre una obra del artista brasileño VikMuniz resignificada de otra pintura clásica.
Por Marcus André Vieira*
Nuestro cuerpo no cesa de decirnos cosas. Para los médicos, sus señales indican el buen o mal funcionamiento de la máquina. El cuerpo puede, sin embargo, decir mucho más, porque es también nuestra historia viva, el resultado de aquello que, en nuestros encuentros e incluso antes del nacimiento, nos marcó y constituyó. Es lo que Freud descubrió y, al tocar esos dichos del cuerpo -hechos no sólo de palabras sino también de sensaciones y fragmentos de imágenes afectamos la propia vida del cuerpo y de su goce. En esta verdadera lluvia de palabras que cae sobre nosotros, ¿cuáles de ellas contarán? ¿Qué nos marcará y formará parte de nosotros, constituyéndonos como sujetos? La propia unidad de nuestro cuerpo no es un hecho. Necesitamos de alguien, la madre o alguien que cuide de nosotros, para darle poco a poco consistencia. Sólo cuando soy capaz de vivir el enjambre de decires que me atravesaban como propios, es que este cuerpo -que hasta entonces era hablado se convierte en un cuerpo que habla, mi cuerpo.
Hoy, todo lo que sostenía la unidad de la identificación imaginaria para la transmisión de los sentidos de una existencia, tiende a ser sustituido por la legión de todos los saberes que inciden, a partir de Google, en tiempo real sobre el niño. Tenemos motivos para preguntarnos si algo cambió en el espejo del Otro.
Es lo que intenta mostrar nuestro afiche. Es fruto del trabajo de VikMuniz, artista brasileño, que toma una obra representativa clásica de Eckersberg y la rehace, utilizando fragmentos de revistas rasgadas. A la serie de cuadros que utilizan este mismo procedimiento, el artista la llama espejos de papel. Y es la serie a la cual pertenece esta obra.
El resultado nos da el sentimiento tan contemporáneo de que la imagen que tenemos de nosotros mismos solo se sostiene en tanto la miramos de lejos. No me refiero a la idea conocida de que podemos, de cerca, ver los vicios e imperfecciones ocultas, sino de que podemos percibir cuánto nuestra auto imagen, inclusive el cuerpo, es el resultado de algo que se fabrica.
El afiche apunta, sin embargo, a indicarnos algo más (encarnado en el título, que fluctúa en algún lugar entre la pantalla y nosotros). Presenta el tema de nuestro X Congreso: El cuerpo habla: el inconsciente del siglo XXI. No es el cuerpo tal como acabamos de describir. No es el cuerpo hablado, o el cuerpo que adquirió la capacidad de hablar, sino el cuerpo hablante.
Aceptar la apuesta del inconsciente es asumir la siguiente premisa: lo que nos sostiene como Uno no es aquello que el espejo nos devuelve; es encontrar ese sostén mucho más en la profusión de imágenes mezcladas y de fragmentos de discurso.
Cuando la empresa prosigue lo más lejos posible, hasta sus últimas consecuencias, cada vez que nos aproximamos al goce más esencial de un cuerpo, cuando nos aproximamos a aquello que mantiene a alguien vivo, el punto último de su singularidad, no encontramos ninguna unidad. Por un lado, es siempre algo hecho tanto de lenguaje como de goce (lo que Lacan llamó lalengua). Es lo que se vislumbra en los testimonios de aquellos que llevaron sus análisis a este punto y que, al ofrecer sus relatos al dispositivo del pase, fueron nominados Analistas de la Escuela.
¿Y en cuanto al cuerpo? Desde el punto de vista del pase, nuestro cuerpo es un verdadero -collage surrealista- (como dice Lacan en El Seminario 11, al referirse a la pulsión). Es un poco como el de la mujer del afiche.
Ahora, existe diferencia entre el cuerpo fragmentado y fabricado de hoy en día y el cuerpo tal como el análisis nos lleva a considerar. Es que el análisis nos muestra cómo nos sostenemos exactamente de estas piezas sueltas, piezas que son simultáneamente trozos de goce y de lenguaje.
No son tan numerosas. A lo largo de los encuentros, vemos que hay algo que en ellas retorna, como una nota que insiste en la melodía (y no es por casualidad que hablamos a menudo de percusión, para traducir su presencia, porque no tiene mucho sentido, solo una reincidencia continua en nuestro decir). Llamamos a ello, con Lacan, sinthoma.
Desde este punto de vista, la muchacha del afiche solo tiene cuerpo porque el sinthoma, esta incidencia inaugural del lenguaje sobre el viviente, se hace palabra, y esta palabra se entrecruza con otras, componiendo un mosaico lenguajero que da a su usuario una ilusión de unidad. Es por hablar, por lo tanto, que ella puede tener un cuerpo, e inclusive creer ser uno. De ello deriva el término propuesto por Lacan en estos seminarios: hablanteser (parlêtre). (http://bit.ly/1CgsMlG)
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