Lunes, 14 de septiembre de 2015 | Hoy
CORREO › CARTAS DE LECTORES
La imagen de Aylan Kurdi sobre una playa turca, el niño de 3 años ahogado al hundirse el bote de refugiados en que viajaba, recorrió el mundo y conmovió a muchos que venían cerrando los ojos --esperemos que ya no-- ante una de las más terribles catástrofes humanitarias de nuestro tiempo: la de los centenares de miles de mujeres, hombres y niños que deben buscar refugio ante las nuevas "guerras periféricas"; sin lugar a dudas el dolor, la conmoción y la indignación que genera esa imagen no deben caer en "saco roto", sino llamarnos a la reflexión.
Si no lo hacemos, la imagen del chiquito Aylan corre el riesgo de terminar ocultando lo que buscaba denunciar, por ese fenómeno que el intelectual italiano Giovanni Sartori llama el homo videns (el hombre que ve, en lugar del homo sapiens, el hombre que sabe o busca saber). Con la velocidad irreflexiva de los medios de comunicación, esa foto "viralizada" puede ser rápidamente reemplazada por otra tan o más impactante, que tape en lugar de mostrarnos la realidad y para hacer algo al respecto.
Diariamente miles de familias como las de Aylan Kurdi deben huir de esas nuevas "guerras periféricas", instigadas desde el "centro" del poder mundial y que solo pueden continuarse por el comercio de armas generador de enormes ganancias, por el tráfico ilegal de personas por parte de mafias que nunca son detectadas a pesar de la parafernalia tecnológica con la que cuentan estas potencias hegemónicas, y ni que hablar de los intereses petroleros y el comercio de otras mercancías ilícitas.
La catástrofe se completa con la ceguera de los líderes de las grandes potencias. En particular la dirigencia europea que, sin asumir la responsabilidad que le cabe en la tragedia humanitaria de los refugiados, les cierra las puertas y los lleva, en su desesperación, a recurrir a medios inseguros y clandestinos de desplazamiento, verdadera causa de estas muertes.
Los trabajadores argentinos creemos que para resolverla no bastará con conmoverse ante imágenes terribles. Serán necesarios profundos y urgentes cambios de la política internacional. Hay que hacer del mundo un lugar habitable y más justo para todos los seres humanos.
Con una sabiduría seguramente nacida del dolor, lo dijo un chico de 13 años, Kinan Masalemehi, refugiado sirio: "No queremos irnos de nuestro país, simplemente paren la guerra".
Juan Carlos Schmid
Secretario de Relaciones Internacionales CGT
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