rosario

Sábado, 21 de julio de 2007

CORREO

Fontanarrosa I

Lamentamos con profundo dolor el fallecimiento de uno de los exponentes más grandes de nuestra cultura, orgullo de todos los rosarinos y de todos los canallas. Negro querido tu inmensa obra quedará entre nosotros por

los siglos de los siglos. Con tu aporte fundamental contribuiste a forjar la grandeza de nuestra institución, la cual representaste con orgullo en todo momento. Porque Central sin tipos como vos no seria lo que es, el sentimiento que va mas allá de un partido de fútbol. Dejaste inmortalizada tu maestría para el delirio de todos los canallas, el mágico "19 de

diciembre de 1971 ", que recorrió todo el mundo... Fuiste un grande con todas las letras y el homenaje que te brindamos excede nuestro ámbito, traspasando las fronteras de la cultura mundial que hoy te llora. El último dibujo que nos regalaste a todos los canallas fue tu última muestra de amor, una muestra más...ese Canaya que se lleva en el pecho con orgullo, porque es nuestro. Ya estarás sentado en la mesa de café armada en el bar del cielo junto al Negro Olmedo y al Che recordando entre

todos algún histórico partido de tantos que sufriste y gozaste junto a nosotros. Negro querido hoy más que nunca Rosario y Central siempre estarán contigo. Al inmenso guerrero Infinitamente gracias.

Agrupación Crece


Fontanarrosa II

Para un rosarino quizás haya sido imprescindible vivir fuera de Rosario para tener noción de lo que fue el Negro Fontanarosa. Y ni hablar de un hincha de Ñuls, como yo en este caso. Porque la estupidez confundida por folclore, hacía que en nuestra ciudad fuera casi un sacrilegio reconocer la grandeza de este gran artista. Y créanme que he discutido mucho sobre esto. He vivido mucho tiempo fuera de Rosario y me enorgullecía ser rosarino cuando se hablaba de él. Aun cuando enseguida salía el tema de su fanatismo por Central. He sufrido algunos de sus cuentos, como el de la palomita de Poy, pero me hubiera gustado estar frente a él alguna vez para leerle el que yo hice sobre la bendita zurda de Zanabria. Y seguro, café de por medio, nos hubiésemos dado la mano como dos amigos. Hoy, cuando me llamaron para comunicarme su partida, me conmoví, lo sentí, pensé, seguro estará la semana que viene armando allá arriba un picado con leprosos y canallas que se alegrarán que el Negro haya llegado para entretenerlos con sus maravillosos cuentos. Chau Roberto, hasta siempre.

Roberto Benedetto

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