Domingo, 5 de noviembre de 2006 | Hoy
Por Luis Novaresio
Uno: ¿Quién es más culpable? ¿Vos, que ayudás a uno y dejás a tantos sin nada o vos que no pedís por todos ni obtenés, al menos por ahora, por uno? Es un día de pensamientos crípticos. Nada que ver. La pobreza, el ver la injusticia de alguien que no come en esa fuente de cereales, leche, carnes no es enigmático. Es sencillo. En todo caso, será que no querés verlo o jugás a la confusión para calmar tu conciencia. Y te reís. ¿Existe la conciencia? Y no te hablo de esos estudios que están todos de moda que encuentran en el gen Y342 Noroeste, que demuestra que una corriente eléctrica en el cerebro de los hipopótamos hembra se produce cuando la cría se cruza de charco y se va a nadar a otro lado. Conciencia del mal en los paquidermos análoga a los humanos. Dicho con todo respeto por esos científicos que saben que la pregunta vale más que la respuesta y siguen indagando en el origen de las cosas en vez de buscar explicaciones en el más allá. Pero ese es otro tema. ¿Existe la conciencia? La conciencia es la noción que tenemos de las sensaciones, pensamientos y sentimientos que se experimentan en un momento determinado. Es la comprensión del ambiente que nos rodea y del mundo interno a los demás. Para Sigmund Freud los sueños eran una guía hacia el inconsciente en su teoría de satisfacción de los deseos inconscientes y propuso que los sueños representan deseos inconcientes que las personas desean ver satisfechos. Y te lo estoy leyendo de Feldman Robert, que no es el nuestro, creo, en su Psicología con aplicaciones en países de habla hispana. No es eso.
Pregunto por el reclamo interno que te hacés en silencio, quizá solo, cuando algo ha terminado y sabés que merece tu reflexión. Y ahí, dicen, digo, es que nace la tranquilidad o el cargo de. Tranquilidad o cargo de conciencia, claro. ¿Soy culpable si me ocupo de uno y dejo más desprotegidos a la mayoría? ¿Hay que asumir el cargo de? ¿Soy cobarde si no asumo un compromiso por la mayoría y me conformo con el doméstico hacer para el que está cerca? ¿Otro cargo de? Sentado frente a este teclado, te leo, te releo y vuelvo a recitarte en voz alta y pienso si sólo hay ganas de cambiar las cosas, de raíz, de lo que está mal o si en cambio es síntoma de hortelanos, y no de huertas, claro, sino de animales que no hacen pero tampoco dejan hacer. Los peces se mueren porque no hay agua. Y yo, apenas un vaso de líquido en mi mano. ¿Salvo a uno para que nade incómodo? ¿Golpeo a quien nos quita el agua y consigo que las próximas generaciones de estos bichos que aletean exánimes no padezcan lo mismo? Conciencia. Propia. Unica. Intransferible.
Dos: La familia de Brian Escobar, el chico que rescató a sus padres de un incendio en su casa, está de mala racha: Hace unos días entraron ladrones en la verdulería familiar y robaron toda la mercadería que encontraron a su paso. "Ahora el negocio quedó todo pelado", dijo el pequeño de 14 años, quien el pasado 23 de mayo se convirtió en héroe al rescatar a sus padres y sus dos hermanos de un voraz incendio. Lo escribiste vos mismo, en esta misma redacción, ¿te acordás? Y hubo más. La semana pasada se cayó de su bicicleta y se quebró el fémur. Lo operaron en el Hospital Eva Perón y fue el Sanatorio Británico el que donó la prótesis que cuesta varios miles de pesos.
Tres: Y te leo. ¿No te parece que ya es hora de mirar un poquito el bosque y no siempre el árbol? Brian, tiene una familia, padres jóvenes con manos sanas para poder ayudarlo y contenerlo, tiene abuelos, tíos, en fin, no esta solo, hay otros chicos en cuartos de hospitales, que no tienen todo lo que Brian tiene, y nadie los saca por los medios, y a lo mejor también son héroes. No te confundas, a mi como simple ciudadano hay veces que me da la sensación que los mayores están aprovechándose de Brian, y claro todo le viene de arriba, ayudar sí, pero hay muchos no uno solo. Hasta cuando con Brian, todos o la mayoría lo hemos ayudado, todos queremos que este bien, pero me parece que ya es demasiado, hay muchos brian a los que ayudamos y no los damos a conocer, hay muchos Brian a los que tratamos de conseguirles cosas y la mayoría de las veces nos resulta muy difícil, porque casi siempre es remar contra la corriente, hay muchos chicos que pasan por situaciones peores y no reciben tanta difusión, ni tanto apoyo de parte de gente de los medios. Perdón si no es tu agrado mi mensaje, pero no me parece justo, hay mucha gente que necesita y en verdad no me parece justo poner todas nuestras energías en una sola, haz el bien sin mirar a quien, es lo que hacemos mucha gente desde hace mucho tiempo, hay que repartir, y generar muchas sonrisas. Gracias. Y te releo. Y te vuelvo a recitar.
