Domingo, 28 de enero de 2007 | Hoy
Por Luis Novaresio
Uno: ¿Qué es la memoria? Rosendo, ya escuché su nombre, pregunta: ¿qué es la memoria? También alcancé a escuchar que tiene seis años. Su madre, ante este oyente casual y no invitado a saber de ellos dos, me la hizo fácil. Rosendo, le reprochó hace dos minutos. Te pedí que no insistas con eso. Ya tenés seis años. No sos un bebé. El tedio de hacer una larga cola para pagar un servicio público en una tarde de verano hace que uno sea más impertinente que de costumbre. Quizá si hubiera traído un libro, pensás en un momento. O música. Pero no es el caso. Luego pensás que si te respetás, si en algo te respetás, deberías empezar a los gritos e invertir ese tiempo de aburrimiento que te enrostran los funcionarios ineptos en algo digno. ¿Alguien puede explicarme por qué para pagar tengo que hacer cola? ¿Por qué para darles dinero tengo que quedarme parado por más de una hora perdiendo plata y ganas de hacer?
Pero no hacés nada de eso. No hay libro ni música. No hay coraje para que te respeten. Y te ponés a escuchar a Rosendo y a su madre.
¿Qué es la memoria? La memoria humana es aquella potestad que permite al ser humano retener experiencias pasadas. Ya lo leés en tu casa. De un manual viejo o diccionario enciclopédico que se compraba en fascículo cuando todavía no ibas a la primaria y tu viejo creía que era el modo para prepararse para lo que ellos, de memoria, justamente, no iban a poder. ¡Qué sabios nuestros padres! Invertir los mangos que no sobraban en una colección de tomos que se mandaban a encuadernar (sí señor: había encuadernadores) para respaldar el conocimiento del hijo que, si Dios quiere, iba a ser m`hijo el doctor. ¿Hoy no hay ni Billiken?, me preguntás con odioso instinto de comparación. Pero ése es otro tema.
Sigo leyendo. La memoria humana es aquella potestad que permite al ser humano retener experiencias pasadas. Se subdivide en una serie de sistemas, cada uno de los cuales posee diferentes funciones, como por ejemplo, almacenar información por unos pocos segundos (memoria a corto plazo) o para toda la vida (memoria a largo plazo), información conceptual o eventos de la vida cotidiana, etc. Me detengo. Es cierto. Eso es la memoria. ¿Es? ¿Es una potestad? ¿Uno elige? Entonces es cierto que no hay mejor amnésico que el que no quiere recordar. Sigo. Los sistemas de memoria sobre los que existe mayor consenso entre los investigadores son: memoria sensorial, aprendida por los sentidos, memoria operativa, relación con el medio ambiente que nos rodea. y memoria a largo plazo, declarativa y procedimental, conocida como la base de datos de un ser humano, ilimitada, general, enciclopédica.
Seguro que los fascículos nos deben haber sacado del agua muchas veces en la secundaria. Vaya paradoja: no lo recuerdo con precisión. Temo, me dijiste, que cuando nos sacaban del agua nos ponían un salvavidas de plomo para que siguiéramos nadando. Porque no me digas, ya te enojaste, que entendiste lo de las clasificaciones.
Puede ser. Pero retener experiencias pasadas como potestad me quedó muy claro. Potestad.
Dos: Antes de que me lo reproches, que mensures mi olvido, te pido que me digas, vos, qué te acordás. Está bien. Hago memoria.
De los dos, que no estaba acá. Las dos veces había viajado y me enteré mientras tenía que probar con el pasaporte que era argentino. La distancia, te hablo de la cuestión física, nada de abstracciones, genera una caja de resonancia especial para la sorpresa. ¿Cómo que mataron a un periodista? te dije con un tono que jamás hubiera usado estando en estas pampas. ¿Cuál es tal sorpresa?, me pareció que me preguntabas. O no vivís en un país de impunidad, de justicia burocratizada al servicio de no resolver nada y apelar al paso del tiempo que licua todo. Sí. Mataron al periodista que fotografío al hombre que decía que el poder es tener impunidad. Y cuando lo de ella, la sorpresa me hizo un parecer un crédulo. ¿O es raro, podrías haberme dicho, que en este país conservador, dogmático y autoritario, maten a una prostituta que osó tener un sindicato?
Y después me acuerdo del camino a la nada. Que si ella se vendía en la calle sabía a lo que se exponía. Que si era la policía. Pero la provincial, porque ella protegía a los federales. Tenía un macho de los "federicos", me dijiste. El camino empedrado de chismes personales que hicieran que a tres años de su muerte nadie diga en voz alta que una sociedad que dice tiene garantizados los derechos más básicos sigue sin preguntarse una sola cosa. La única. Quién mató a Sandra Cabrera. Quién. No por qué. Y en todo caso, sin importar el porqué.
De él un largo proceso para atrapar a cuatro nadies, mano en alto para disparar e incendiar pero sin neuronas para pensarlo. Dos libres y dos más. La madre de José Luis Cabezas que dice sin errar: los huesos de mi hijo deben estar temblando al pensar en lo que pasa.
¿Qué más recuerdo? La cara de los jueces, la de los policías, la de los que dicen que vamos a llegar hasta las últimas consecuencias o tienen mi compromiso de que no voy a dejar mi cargo sin haber esclarecido este horrible asesinato. La cara de los que decían por qué me vino a explotar este caso justo a mí, o justo en este lugar, o justo en este momento. Los oficios, los ADN, las pericias, los testigos y los testigos tachados, el Excálibur, el sistema prestado del país del norte para aclarar todo.
¿Qué mas? Las marchas masivas del primer día, del primer mes, creo que del primer año. Y ya. Vida (¿país?) narcotizado que se droga con otro hecho más grave que succiona al anterior.
Y no me acuerdo más. ¿Y vos?
Tres: La memoria es una potestad. Será por eso que cuesta pensar en un reclamo de justicia colectivo y popular ante la muerte de José Luis Cabezas, hace diez años y de Sandra Cabrera, hace tres.
Pero vos sabés que eso no es cierto. Vos sabés, como yo, que la memoria no se elige y que los fascículos que compró tu viejo pecaron de ingenuo error, por lo menos. Podrás decir que no te acordás o que no supiste de memorias sensoriales o procedimentales. Pero sí está en tu recuerdo. Basta que te lo preguntes, a solas, sin necesidad de confesarlo. Pero no te olvides, que ante vos, la confesión no tiene sentido. Saber, recordar, conocer, frente a uno mismo simplemente es. Y Sandra y José Luis, son.
Que después elijas jugar con gesto montado a no acordarte es otra cosa. Eso sí que es una potestad. Eso sí. Porque te lo repito: la memoria es. Militar en consecuencia, una potestad. [email protected]
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