Por esas cosas de la vida, estos días escuche el tema de Bob Geldof "No me gustan los lunes" donde en el estribillo replica "Tell me why I don't like Mondays" ("explíquenme por qué no me gustan los lunes"). La canción trata sobre una tragedia desatada el lunes 29 de enero de 1979 en la ciudad de San Diego, Estados Unidos. Allí la adolescente Brenda Ann Spencer mientras estaba en su casa tomó un rifle, se apostó en la ventana y comenzó a disparar al azar hacia la Escuela Elemental de Cleveland, que se ubicaba justo enfrente provocando una masacre. A la hora de declarar las primeras y únicas palabras fueron: "No me gustan los lunes, sólo lo hice para animarme el día. No tengo ninguna razón más. No hay ningún sentido en juego".

Cuando ocurre una tragedia, como la conocimos el lunes 25 de enero pasado que involucra a Rodrigo "Hiena" Barrios, se presenta ante nosotros un coro de especulaciones, de declaraciones que nos interrogan y que merecen, sin duda, algunas consideraciones. ¿Pero qué leer en un hecho?

Los incidentes críticos podemos decir que revelan algo de la estructura, tanto en lo que muestra como en lo que esconde, algo que sin duda atañe al sujeto. Este tipo de sucesos están cincelados de preguntas y contradicciones, donde se pueden leer muchas cosas. Podemos ver un accidente más del tránsito furioso, la fugacidad de la vida, el dolor dentro de las paradojas del destino; y en perspectiva la notable presencia del sin sentido de una muerte tras una tarde cualquiera.

Las respuestas rondaron por diferentes lugares. Barrios llegó a decir "me obnubilé" o "no me siento culpable de nada". Esta tragedia es un hecho. Puede quedar olvidada en nuestro baúl de los recuerdos del verano del 2010, ser un expediente más en los estantes de la justicia o un mero suceso del menú de los programas de la tarde.

Nuestra apuesta, desde quienes nos inscribimos en la práctica del psicoanálisis, estaría más del lado de instalar para alguien la noción de la responsabilidad en lo sucedido. Es por ello que lo esperable para todo ciudadano en tales circunstancias es que el hecho tome el estatuto de acontecimiento en su vida, que marque un antes y un después, que permita indagar los resortes de su trayectoria singular, como así también -en este caso revisar las razones de ese particular gusto por la trasgresión.

Un acontecimiento es una marca en una historia y puede ser la ocasión de una rectificación de la posición del sujeto; es allí donde alguien puede decir: esto me concierne y se responsabiliza de ello.

Estos signos cotidianos de nuestra realidad pueden despertarnos o seguir en el ensueño de las tantas interpretaciones aventuradas que escuchamos en estos días: una historia violenta, el destino fatal del boxeador, entrar en la serie con otros famosos involucrados en tragedias, aumentando el archivo de dramas marplatenses durante la temporada veraniega.

Si. Esto muestra solo un aparente sin sentido. Es un accidente en un lugar llamado "La Feliz" donde se conjugan fama, velocidad y la irrupción de lo disarmónico en una tarde tranquila. No podemos reducirlo a un diagnóstico, a un pasaje al acto -aunque lo fuese . Vivimos en una época atravesada por la civilización y su trauma: la declinación de los ideales, que implicaban una regulación, producen sujetos que no creen en nada. La incidencia de este acontecimiento traumático a mi entender también alcanza a la comunidad. La comunidad también tiene la oportunidad ética de prestar atención y escuchar en esta noticia "otra cosa". Escuchar ese sufrimiento que no es ruidoso, que no es portada, que no hace parte del show de la mostración.

Mejor sería, no formar parte de esa locura que consiste según Einstein en esperar que todo cambie, haciendo lo mismo.

* Psicoanalista.