Domingo, 17 de junio de 2007 | Hoy
Por Luis Novaresio
Uno: Ahora me doy cuenta del porqué de su odio a los caprichos. Será porque ya estoy en la misma edad en la que él me miraba como padre y uno empieza recién entonces a entender que el paso del tiempo no es, al menos no siempre, un arma triste y agria usada por los que lo padecen para envidiar a los que apenas han empezado a vivir. No es eso. Es un justo derecho a presumir de la experiencia. No te entiendo. Que no siempre los viejos suelen criticar a los más jóvenes por envidia ante el que le queda tanto más por vivir. Mafalda va caminando por la plaza y dos viejos sentados en un banco dicen cuando ella pasa: Esto es el acabóse. Mafalda piensa dos cuadros del dibujo y repregunta: ¿No será el continuóse del empezóse de ustedes? Pero hoy no quiero hablarte del paso del tiempo sino de la tirria, mirá que moderno, dije tirria, por los caprichos.
Un capricho no es nada más que confesar que no tenés razón. Eso me decía mi viejo. Y yo no lo entendía. Si me empacaba para que vayamos al Ital Park aquel fin de semana que planeamos en Buenos Aires no es porque no tenga razón. Sino porque tengo ganas de ir, pensé otra vez ahora, acordándome de las ganas de montaña rusa que quedaron en eso, en ganas. Llovía, era tarde, manejar por la ruta solos con tantos accidentes, eran el no al Ital Park. Tan razonable no. Era evidente. Entonces sólo se imponía el capricho del berrinche. El reconocer con empaque y con llanto que yo, yo mismo, no tenía razón pero mis ganas no querían dar el brazo a torcer. Me llevó unos cuantos años entender que eso era confesar la razón. A pesar de los gritos.
Dos: El gobernante insiste en que vos estás jugando para la oposición buscando todos los temas que sólo lo afectan a él. Dice que no mirás lo que se hace en la provincia ni tampoco lo que hacen en la municipalidad. Y son bien graves. Muchos más graves, carajo. Carajo, me dijiste, fue lo que dijo el gobernante. Claro, dice el tipo ya furioso, él juega para el otro partido en medio de la campaña electoral y ahora, justo ahora, descubre los problemas de mi gobierno. Me dijiste que está chivo. Conmigo.
En la mesa de redacción escucho este argumento desde que empecé a cortar cables en la teletipo de Télam que tenía rota la jota y pe. "...orge Luis Borges. Oyas como ocas". Ese fue el primer cable que corté. Cultura. Y en esa misma época escuchaba protestar a los que opinaban contra el funcionario de turno que decía que se escribía a favor o en contra de él porque intereses, debería escribir un "sic"; espurios. Lo bueno, me decía un viejo maestro, es que todos dicen lo mismo. Los peronistas se quejan, los radicales se quejan, todos se quejan. Eso es señal de que vas bien. Son caprichitos de los que no saben gestionar, me decía el maestro.
Tres: No importa demasiado que te dé el domicilio preciso. Porque hoy no quiero hablarte de ese problema concreto sino de la reacción de los que mandan frente a una cuestión semejante. La casa queda en la zona noroeste y hay unos siete mil conciudadanos que atienden su salud en el lugar. Allí no llegó nunca la revolución productiva pero tampoco llegó el derrame de los cuarenta mil millones de dólares de reservas para subir un par de escalones desde el infierno al purgatorio. Seamos justos. Pero allí se pelea. Todos los días. Con sol o sin sol. Sin sol es más complicado porque hace más de veinte años que en el centro de salud están enganchados a la luz para abastecer lamparitas, nebulizadores, heladores o lo que sea. Y cuando le cortan el servicio, las velas no son lo más indicado. Veinte años. Y más. Los vecinos, dice una de las enfermeras, ya saben que si nos enganchamos una vez a la monofásica y nos cortan, lo hacemos luego a la trifásica. Y así. Siete mil personas.
Un mástil se cae en la cabeza de un pibe en una escuela. El pibe tiene la firmeza en sus ganas de vivir que no tuvo la estructura que solía izar la enseña patria. Ahora un funcionario supone que es útil revisar todos los mástiles de las otras escuelas. Ahora.
