Lunes, 2 de junio de 2014 | Hoy
Convivencia
Entre tantos sapos que la ciudadanía rosarina debe tragarse a diario, hay que reconocer que el ordenamiento del tránsito que encaró la municipalidad frente a algunas escuelas es meritorio, aunque insuficiente y burlado en varias oportunidades. Evidentemente, esa odiosa muletilla de que "somos hijos del rigor" no pierde vigencia. Por el contrario, parece confirmarse cada vez más. Sin embargo, queda mucho por hacer en esta ciudad cuyas autoridades suelen hacer gala de tantas políticas que apuntan a la convivencia.
¡Minga la convivencia!. Basta intentar circular por las calles, tanto como conductor, ciclista o peatón. La falta de consideración por el otro es abrumadora, empezando tan sólo por el mero detalle de atreverse a detener el vehículo en doble fila. Este es el gran deporte rosarino, quizás. Que la vida, el tiempo, la tranquilidad del otro nos importe un bledo, parece ser la consigna. Y así vamos.
Luego, en un barrio tranquilo, un pibe arrebata una cartera y unos cuantos salen a romperle la cabeza a patadas, y todo un vecindario, media ciudad tal vez, sale a justificar el linchamiento.
Convivencia, qué lejos estás. ¿Quién se detiene a pensar que un día el cambio puede empezar por reconocerse a sí mismo en la imagen del prójimo?
Angela Fornisari
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