Viernes, 23 de febrero de 2007 | Hoy
Parafraseando una canción de Páez, Newells es un club de pobres corazones. El domingo tuvimos la oportunidad ante el país de demostrar que además de alentar, tenemos huevos. Debimos haber demostrado nuestra oposición al aprendiz de cuarta de tirano que es Lopez. Por un lado alentar al equipo y por otro lado abuchear a la gestión que nos está llevando al carajo. Pero no como hicieron estos barras pagos que están en la platea tirando piedras como si fueran sinas, sino pidiendo la renuncia ya de Lopez. Dice siempre mi anciana abuela que la culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer. Y tiene razón porque Lopez está por nosotros. Porque ahora se fue Pumpido, cómplice también de este presente de Newells pero el que se tiene que ir por la puerta de atrás como se va a ir en algún momento es Lopes. El domingo me hizo acordar cuando mi padre me llevó a ver los partidos del mundial 78 y al entrar la junta asesina militar, la gente aplaudió. Mi viejo se quería ir y solo mi inocencia de 10 años hizo que nos quedaramos. El domingo pasó igual, mientras el club está en la ruina, la gente aplaude. El domingo y hace ya un tiempo, mostramos nuestra peor cara. La del avestruz, la del no te metás, la que domina el día a día de los rosarinos. No solo no abrimos la boca para demostrar que estamos vivos sino que que cuando un par de hinchas leprosos que quieren al club quisieron parar a los mercenarios que tiraban piedras, fueron patoteados por los barras pagos de Lopez. Igual cuando algunos padres con sus hijos quisieron salir antes por temor a los incidentes, no pudieron hacerlo por esos mismos barras ante la mirada cómplice de los milicos de la policia santafesina. Estamos en la lona, nos están llevando a la B y no reaccionamos. Nos llevaron a la quiebra y no reaccionamos, nos forrean y no reaccionamos, nos humillan y no reaccionamos, nos pegan delante de nuestros hijos y no reaccionamos. Que lejos estamos de esos leprosos que apretujados en la tribuna vieja del silenciódromo, presenciamos el primer titulo de Newells. Con mis candidos 6 años me juré defender estos colores hasta el fin de mis días. Ni hablar del título del 87, de la época dorada de Bielsa, de las finales de América, de la movilización a Avellaneda. Sólo quedan jirones de esas epopeyas, sólo queda una generación que no escatima esfuerzos en mandar mensajes para el Gran BoluHermano pero no dice ni mu mientras el club se cae a pedazos y queda también la generación de la cual formó parte, que dejó el triste legado de haber aplaudido a la Junta, a Galtieri, a Menem, votado a De la Rua. El domingo que viene seguro con otro técnico, nuevamente le daremos respiro a Lopes mientras el club sigue inexorablemente al cadalso. Así, somos, nada queda del Rosariazo, esos rosarinos descansan en paz. ¡Pobre Newells, club de pobres corazones!
Miguel Angel Duré García
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