Martes, 6 de septiembre de 2011 | Hoy
La palabra como arma
Ha muerto León Rozitchner. Su esclarecido accionar crítico fue implacable con las imposturas de diversa laya en distintas etapas de la historia social de la región. Rozitchner fue miembro del grupo de la revista Contorno junto a Ismael y David Viñas, Adolfo Prieto, Adelaida Gigli, Oscar Masotta. Este agrupamiento de intelectuales renovó radicalmente la perspectiva de la teoría social, planteando debates acerca de escritores como Roberto Arlt y Martínez Estrada, poniendo en la escena pública discusiones acerca del peronismo y otros temas urticantes para la intelligentzia vernácula. Contorno rasgó de modo implacable los velos del elitismo cultural encarnado por ejemplo en la obra de Eduardo Mallea.
León era un polemista por antonomasia, desde su libro Moral burguesa y Revolución pasando por su ensayo de denuncia al doble juego de algunos exiliados durante la Guerra de Malvinas, titulado De la guerra sucia a la guerra limpia. En este libro, León denuncia cómo las declaraciones formuladas desde fuera del país legitiman a los militares genocidas, devenidos repentinamente antiimperialistas. Sin vueltas deja en claro que lo que están haciendo es "lavar falsas conciencias".
Recordamos también su magistral ensayo Perón entre la sangre y el tiempo, donde el herramental teórico es nada menos que Karl Marx, Sigmund Freud y Von Clausewitz. Rozitchner invierte la fórmula del estratega prusiano y afirma que la clave para el análisis es que la política es la guerra por otros medios.
Estigmatizado y expulsado del Conicet por los inquisidores en la oscura etapa del menemato, por su libro La cosa y la cruz, Cristianismo y capitalismo (en torno a las Confesiones de San Agustín), no cesó de expresar sus ideas que siempre movilizaron contra las imposturas.
Debemos despedirnos de una mayúscula figura del pensamiento y la acción, de un hombre que así como transitaba las aulas universitarias también estuvo en plena crisis del 2001/2002 en las asambleas barriales y en ámbitos como la fábrica Grissinopoli, en plena lucha de los trabajadores en el barrio de La Chacarita.
Respetado León, sus palabras seguirán resonando y siendo acicate para continuar forjando armas de la razón.
Carlos Solero
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