Mar 01.09.2015
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Crímenes

Empiezan a aclararse las cosas en la causa por el asesinato de Gerardo Escobar. Pero esto recién comienza. A no confundirse. Lo que ocurrió con la causa por el Triple Crimen de Villa Moreno es una muestra patética de lo tremendamente dificultoso que es hacer justicia en estos casos.

Ya la prensa con capacidad de establecer agenda no habla en sus crónicas de "deambular errante", de "corridas frenéticas por Sarmiento hacia el río", "de comportamientos extraños". No culpabiliza a la propia víctima ni abona la hipótesis del suicidio como lo hizo hasta el fin de semana.

La fiscal Marisol Fabbro, a la que se vio pálida en sus declaraciones, anunció la imputación de los 5 detenidos, a uno de ellos por homicidio. Hizo todo lo que estaba a su alcance para plantar la hipótesis del suicidio y la ausencia de lesiones. Se intimidó a Gabriel Ganón, a Salvador Vera Roda y a la hermana de Gerardo, utilizando incluso móviles de la comisaría 7ª. ¡La misma que torturó y desapareció a Franco! Pero ahora retrocede con los ojos puestos en las pantallas que reproducen las cámaras de seguridad mostrando a los patovicas y policías reventando a Gerardo. El siempre impávido Lamberto qué dirá después de haber exculpado a la policía. Lo mismo que el operador todoterreno Seghezzo y el abogado de las fuerzas de seguridad Del Vecchio.

Como nunca quedó en claro un aceitado entramado de poder en Rosario: el poder policial, el poder judicial, el poder político y el poder mediático. Todos actuando juntos.

Son excepcionales -todavía- los pedidos de justicia a raíz de asesinatos de jóvenes que la militancia puede impulsar en forma permanente.

Un reconocimiento gigante a Gabriel Ganón, en coordinación con la familia y siempre atento a los pasos dados por la militancia social.

Cierro copiando un párrafo escrito por el Club de Investigaciones Urbanas cuando la justicia y los medios (salvo excepciones como Rosario/12 y los alternativos), insistían con corridas erráticas hacia el río: "Las figuras de cuerpos jóvenes apareciendo sin vida en las aguas del río sacan a la luz un inconsciente de desapariciones y asesinatos muy caro para la historia reciente de nuestro país. Rosario se ha transformado en una ciudad oscura y siniestra, teñida de sangre joven. El lenguaje de la violencia se ha extendido a todos los rincones sociales, con las fuerzas de seguridad ocupando un rol protagónico bajo el amparo del poder político. La impunidad se ha naturalizado. Desde el 2014 una pedagogía del terror encuentra en el Paraná su peor escenario".

Juan Pablo Hudson

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