El apodo lo acompañó desde su más tierna edad. Propios y extraños lo llamaban por el seudónimo que remite a moreno, negruzco, atezado, renegrido pero también a esos perros que no tienen raza. Era el negro Fontanarrosa. Así firmaba sus cartas, sus autógrafos, sus correos electrónicos o cuando se identificaba por teléfono. Nació el 26 de noviembre de 1944 en una maternidad que estaba a la vuelta de la esquina donde vivía la familia, en Catamarca y Corrientes, a cinco cuadras de Córdoba, cuando no era peatonal, y cuando el centro no era el centro de hoy. Sus padres, Roberto Fontanarrosa Woelklein y Rosa Lac Prugent decidieron ponerle de nombre Roberto Alfredo.

(Del libro el negro Fontanarrosa, escrito por Horacio Vargas. Hoy cumpliría 70 años.)