rosario

Domingo, 5 de julio de 2009

SOCIEDAD › GRIPE. CóMO TRABAJAN SOBRE LA GRIPE EN LOS EFECTORES PERIFéRICOS DE LA CIUDAD, DONDE LA PREVENCIóN CHOCA CON LOS DéFICITS HISTóRICOS DE ESTOS BARRIOS.

El impacto sobre la otra gran pandemia

La gripe A llegó de la mano de los sectores que podían viajar al extranjero, pero una vez instalada golpea también con fuerza a la población estructuralmente más vulnerable. La influenza y la pobreza.

 Por Alicia Simeoni

La medicina no es una ciencia exacta donde el dos más dos siempre es cuatro. De ahí que las recomendaciones universales, sobre todo las que tienen que ver con la prevención de enfermedades y la higiene deberían tener en cuenta que además de la unidad bio psico social que es cada persona, y de los factores de riesgo con anclaje en el primero de los componentes; también están los determinados por la realidad primaria y económica que remite a la ecuación inclusión exclusión. ¿Cómo lavarse las manos con agua y jabón tantas veces al día como sea necesario, diez, las más posibles, cuando hay tantos barrios a los que ni siquiera llega el agua de manera abundante o normal?. Casillas de lata, algunas con algo de madera y cartón, falta de trabajo y su correlato más genuino, el hambre, la subalimentación, el hacinamiento, la ropa que no abriga lo suficiente, los ambientes húmedos y fríos, los chicos descalzos. "Ahora que la gripe A está en todos lados, y se expandió de los nexos iniciales del contagio, las prácticas contextualizadas, aparecen, indispensables". Así lo conversó Rosario/12, con el director de Atención Primaria de la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de Rosario, el médico Horacio Crespo. El mismo informó que en la última semana los centros de salud municipales atendieron 21.000 consultas de pacientes febriles y que, tanto con ellos como con quienes llegaron antes, se siguieron las instrucciones que tienen que ver con la pandemia y la emergencia sanitaria en la provincia. Para Horacio Crespo, desde la dirección de Atención Primaria, el desafío está en contextualizar las prácticas sanitarias, un criterio contrario al que predominó históricamente así lo explica , y que dio espacio para "las prácticas normatizadas y muy rígidas que consideran a todas las personas de la misma manera". También detalla que "en pandemias como la que tenemos hay grupos que se priorizan: Son los considerados de riesgo por situaciones tomadas desde problemas biológicos como quien tiene una enfermedad pulmonar crónica, una diabetes, una insuficiencia renal, o que integra un grupo etáreo, en este caso el compuesto por los menores de 2 años, los mayores de 65 y las embarazadas con más de 14 semanas de gestación. Pero todo esto no habla de otros determinantes que son los sociales y que hay que tener en cuenta al momento de hacer una intervención. Por eso, algunas recomendaciones como se escuchan a veces para toda la sociedad, como si todos tuviésemos acceso a determinados insumos como el alcohol en gel o el lavado de manos durante 15 segundos con agua y jabón, todas las veces posibles o necesarias , no son las más adecuadas porque hay otros alternativas". El director de Atención Primaria de Rosario cree, además, que hay fuertes intereses comerciales que juegan en medio de la pandemia y que quienes venden alcohol en gel "la deben estar pasando bastante bien", al igual sucede con los barbijos y otros insumos, cuando en realidad hay otras prácticas de higiene con las que disminuye la posibilidad del contagio. Crespo explica que "es todo un trabajo" el poder comprender y tener en cuenta las determinaciones sociales que requiere y requirió del aporte de varias disciplinas, que hacen que uno pueda complejizar la comprensión de situaciones y dar respuestas que tengan que ver con las necesidades de cada sector de la población. Poder pensar en prácticas contextualizadas requiere también de trabajadores que tengan esta flexibilidad y que puedan, artesanalmente, tomar decisiones en función de las necesidades que se presentan. -La epidemia abarca ya a toda la comunidad. ¿Los sectores más pobres y desposeídos son