Un joven de menos de veinte años pasó preso casi doce meses en Coronda en contra de la ley y, sobre todo, como lo señala la estupenda investigación de la periodista de Rosario/12 Alicia Simeoni, sin que los jueces sepan quién lo envió allí o por qué. A ver: un ciudadano, imputado de un delito pero pobre y toba, es cierto, fue a parar a una cárcel sin que nadie lo ordenara desde la justicia y sin que, hasta ahora, haya renunciado reconociendo su torpeza.
¿Es un capricho de un periodista contar estos casos en campaña electoral? ¿Es un berrinche injustificado de un redactor para demostrar que no se tiene razón? Quizá lo fuese si sólo se mostrara este escenario deliberadamente sin mirar los tantas otras carencias que lucen en los distintos estamentos de los alquilan el poder con traje de gobernantes. Así y todo, me dijiste, me resisto a tener que jugar a hacer equilibrio entre los mezquinos intereses partidarios para saber si un mástil es de la provincia, un cable de luz de la nación o una reja injusta de la municipalidad. Hay que resistirse a caer en esa cuenta porque es secundaria y, esencialmente, mentirosa. Un mástil caído es un escándalo per se. Sin importar de qué signo político dependa que se evite. Gente sin salud y, especialmente, un pibe preso condenado de hecho a ser un muerto civil, deberían horadar las pequeñeces de boinas, rosas y bombos y escandalizar sin miramientos. Que alguien llame a una redacción para hacer otra lectura es un capricho inútil que demuestra ineficiencia. Además de una reverenda jodedura.
Cuatro: Y repudio desde el fondo de mi alma su caprichosa campaña en pro del aborto que no es otra cosa que defender el homicidio. El dueño de un comercio que suele poner publicidad en algunos medios de comunicación remite al editor y responsable los mails de algunos de sus clientes enojados porque anuncian en tu espacio en donde se habla del protocolo municipal del aborto despenalizado. Paréntesis: No me hago el interesante no dándote la data precisa. No estoy autorizado, primero, a hacerlo y, lo más importante, no tengo ganas de hacer sentir contento al dueño del emprendimiento comercial creyendo que te influyen. Cierro paréntesis.
Caprichosa campaña. Y un lío fenomenal. El que pretenden hacerte, me dijiste. Yo pregunto: ¿está mal insistir que nadie en su sano juicio puede imaginar a una mujer alegre y contenta marchando a hacerse un aborto? ¿Es admisible pensar que la ley no es la protección de un sentimiento mayoritario, quizás, sino la protección de mayorías y minorías para que puedan convivir pacíficamente? Si el fin de la vida, la muerte, no es el corazón detenido sino el electroencefalograma plano con sangre bombeándose que admiten la donación de órganos, ¿puede preguntarse si el inicio de la vida puede no ser un óvulo apenas fecundado por un esperma sino la conformación del mismo sistema que nos declara muertos como sostienen tantos científicos de países admirados y visitados por los que te acusan de homicida? La pregunta, ¿es capricho? ¿O la maldición con antorchas, capuchas y maldiciones luce más como capricho?
Cinco: Hoy es el día del padre. Y lo extraño mucho, me dijiste. Extraño incluso lo que me sacaba de mí cuando discutíamos. Hacer las cosas bien o mal es lo mismo, me decía. Sólo que si las hacés mal, las vas a tener que hacer de nuevo. Y desde que tenía uso de razón que lo escuchaba. Chi non puó battere il cavallo, batte la sella, decía en su lengua salvo que prefiriese el dialecto. Aprendí de mi viejo que la mejor respuesta es la siguiente pregunta y que las certezas son remansos propios que no ameritan imponérselos a los otros. Aprendí de él el laburo constante, el esfuerzo digno y a saber pedir disculpas. Nada menos. Cuando se murió, lloré y maldije sin sentido. Un verdadero capricho que justificaba mi error. No es que lo extraño por su día. Lo extraño, porque era mi padre. Felíz día para todos.
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