La cadena significante que constituye la realidad psíquica atribuye sentido a toda nueva palabra o situación que asoma en el campo del sujeto. Esto se llama interpretación y determina la posición que una persona --lo sepa o no-﷓ adopta ante cualquier estímulo, por más nimio que éste se trate. Entonces: primero la palabra, luego la significación. Ahora bien, si algo distingue al desencadenamiento psicótico es la secuencia inversa. Esto es: la significación se adelanta a la palabra o significante. "Significación de significación", llama Lacan a este fatal desencuentro entre el sentido y el soporte material que lo constituye.

La certeza del alienado es consecuencia de este vacío resultante de la palabra que faltó a la cita. Por consecuencia, cuanto más huérfana queda la significación más convencido está el sujeto de que el enigmático fenómeno esta dirigido hacia él. En efecto, sin amarra simbólica, la pulsión le hace señal en cada estímulo que atraviesa su campo perceptivo: la muchacha que cruzó la calle quiso evitar su cercanía, el colectivo cerró la puerta para que él no suba y el celular se quedó sin batería para impedir que él se comunique.

De esta manera, la relación entre el adentro y el afuera queda trastocada a partir del momento en que el sujeto queda encerrado en el objeto que lo persigue. No en vano, para ilustrar la omnipresencia de la Mirada, Lacan citaba el testimonio de una paciente esquizofrénica cuyo texto decía: "Io sono sempre vista". Así, la inicial perplejidad del alienado queda superada al costo de una interpretación delirante: la certeza de una vigilancia ominosa.

Se hace tentador abordar las coordenadas de la actual subjetividad bajo el sesgo persecutorio que imprime esta vez el ciberespacio, cuya omnipresencia a través de imágenes, datos e información degrada el relato de boca en boca y acalla la angustia: esa señal que habilita la búsqueda del significante que orienta al ser hablante. (De hecho, la angustia aparece cuando nos quedamos sin "señal", pero en el celu!)

"Io sono sempre visto y hablado", bien podría rezar la queja del sujeto en la actual era digital, por más que su estructura psíquica no se corresponda con la de un alineado. La película Her -﷓en la que un hombre "normal" se enamora de una Voz en la computadora-﷓ es quizás la versión edulcorada de este empuje por una satisfacción permanente.

Me pregunto entonces si la aceleración que impone la cultura digital no produce una suerte de "significación de significación" a través del unívoco mensaje que la Voz y la Mirada imprimen en los medios y redes sociales. En otros términos: un vacío de significación que se anticipa a cualquier palabra en el momento previo a la interpretación delirante que empuja al pasaje al acto (linchamientos o episodios donde varias mujeres atacan a una chica, tal como ocurrió en la ciudad de Junín)

De hecho, según Eric Laurent: "No es que haya más violencia, sino más tecnología de la violencia. Se ha construido una sociedad de vigilancia generalizada; entonces, se genera más violencia, para superar esas defensas. Es una cuestión de tecnología. Nos rodea un mundo tecnológico donde la violencia se vuelve más eficaz en su carácter destructivo. Es una eficacia negativa, es pulsión de muerte, la parte maldita".

*Psicoanalista. Equipo del Hospital Alvarez (BA).

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