más vulnerables para contraer la Gripe A? -Si entendemos que en el proceso salud enfermedad estos determinantes sociales inciden en cómo uno vive y también en cómo muere, no estaría exenta la situación de la gripe A. Porque vemos que nuestros grupos poblacionales tienen formas de enfermar y de morir que están claramente relacionadas con el modo y las condiciones de vida. También el trabajo tiene que ver con eso, con que puedan construirse recursos materiales y simbólicos para que estos grupos poblacionales puedan hacer uso de su derecho a la salud. De allí que es necesario que los centros de salud puedan agendar a los vecinos y ser una referencia de consulta para todas las necesidades que en este terreno se presenten. Pero hay una población que es la que menos recursos tiene para poder demandar y hacerlo a tiempo, de manera que cualquier práctica en salud le resulte beneficiosa. Cuando llega tarde a la medicina preventiva, ésta ya no puede cumplir con el que es su verdadero valor. Nuestro trabajo también tiene que ver con incluir a esas personas que, por el desarrollo de su vida, han estado fuera de los circuitos de salud y aún de otras instituciones que se encuentran en los barrios y que les pueden brindar muchas posibilidades para mejorar su calidad de vida. En cuanto a la Gripe A se está tratando de construir cuál es su patrón de comportamiento entre nosotros, que no es el mismo que adquirió en Méjico o en otros países. En una semana se atendieron, en Rosario, 21.100 consultas por fiebre en los 48 centros de salud municipales y en las 5 vecinales que actúan en relación con ellos- apuntó Crespo. Sin termómnetros El testimonio de tres integrantes de centros de salud municipales da cuenta de cómo intervienen los modos y posibilidades de vida en la relación salud enfermedad. El centro Marcelino Champagnat, ubicado en Castellanos 3935, tiene en su zona de influencia a unas 30.000 personas que, de hecho, no concurren todas en busca de atención. La farmacéutica Mabel Asmores, jefa del Champagnat, describe los rasgos generales de la comunidad que se aborda: Se trata de un sector de clase media venida abajo ubicada entre la zona de bulevar Avellaneda y Ovidio Lagos, con un porcentaje de integrantes que tienen algún tipo de trabajo, en general informal o a través de algún pequeño negocio, pero sin los recursos de la seguridad social. Pero desde Avellaneda hacia el oeste se extiende la Vía Honda, un extenso asentamiento cuya atención se comparte con otro centro de salud, el Mauricio Casals, ubicado en bulevar Seguí 5305. A una cuadra y media del Champagnat hay otro asentamiento de 135 familias relocalizadas que llegaron desde lo que era la villa Itatí, en Oroño al 4.200, y por otra parte la Vía Honda creció muchísimo en los últimos años como lo muestra la investigación llevada a cabo desde la Secretaría de Salud Pública municipal. "Con muchas dificultades se intenta acompañar a los pacientes que concurren a la consulta por estados gripales, tanto en el caso de niños como en los adultos. Por supuesto que las dificultades están y son muy grandes, por ejemplo cuando se trata de la necesidad de que un paciente que constituye `un caso' de gripe A -ahora todos los que se presentan con el cuadro clínico de la pandemia son considerados como tales , deba estar en una habitación aislado de los demás, algo que habitualmente no se puede realizar porque el hacinamiento es una situación frecuente". Sin duda la ausencia de agua sólo la hay potable en una parte de la Vía Honda dificulta las medidas de higiene que se promocionan recurrentemente. También el frío juega en contra, la mala alimentación, los pisos de tierra, la falta de calefacción de los ambientes, chicos y adultos mal abrigados, descalzos. El centro Mauricio Casals, de bulevar Seguí 5305, también tiene una zona de influencia que comprende a unas 30.000 personas, aunque no todas se atienden allí. "Sin embargo esta semana llegaron con consultas, vecinos que no habían venido nunca comenta la jefa del centro, la trabajadora social Fernanda Díaz , se amplió el número de quienes tienen a esta institución como