Sábado, 6 de agosto de 2011 | Hoy
Esclavitud moderna
"Esclavitud era la de antes, che", podría haber dicho Biolcatti en una entrevista, pero no, lo que dijo fue que se debía examinar el vocablo esclavitud, precisarlo, ya que era, posiblemente, un tanto violento y no sabía si, a ciencia cierta, se aplicaba para la ocasión. Qué interesante. Resulta que ahora el presidente de la SRA se transformó en un semiólogo que intenta desentrañar de la maraña informativa el sentido exacto o verdadero de una palabra cuyo significado estaría siendo manipulado por los medios de comunicación. Averigüemos, entonces, basándonos en el libro La liberación medieval de Pierre Dokes, y con el único fin de gratificar a nuestro aspirante a semiólogo, qué es la esclavitud: es el derecho de propiedad sobre el prójimo. ¿Y el esclavo? Es aquel que está bajo la dominación absoluta de un amo, por compra, herencia o guerra. Tomemos ahora del mencionado libro tres características del esclavo: Teme, por sobre todo, a la muerte: el esclavo sería aquel hombre que elige, entre la vida y la libertad, sin dudarlo, la vida (al prorrogarla, el amo, se apodera de su libertad y, paradójicamente, de su vida). Es extranjero por excelencia: "extranjero por su origen, ya que proviene de otra parte; extranjero a sí mismo puesto que está afuera de la comunidad; es apolis". Enriquece a su amo (todo trabajador enriquece a su patrón, por lo tanto esta característica no es exclusiva del esclavo): hay pues, entre amo y esclavo una relación de producción. Primer punto: hombres y mujeres de todas las edades escapando desde el norte (habrá que determinar la responsabilidad del gobierno nacional por no atacar las fuentes del problema) de nuestro país de la pobreza y del hambre como de una plaga desembarcan en la pampa húmeda con la esperanza de estirar la agonía. Segundo punto: Desarraigados de su tierra son confinados a lugares distantes, alejados de todo y de todos, especie de ostracismo contemporáneo. Tercer punto: no requiere demasiada explicación: el esclavo trabaja y el amo obtiene las ganancias. Visto y considerando lo expresado hasta el momento, amigos de la sociedad rural argentina (hago extensiva la invitación a las demás entidades y empresas multinacionales), entiendo que podríamos llegar a un acuerdo si afirmáramos que hoy en ciertos lugares de la Argentina existen esclavos aunque no esclavitud. No existe esclavitud puesto que (siguiendo el criterio de Dokes) no es la relación de producción preeminente y, por otro lado, el pago al esclavo es similar al del asalariado. (¿Se podría hablar de esclavo asalariado?) Debo rendirme ante las evidencias: Biolcatti tenía razón: no hay esclavitud. Sólo esclavos, o, si convenimos: trabajo esclavo.
Manuel Quaranta
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