CORREO
La sangre derramada
A poco de triunfar el golpe de Estado de septiembre de 1930 encabezado por el general José Félix Uriburu comenzó una sistemática persecución contra los militantes obreros revolucionarios.
El bando lanzado por el déspota uniformado a poco de aposentarse en el trono presidencial estableció la aplicación de la pena de muerte para toda persona que enfrentara la prepotencia cívico militar instaurada. Los militantes anarquistas organizados en la Federación Obrera Local Adherida a la Federación Obrera Regional Argentina (FORA del V Congreso) hicieron un llamamiento popular a la desobediencia y la insurrección contra la dictadura.
Agentes de fuerzas policiales secuestraron de su humilde pieza de pensión al obrero anarquista catalán Joaquín Penina, y a otros militantes ácratas los trasladaron al edificio de la Jefatura de policía de Rosario, donde fueron interrogados bajo tortura.
En medio de las tinieblas de la madrugada llevaron a Penina hasta las Barrancas del arroyo Saladillo donde fue fusilado por los esbirros de las fuerzas estatales.
Joaquín Penina era un activo difundidor de libros y folletos en los medios proletarios, además, fue quien de puño y letra redactó el volante llamado a la insumisión contra los verdugos del pueblo. Nunca buscó ser un mártir, pero quienes sostienen la ideología de la muerte y el oscurantismo no perdonan el coraje y las acciones de los hombres y mujeres libres de conciencia y rebeldes que luchan por una sociedad, sin opresión, explotación ni injusticias.
Ha transcurrido 75 años del crimen de Estado, del fusilamiento de Joaquín Penina, perpetrado por fuerzas estatales. Nuestro compañero aun permanece como detenido-desaparecido. No olvidamos, No perdonamos, No nos reconciliamos.
La evocación de su memoria es para nosotros un acto de reafirmación de nuestras firmes convicciones de continuar luchando junto a las oprimidas y oprimidos por la emancipación integral para construir una sociedad que acabe definitivamente con el imperio del sistema del capitalmercancía y su secuencia de muerte. Esto solo será posible con la organización y la lucha, con la desobediencia a los mandatos y órdenes de quienes detentan los macropoderes.
Carlos A. Solero
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