Martes, 14 de noviembre de 2006 | Hoy
Hombres de las llanuras, hábiles jinetes, diestros en el manejo del lazo, el arreo de ganado y en las tareas del campo. En la inmensidad de la pampa el gaucho contaba también con las boleadoras y el facón, elemento que también usaba para su defensa personal, el cowboy suplía esa carencia con dos poderosos Colt 45 en sus cananas. Ambos tuvieron un destino común contribuyendo a la creación de sus respectivas naciones aunque un final distinto; feliz y de reconocimiento para los cow-boys de parte de su propia gente y trágico de exterminio y olvido para los gauchos de parte de sus gobernantes. Los gauchos vivían de la caza del ganado salvaje para su subsistencia, pero cuando las tierras fiscales pasaron a manos privadas: esto fue un fenómeno que se dio en toda América y los terratenientes empezaron a alambrar los campos los gauchos comenzaron a ser perseguidos porque los consideraban una molestia para sus proyectos expansionistas pero mas que nada por una postura racista y xenofóbica de los liberales de aquélla época, tendencia que aún se mantiene en Argentina cuál es eliminar a los pobres y débiles en vez de integrarlos. Varios estudiosos de nuestros orígenes han coincidido en demostrar que había gauchos mestizos, morenos, rubios, pelirrojos, albinos, arios, caucásicos, y criollos.
Con la fuerza arrolladora del progreso los cowboys fueron integrados por su propia gente a su proyecto de país, en cambio los gauchos fueron exterminados constituyéndose la Argentina en el único caso en la historia universal en que los gobernantes de una raza hicieron desaparecer a los de la suya propia, a tal punto llegó la perversidad de aquella clase dirigente que un criollo advenedizo como Joaquín V. González escribió un libro donde exponía la nostalgia, el vacío y el "sentimiento de culpa" que había dejado el mencionado genocidio. Aunque en la actualidad algunos individuos que quedarían ridículos aún disfrazados de Sancho Panza escriben artículos en contra del gaucho, satisface comprobar la gran cantidad de centros tradicionalistas que existen en el país para reafirmar nuestra tradiciones y lo poco que queda de nuestro ser nacional.
Ricardo Carreño
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