Jueves, 18 de agosto de 2011 | Hoy
PSICOLOGíA › CRóNICA DE LA DISERTACIóN DE LILIANA CAZENAVE EN LA EOL
La profesional planteó los giros en el duelo a través de las épocas. En el siglo XX hubo un giro hacia la negación de la muerte, y se modificaron los ritos funerarios. Cómo subjetivar ese imposible que es la muerte en la clínica.
Por Verónica Lagamma*
Liliana Cazenave estuvo en la EOL sección Rosario para compartir su trabajo, una conferencia que tituló "El tabú del duelo en la época de la felicidad". Sus planteos sobre la problemática del duelo ante la pérdida en la actualidad fueron seguidas por un público expectante. Si bien estas reflexiones se basan casi textualmente en una crónica de esa exposición, estas líneas son también la lectura que he podido hacer al escucharla. Se trata de una lectura de lo escuchado.
Cazenave destacó en su trabajo la cuestión del duelo actual, en contraposición a otras épocas. En el siglo XX se da un giro hacia la gran negación de la muerte. Los ritos funerarios también se modifican. Nos hace pensar que en la época actual el tabú se extiende, que todo está más del lado del tabú y nada de los ritos, siendo que son estos últimos los que pueden introducir la simbolización. El tabú de la muerte puede tomar distintas formas. La muerte se banaliza.
La expositora subraya que la supresión del duelo es correlativa de la supresión de la muerte. El DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) califica la tristeza por un duelo que dure más allá de los tres meses como depresión; un proceso normal se transforma en patológico. Es así como se llega a la medicalización del duelo a causa de la presión que existe por superar la muerte lo antes posible.
Se pregunta: ¿Qué consecuencias tienen en la clínica el tratamiento de la muerte y la detención del duelo?
En la clínica un duelo detenido aparece con una presencia de fenómenos en vez de síntomas. Fenómenos que incluyen frecuentemente lesiones psicosomáticas, actingouts, pasajes al acto, adicciones, anorexiabulimia, alucinaciones. Algo de lo imposible de ser articulado vía significante se muestra en esos fenómenos.
Otra pregunta que recorrió la disertación de Cazenave: ¿Qué implica alojar un duelo en el espacio analítico? Freud en "Duelo y Melancolía hace del duelo un trabajo psíquico. En el duelo se trata de la pérdida real de un objeto que produce un agujero que el significante no alcanza a suturar. El sujeto es reenviado al lugar de la privación y queda él mismo privado del poder nombrar, de cercar esa falta en lo real.
El duelo es la relación con un muerto que se ha llevado un trozo de sí del que podemos decir: "yo era su falta". Se puede poner fin al duelo si se cede ese trozo. Es decir que Lacan agrega al duelo freudiano la necesidad del doliente por el sacrificio de una parte de sí, es decir, el a. Hay un sacrificio de una satisfacción narcisística propia.
Cazenave hace pensar que se trata que cada sujeto pueda inventar su propia forma en el trabajo que el duelo implica. Se trata de restituir la trama significante que trate ese agujero real al que confronta la pérdida. Sin olvidar, como subraya Lacan, que de lo que se trata fundamentalmente en él es de recuperar la función de la causa del deseo. Por ello el analista lacaniano no restituye al Otro sino que se ubica en el lugar del objeto a para posibilitar el despliegue del discurso, para subjetivar ese imposible que es la muerte.
El trabajo con un caso clínico que aportó Liliana permitió articular de un modo preciso cuestiones de actualidad y conceptuales a la clínica. Lo siguió una animada conversación con el numeroso público.
*Miembro EOL Sección Rosario.
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