Miércoles, 10 de abril de 2013 | Hoy
Alma de defensora
Hace 7 años la megacausa Feced se encaminaba a un primer, inesperado, casi increíble momento: iba a concluir parcialmente la instrucción. Estábamos en condiciones de requerir la elevación de parte de la investigación a juicio oral. Las emociones eran encontradas, ansiedad, miedo al mínimo error. Por entonces consolidamos el equipo de trabajo con el que transitaríamos momentos intensos, que nos dejarían señales que nos acompañarán por el resto de nuestras vidas. El camino que seguía lo emprendimos juntas, codo a codo, sin tener --ahora lo sabemos-- demasiada conciencia de todo lo que vendría. Horas de insomnio, largas reuniones en horarios extraños, ojeras y mate a la hora de pensar y armar estrategias. Nuestro respeto y admiración por quienes representábamos se engrandecía a medida que conocíamos la mecánica del terrorismo de estado. Todas crecimos en el proceso, como abogadas, indudablemente, pero seguramente no somos las mismas personas que antes de acercarnos, tanto, al horror. Y nos permitió conocer también su otra cara. La solidaridad en momentos impensados, los lazos que se funden para no volver a separarse. La Dani Asinari, como todos los que la queremos le decimos, se convirtió en pieza fundamental del trabajo. Siempre cuestionándose y cuestionándonos, retándonos a ir más allá, a fundar cada vez mejor los escritos, a redoblar los esfuerzos.
Paralelamente a nuestro trabajo en los juicios contra los genocidas llegaron nuevos desafíos, causas que entendíamos había que abrazar, a pesar de que la relación de fuerzas era siempre, cómo no, adversa. Y las frases se repetían, ¿les parece que podremos? ¿en qué momento?, además de militar como abogadas en derechos humanos hay que trabajar para vivir, hay que vivir. Pero siempre seguimos. Después, Giros, ese proyecto inmenso, hermoso, causas que incluyen litigios civiles. Como nunca, a estudiar. Y La Dani se las pone al hombro. Hubo momentos de altísimo impacto, como el alegato de la causa Díaz Bessone y la Dani, además, ¡estudiando para concursar como defensora!
Una frase que Dani reiteró fue: "Me cuesta mucho ponerme en el lugar de la acusación, yo tengo alma de defensora". Y así fue. Asumió su rol de defensora de los derechos de los vulnerados de ayer y de hoy. Querida Dani: ¡Fue un orgullo trabajar juntas, te vamos a extrañar muchísimo! Siempre sostuvimos que los logros son colectivos, no hay héroes individuales, pero éste es tu logro, tu esfuerzo generoso, en las poquísimas horas que te quedaban después de los trabajos militantes. ¡Felicitaciones y adelante!
Gabriela Durruty
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