Jueves, 29 de mayo de 2008 | Hoy
Durante los 90 el neoliberalismo asestaba un golpe mortal a los espacios públicos que hacían de la Argentina un país todavía con esperanza.
Todo aquello que pertenecía (aún post dictadura) a "todos", las escuelas, los hospitales, todo lo que podía ser habitado de ciudadanía era despojado de algún modo hasta vaciarlo.
Lo contrario sucedía en la cuna de la bandera... (y fue ejemplo para el resto del territorio argentino) aquí se inauguraron espacios para lo colectivo para ser vividos por todos los que lo decidieran: el Jardín de Niños, la Granja de la Infancia, el Centro de la Juventud, entre otros.
Además encuentros colectivos de expresión artística de todos los géneros posibles... música, teatro, danzas, etc.
Fuera de Rosario desaparecía lo público, lo de todos se oscurecía hasta no existir. Dentro de Rosario, la participación crecía en el ámbito de la cultura: pobres, ricos por igual podían actuar, ver, sentir, emocionarse, disfrutar, vivir otros lenguajes posibles y concebir distintos horizontes de los habituales. Igual que en la Salud con sus excelentes hospitales públicos.
No debe haber duda que estas políticas garantizaron la continuidad del modelo del Partido Socialista en el poder, porque estas políticas permitían un bienestar, un crecimiento y una contención que colaboraba en el rescate de la subjetividad y en la construcción de ciudadanía. Alguien dijo en mitad de la peor de las crisis que sólo la cultura nos salvará como humanos, como sujetos...
Hoy, Rosario es mirada con admiración por todo el país, después de haber sobrevivido a la infamia de los 90, pretende olvidar qué fue lo que la salvó... Mejor dicho, el Intendente -que deberá agradecer a su antecesor el haber sido votado una vez más-, intenta echar por la borda el principal éxito de la gestión socialista, la de haber puesto a la cultura y al espacio público un lugar central para la ciudad y sus habitantes. Así lo dice esta política negligente de no titularizar a los empleados de los centros de cultura, aquellos que dieron sostén a este producto y que por cierto están dotados de una excelente nivel de capacitación. Hay mucho que valorar de este personal y de este proyecto, que puso a Rosario como un lugar distinto donde había lugares y hechos que no se veían en ningún sitio por entonces y mucho menos aún con la calidad con la que aquí se gestaban.
Reflexione, señor intendente, valore el saber y a los que saben; ponga las cosas en el correcto lugar.
Graciela G. Carrier
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