referencia". El centro Casals atiende a la población de dos asentamientos muy pobres, uno corresponde a una parte de la Vía Honda, el otro a la villa que se extiende sobre bulevar Seguí y las vías del ferrocarril. La pobreza estremece en ambas, pero según Díaz el asentamiento de Seguí es aún más vulnerable. Algunos datos dan una idea de la complejidad de la situación: la Villa Honda creció el 110 por ciento entre 2001 y el 2006 en cantidad de habitantes y número de familias. En 1994 había allí 500 viviendas y 2.500 personas mientras que en el 2005 el número se elevó a 1050 viviendas y 5.250 personas. La zona que atiende el centro Casals, que limita con bulevar Seguí al norte, las vías del ferrocarril Mitre al sur, bulevar Avellaneda al este y Felipe Moré al oeste, tuvo un crecimiento poblacional importante con los proyectos de relocalización que corresponden al plan Rosario Hábitat. Fernanda Díaz habla de que les costó un poco organizarse para enfrentar la pandemia y la atención se realiza, ahora, de lunes a viernes, de 7 a 19 y los sábados por la mañana. Todo el tiempo hay atención de adultos y niños febriles como se hace en los otros centros y se trata de explicar a la población sana que no es conveniente concurrir al lugar. "Estamos pensando en salir en estos próximos días de recorrida, para hablar, para poner palabras a esta situación. Los chicos están mucho en la calle y, a veces, explicarles a ellos algunos cuidados es muy útil, porque son buenos transmisores: Claro que es un gran problema que tanta gente no cuente con una vivienda digna. Estamos con segundas o terceras generaciones de pibes que no saben lo que es una vivienda con otras características, muchos de los cuales no tienen escolarización ni posibilidades de proyectar un futuro". La gente llega con fiebre al Mauricio Casals. Es raro que alguien sepa si tiene 38º o más ya la mayoría no tienen termómetros. La atención es completa y hay que estar atentos al grupo de convivientes cuando se detecta un caso. De todos modos el antiviral oseltavimir se utiliza en aquellos que integran los grupos de riesgo definidos antes por el médico Horacio Crespo. En el centro de salud del barrio Santa Lucía, en Riobamba al 7.700, la realidad no es muy diferente. En este caso es el psicólogo Gabriel Rodríguez, quien participa del equipo de gestión del centro , cuenta algunas características complejas del barrio cuando "se trata de sectores muy pauperizados. Santa Lucía recuerda comenzó con casas humildes de material, viviendas obreras de un barrio relocalizado que además tiene varias villas cercanas: Los Eucaliptos al norte, Santa Clara hacia el sur, de la que podría decirse que es la parte más pobre y en cuyo encuadre se formó otra villita, Los Hornos, en una población que reciclaba basura en un lugar donde se depositaban metros y metros de deshechos. Con parte de esa población "se pudo avanzar en el armado de una cooperativa para la fabricación de ladrillos y ya no son tantos los recicladores", comenta Rodríguez. Para el psicólogo que atiende en Santa Lucía, un centro que tiene confeccionadas 2.500 historias clínicas familiares, las personas llegan al centro y siguen las instrucciones que tienen todos los demás, pero "no concurren de manera desesperada: las condiciones de existencia favorecen que los vecinos se enfermen, pero también hay que decir que están acostumbrados a enfermarse". Rodríguez describe a las casas de Santa Lucía como muy húmedas por lo que proliferan los problemas respiratorios, en Los Eucaliptos -cuenta , hay poca agua, lo que complica la situación referida a la higiene y en Los Hornos, una cuba llena dos tanques día a día. "Las condiciones conspiran contra los tratamientos y favorecen la propagación de enfermedades. ¿Por qué no sucedería con la Gripe A?", se pregunta, y evalúa que en los próximos días se verá con mayor crudeza cuál es la incidencia de las condiciones económico sociales y de habitabilidad en relación con la evolución de la pandemia.

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Imagen: Alberto Gentilcore.
 
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