Cuatro: Cada una de las personas que viven en el 10% de los hogares más pobres de la Argentina reciben 53 pesos por mes. En la otra punta, las que habitan en el 10% de los hogares más ricos disponen de 1.740 pesos mensuales. De este modo, cada integrante de las familias más ricas recibe 32,8 veces más que el de la vivienda más pobre. Los sectores más pobres desocupados, empleados en negro, cuentapropistas informales o beneficiarios de planes sociales bajaron otro escalón: de recibir el 2,3%, ahora participan con el 2,2%. Y eso se debe a que estas franjas siguen con sus ingresos nominales estancados o con mejoras inferiores al aumento de los precios. Entonces, aunque hubo un aumento tanto del empleo como de la producción, esas familias recibieron un pedazo más chico de la riqueza creada. Los asalariados registrados y los sectores medios tuvieron mejoras pero fueron inferiores al incremento de la inflación y la suba el PBI. Recibieron un poco más, pero menos que lo que aumentaron los precios y la economía. El trabajo infantil creció el 600 por ciento en los últimos siete años en Argentina, donde actualmente hay 1.500.000 menores de quince años que desempeñan alguna tarea para sobrevivir o ayudar a sus familias (www.reluita.org, sitio de información económica).
Cinco: Todo nació cuando volviste a pedir por Brian Escobar, ese pibe distinto, magnífico, luminoso, único y, sí, pobre como tantos. ¿Quién es más culpable?, preguntaste. Alguien quiso saber si había más culpa en quien ayuda siempre a uno y se desentiende de tantos otros. Culpa. Qué poco original. O no aprendiste ya que la culpa es el refinado instinto de venganza revestido de preocupación. Es la triste vergüenza inventada por el prójimo para explotarte. Es duro. Claro que es duro, te dije, pero siento que es así.
Almas despechadas creen que solucionan todo donando un kilo de polenta mágica y se sienten dueños del escudo y la lanza que lucha contra el hambre. Y no es cierto. Pero tampoco es cierto que seas un héroe acreedor del bronce por gritarles a esas viejas que donaron sus joyas para la guerra estúpida o al pibe que llevaba un chocolate o a mí o a vos que hacemos algo por alguien que lo necesita a la vuelta de tu casa. Generar culpa inútil necesita del extremo claro. Los grises, los intentos con altos y bajos, perturban. Pido por Brian, y vos pedirás por lo tuyo, porque siento que el dolor está acá al lado y me duele. ¿Porque creo que así hipoteco el cargo de por la tranquilidad de? Sea. ¿Y? Acá, a mi lado, allá, en el tuyo, hay alguien al que le duele, que sufre y pesa más que mi cargo de o mi tranquilidad de. Una vez vi a un ciruja buscando desesperado en las manijas de un container de basura una bolsa de nylon en la que una señora solía dejarle comida. Y vos me dijiste, mujer burguesa que en cambio de pelear por el hambre de todos, combate el dolor de barriga de ese pibe que seguirá sintiendo mañana. ¿Y mientras tanto? ¿Quién tiene derecho a decir que el futuro, esa abstracción de tiempo incierta, vale más que el aquí y el ahora? ¿Quién dice que la lucha por todos debe detener la pequeña batalla, infinitesimal, de pedir por vos? El dolor de muchos no existe. Hay un dolor de alguien, que tiene nombre, cara, rostro, familia. Y hay otro dolor de otro que tiene otro nombre, otra cara, otro rostro. Y otro. Y otro. Y nosotros, por comodidad o por lo que sea, llamamos a eso el dolor de muchos. Las estadísticas suelen ayudar a ver menos rostros individuales.
Pido por Brian, y vos por lo tuyo, y somos injustos. Claro. ¿O acaso la justicia no es lo que el poderoso dice que es? Dar a cada uno lo suyo es un triste chiste de los dogmáticos que no soportan la realidad de sus actos perversos. Pido por Brian, y vos por lo tuyo, porque creo que se puede. Porque mientras espero la revolución eterna, ese sueño que sigue estando lejano, por mi culpa ( y digo culpa), por mi culpa, por mi culpa y por la tuya, sí señor, hay un pibe, con rostro, con nombre y con familia que no necesita. Y si puedo, si me da el cuero, mañana pido por otro. Y por otro. Y de a uno. Mientras vos seguís quejándote de lo injusta que es la vida. [email protected]
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